/ sábado 2 de noviembre de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos


Este día se festeja a los muertos; creo que el grabador José Posada y Aguilar, aguascalientense o hidrocálido, entre sus maravillosas manifestaciones artísticas, nos heredó la figura esquelética femenina de “La Catrina”, representativa carnestolenda de la muerte en México. Un error, sea dicho, porque la muerte corpórea del humano es el término de duración de “un foco”: el espíritu, la esencia vital, permanece en el espacio y tal vez retorna en otros cuerpos… nadie sabe. El muerto, cuando ya lo es, se convierte en fiambre, nada de su ser sirve ya. Y del viaje al más allá, nadie sabe un ápice. Todo es pura especulación.

Pero como es día de muertos y se utilizan las llamadas “calaveras”, poemitas bien rimados y medidos, a veces; espantosos en lo general, pues acomodémonos al día con un calaverón. Sale:

Andrés Manuel se ocupaba

-dicen sus enterradores-

de aporrear conservadores,

y sin descanso se andaba

sin cuidarse con esmero

pos’porque’ra el mero mero

y que el pueblo lo cuidaba…

¡Nomás porque era el primero!

Pero un día… siempre hay un día…

“La Catrina” alborotada

despertó. El pueblo dormía

y era plena madrugada…

¡Y gritó con voz tronante!

Presumiendo de valor!:

“Pues será muy presidente

el tal López Obrador

pero aquí está la “tiznada”

como me dice el señor

sin medirse ante la gente,

para darle sin descanso

-y en eso me canso ganso-

castigo conservador:

¿Le gusta la austeridad?

¿Soslaya la autoridad?

Pues bien, será de ocasión

dejarlo sin la ración

de impuestos que tanto quiere.

Y así, me canso, se muere:

¡Se muere de inanición!”

Y AMLO murió en su panteón

-pues le falló el corazón-

con desfile sin igual

de su Guardia Nacional,

Ejército y la Marina.

¡Y ahí estaba “La Catrina”.

Pero usted no lo sabría

si no se lo cuento yo:

Todo este rollo acabó

De golpe en la tumba fría.

Andrés Manuel se murió.

Fue muy corta su agonía.

Y en su lápida sombría

Se lee con triste emoción:

“Aquí yace un presidente

Que quiso mucho a la gente

Pero ella no lo entendió”.



Vientos


Este día se festeja a los muertos; creo que el grabador José Posada y Aguilar, aguascalientense o hidrocálido, entre sus maravillosas manifestaciones artísticas, nos heredó la figura esquelética femenina de “La Catrina”, representativa carnestolenda de la muerte en México. Un error, sea dicho, porque la muerte corpórea del humano es el término de duración de “un foco”: el espíritu, la esencia vital, permanece en el espacio y tal vez retorna en otros cuerpos… nadie sabe. El muerto, cuando ya lo es, se convierte en fiambre, nada de su ser sirve ya. Y del viaje al más allá, nadie sabe un ápice. Todo es pura especulación.

Pero como es día de muertos y se utilizan las llamadas “calaveras”, poemitas bien rimados y medidos, a veces; espantosos en lo general, pues acomodémonos al día con un calaverón. Sale:

Andrés Manuel se ocupaba

-dicen sus enterradores-

de aporrear conservadores,

y sin descanso se andaba

sin cuidarse con esmero

pos’porque’ra el mero mero

y que el pueblo lo cuidaba…

¡Nomás porque era el primero!

Pero un día… siempre hay un día…

“La Catrina” alborotada

despertó. El pueblo dormía

y era plena madrugada…

¡Y gritó con voz tronante!

Presumiendo de valor!:

“Pues será muy presidente

el tal López Obrador

pero aquí está la “tiznada”

como me dice el señor

sin medirse ante la gente,

para darle sin descanso

-y en eso me canso ganso-

castigo conservador:

¿Le gusta la austeridad?

¿Soslaya la autoridad?

Pues bien, será de ocasión

dejarlo sin la ración

de impuestos que tanto quiere.

Y así, me canso, se muere:

¡Se muere de inanición!”

Y AMLO murió en su panteón

-pues le falló el corazón-

con desfile sin igual

de su Guardia Nacional,

Ejército y la Marina.

¡Y ahí estaba “La Catrina”.

Pero usted no lo sabría

si no se lo cuento yo:

Todo este rollo acabó

De golpe en la tumba fría.

Andrés Manuel se murió.

Fue muy corta su agonía.

Y en su lápida sombría

Se lee con triste emoción:

“Aquí yace un presidente

Que quiso mucho a la gente

Pero ella no lo entendió”.