/ sábado 11 de enero de 2020

Tutti frutti sabatini

Vientos


Creer en lo impalpable lo supongo pérdida de tiempo. Desde muy pequeño me hice muchas preguntas acerca de un Dios que se me enseñaba “como a imagen y semejanza” de nosotros, pero por más que lo buscaba no lo encontraba.

Pero le temía ser acusado de algo aterrador: ser ateo. Y así fue como a los doce años indagué que era ateo. Cuando lo supe no pude menos que reírme, pues significaba muchos años de autoacusación de un pecado mortal. Desde entonces busqué a mi Dios y lo encontré: soy yo mismo, soy mi Dios; siempre está conmigo, es mi fuerza vital y el día que este mi Dios lo decida, nos vamos juntos a reintegrarnos a la naturaleza sin importarme cómo ni dónde.

Sin embargo hay cuestiones que siempre he albergado en mi modesta intelectualidad o en algún rincón de mis retorcidos formatos cerebrales que pomposamente llamamos circunvoluciones. ¿Por qué existen mentes que miran el futuro y lo logran eventualmente? ¿Dónde está la magia, el misterio? ¿Son seres privilegiados los profetas?

Recientemente volví a releer a un autor que osó interpretar las complicadas profecías de Michel Nostradamus: A Gallotti. Su obra: “Nostradamus, LAS PROFECÍAS DEL FUTURO”. Editora: Martínez Roca, S.A. Barcelona 1981.

Cuando lo leí en 1982, las cosas eran distintas al hoy inmediato: los presuntos ataques anunciantes de la Tercera Guerra Mundial que los que vivimos la Segunda no deseamos una repetición que terminaría en una devastación mundial, casi el fin del mundo que por mi edad no debiera inquietarme, pero tengo hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y me siento culpable en parte de dejarles un mundo oscuro por la intolerancia de los comerciantes de nuestras vidas.

Les citaré sólo una parte de lo que al respecto “visionó” Nostradamus (Pág. 43, versículo V, 25): “El príncipe árabe Marte, Sol, Venus, Leo// reino de la Iglesia sucumbirá por mar;// hacia Persia muy cerca de un millón// Bisencio, Egipto, ver. sepr. Invadirá”. La expresión o expresiones ver. sepr. han precipitado a todos los “intérpretes” en confusiones, pero al final convergen en que se trata de la abreviatura del latín “vera serpens” (larga o grande serpiente) por lo que sigue: “En tal fecha podría desatarse una guerra provocada por un príncipe árabe (o un imperio árabe) contra Irán” (!!!!) y países que podrían apoyarlo como Egipto. Este ejército sería gigantesco (la gran serpiente) “que haría sucumbir a un líder religioso…”.

En los años de afirmar Nostradamus lo que he escrito, fue + o -, 1540 y habla de Irán.

Por supuesto que leyendo toda la obra nos encontramos con grandes incendios y caídas de grandes edificios. Pero no tengo espacio para la transcripción de tanto material. Así que me conformo con transcribir una mínima parte para tratar de comunicarles a ustedes mi inquietud sobre ciertas potencias intelectuales que han existido y seguramente existen, para lo que no hay respuesta. Y eso me lleva a declararme vencido en la lucha que traigo desde hace noventa años por escudriñar las mentiras, los sueños, los supuestos dioses y toda esa maraña de asuntos que han hecho nuestra historia; unos muy positivos, sea dicho, como las leyes morales para la convivencia pacífica y otros para poder seguir afirmando que el humano es un salvaje al nacer y por lo tanto no hay que humanizarnos: hay que deshumanizarnos para poder civilizarnos.

Y si usted no está de acuerdo, muy su gusto. Yo me quedo con mi Dios y ustedes con los suyos o el universal que quién sabe en qué rincón de este gigantesco Universo vive para tener pendiente mis cuitas, la de un elemento que es una millonésima elevada a la “n” potencia dentro de la inmensidad universal. Buen día.

Vientos


Creer en lo impalpable lo supongo pérdida de tiempo. Desde muy pequeño me hice muchas preguntas acerca de un Dios que se me enseñaba “como a imagen y semejanza” de nosotros, pero por más que lo buscaba no lo encontraba.

Pero le temía ser acusado de algo aterrador: ser ateo. Y así fue como a los doce años indagué que era ateo. Cuando lo supe no pude menos que reírme, pues significaba muchos años de autoacusación de un pecado mortal. Desde entonces busqué a mi Dios y lo encontré: soy yo mismo, soy mi Dios; siempre está conmigo, es mi fuerza vital y el día que este mi Dios lo decida, nos vamos juntos a reintegrarnos a la naturaleza sin importarme cómo ni dónde.

Sin embargo hay cuestiones que siempre he albergado en mi modesta intelectualidad o en algún rincón de mis retorcidos formatos cerebrales que pomposamente llamamos circunvoluciones. ¿Por qué existen mentes que miran el futuro y lo logran eventualmente? ¿Dónde está la magia, el misterio? ¿Son seres privilegiados los profetas?

Recientemente volví a releer a un autor que osó interpretar las complicadas profecías de Michel Nostradamus: A Gallotti. Su obra: “Nostradamus, LAS PROFECÍAS DEL FUTURO”. Editora: Martínez Roca, S.A. Barcelona 1981.

Cuando lo leí en 1982, las cosas eran distintas al hoy inmediato: los presuntos ataques anunciantes de la Tercera Guerra Mundial que los que vivimos la Segunda no deseamos una repetición que terminaría en una devastación mundial, casi el fin del mundo que por mi edad no debiera inquietarme, pero tengo hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y me siento culpable en parte de dejarles un mundo oscuro por la intolerancia de los comerciantes de nuestras vidas.

Les citaré sólo una parte de lo que al respecto “visionó” Nostradamus (Pág. 43, versículo V, 25): “El príncipe árabe Marte, Sol, Venus, Leo// reino de la Iglesia sucumbirá por mar;// hacia Persia muy cerca de un millón// Bisencio, Egipto, ver. sepr. Invadirá”. La expresión o expresiones ver. sepr. han precipitado a todos los “intérpretes” en confusiones, pero al final convergen en que se trata de la abreviatura del latín “vera serpens” (larga o grande serpiente) por lo que sigue: “En tal fecha podría desatarse una guerra provocada por un príncipe árabe (o un imperio árabe) contra Irán” (!!!!) y países que podrían apoyarlo como Egipto. Este ejército sería gigantesco (la gran serpiente) “que haría sucumbir a un líder religioso…”.

En los años de afirmar Nostradamus lo que he escrito, fue + o -, 1540 y habla de Irán.

Por supuesto que leyendo toda la obra nos encontramos con grandes incendios y caídas de grandes edificios. Pero no tengo espacio para la transcripción de tanto material. Así que me conformo con transcribir una mínima parte para tratar de comunicarles a ustedes mi inquietud sobre ciertas potencias intelectuales que han existido y seguramente existen, para lo que no hay respuesta. Y eso me lleva a declararme vencido en la lucha que traigo desde hace noventa años por escudriñar las mentiras, los sueños, los supuestos dioses y toda esa maraña de asuntos que han hecho nuestra historia; unos muy positivos, sea dicho, como las leyes morales para la convivencia pacífica y otros para poder seguir afirmando que el humano es un salvaje al nacer y por lo tanto no hay que humanizarnos: hay que deshumanizarnos para poder civilizarnos.

Y si usted no está de acuerdo, muy su gusto. Yo me quedo con mi Dios y ustedes con los suyos o el universal que quién sabe en qué rincón de este gigantesco Universo vive para tener pendiente mis cuitas, la de un elemento que es una millonésima elevada a la “n” potencia dentro de la inmensidad universal. Buen día.