/ sábado 25 de abril de 2020

Tutti frutti sabatini

VIENTOS

Este día me ocuparé de dos temas que por su voluntad propagandística generó la presidenta del Comité Ciudadano de Seguridad Pública y por su angustia ciudadana ante los “monstruos” cerveceros artesanales.

Supongo que tales artesanos no están soñando con derrocar a los grandes monopolios productores de volúmenes masivos de la bebida, ni tan espirituosa, que el lector conoce por razones diversas que no nos incumben y precisamente por ser artesanales, los acusados producen modestos volúmenes de cerveza que luego venden -ahora por culpa del animalito ese llamado coronavirus- en botella cerrada, igualito como venden los Oxxos las marcas propias o la otra grande Modelo, que sigue la pauta desde los mercados de preferencia de los lectores. Nada para escribir al juez.

Seguramente doña Alma Araujo -la presidenta aludida al principio- es enemiga de las bebidas de contenido alcohólico cuya graduación varía según sea de consumo popular o para las gargantas supremas con mayor aceptación de grado como las artesanales, que por eso mismo resultan caras para los modestos bolsillos lo que hace disminuir el volumen de su producción. Son cervezas, las artesanales, para el consumo de la elite que puede visitar los restaurantes de polendas, “popof”, con asiduidad, por cierto hoy cerrados y ofertando - algunos- su menú para “llevar”. Como tradicionalmente lo han hecho los de comida china y con éxito.

Pero no hagamos un tango de lo que simplemente es un son ranchero. Quienes producen cerveza artesanal -son varios en Mexicali- tienen sus fórmulas secretas para darles los sabores que van haciendo paladares en su función diaria competitiva, de donde, reitero, es cerveza que se produce con mucho cuidado y así resulta costosa para el común de los mortales. Son cervezas para presumir en las fiestas hogareñas donde no se invita a cualquiera. Puede creerme doña Alma, que cualquiera puede adquirir un “twelve-pack” de marcas populares, pero nunca encontrará “paquetes” de cerveza artesanal: una de sus singularidades es su demostrada calidad. Lo afirmo.

Y vayamos a los dos temas prometidos. El primero es la libertad de ocuparse de negocios legales, lo que es constitucional y democrático y en este caso las exigencias son muchas. Y aparejado con tal libertad de expresión que los periodistas defendemos a ultranza aunque tales expresiones no tengan trascendencia y origen positivo y que a veces los propios periodistas proporcionamos en busca de ganar una noticia…

Y todo este rollo nos lleva, indefectiblemente, a la afirmación de que somos un país libre en donde comemos y bebemos lo que se nos antoja si tenemos parné… porque el mundo de la felicidad es del “poderoso caballero: don dinero” frente a la disparidad que significa la pobreza. Así que sí trascendió la “angustia” de doña Alma, pues aquí me tiene ocupando un espacio por una bobada en donde la autoridad tiene cancelada su intervención, pues antes tendría que sellar los Oxxos y los grandes mercados que siguen vendiendo el líquido ambarino “hasta que se les acabe el inventario”, que por cierto ni al SAT le conviene que se acabe. Las cervezas y los alcoholes de la beberecua humana, ni matan al COVID-19 ni lo impulsan, a menos que en un momento dado el tal virus se envicie y nos abandone para irse a bailar a Chalma…

Y ya voy a terminar con este “angustioso” artículo: Doña Alma, mejor apoye a la alcaldesa Mariana del Pilar Ávila Olmeda en su tarea de cancelar fiestas familiares en donde han sido trasladados los bares y esos antros en donde la “sana distancia” jamás ha existido, pues la cosa es al revés… Por cierto el Carnaval Musical del Café Literario necesitó permiso municipal… ¿Qué pasó?


VIENTOS

Este día me ocuparé de dos temas que por su voluntad propagandística generó la presidenta del Comité Ciudadano de Seguridad Pública y por su angustia ciudadana ante los “monstruos” cerveceros artesanales.

Supongo que tales artesanos no están soñando con derrocar a los grandes monopolios productores de volúmenes masivos de la bebida, ni tan espirituosa, que el lector conoce por razones diversas que no nos incumben y precisamente por ser artesanales, los acusados producen modestos volúmenes de cerveza que luego venden -ahora por culpa del animalito ese llamado coronavirus- en botella cerrada, igualito como venden los Oxxos las marcas propias o la otra grande Modelo, que sigue la pauta desde los mercados de preferencia de los lectores. Nada para escribir al juez.

Seguramente doña Alma Araujo -la presidenta aludida al principio- es enemiga de las bebidas de contenido alcohólico cuya graduación varía según sea de consumo popular o para las gargantas supremas con mayor aceptación de grado como las artesanales, que por eso mismo resultan caras para los modestos bolsillos lo que hace disminuir el volumen de su producción. Son cervezas, las artesanales, para el consumo de la elite que puede visitar los restaurantes de polendas, “popof”, con asiduidad, por cierto hoy cerrados y ofertando - algunos- su menú para “llevar”. Como tradicionalmente lo han hecho los de comida china y con éxito.

Pero no hagamos un tango de lo que simplemente es un son ranchero. Quienes producen cerveza artesanal -son varios en Mexicali- tienen sus fórmulas secretas para darles los sabores que van haciendo paladares en su función diaria competitiva, de donde, reitero, es cerveza que se produce con mucho cuidado y así resulta costosa para el común de los mortales. Son cervezas para presumir en las fiestas hogareñas donde no se invita a cualquiera. Puede creerme doña Alma, que cualquiera puede adquirir un “twelve-pack” de marcas populares, pero nunca encontrará “paquetes” de cerveza artesanal: una de sus singularidades es su demostrada calidad. Lo afirmo.

Y vayamos a los dos temas prometidos. El primero es la libertad de ocuparse de negocios legales, lo que es constitucional y democrático y en este caso las exigencias son muchas. Y aparejado con tal libertad de expresión que los periodistas defendemos a ultranza aunque tales expresiones no tengan trascendencia y origen positivo y que a veces los propios periodistas proporcionamos en busca de ganar una noticia…

Y todo este rollo nos lleva, indefectiblemente, a la afirmación de que somos un país libre en donde comemos y bebemos lo que se nos antoja si tenemos parné… porque el mundo de la felicidad es del “poderoso caballero: don dinero” frente a la disparidad que significa la pobreza. Así que sí trascendió la “angustia” de doña Alma, pues aquí me tiene ocupando un espacio por una bobada en donde la autoridad tiene cancelada su intervención, pues antes tendría que sellar los Oxxos y los grandes mercados que siguen vendiendo el líquido ambarino “hasta que se les acabe el inventario”, que por cierto ni al SAT le conviene que se acabe. Las cervezas y los alcoholes de la beberecua humana, ni matan al COVID-19 ni lo impulsan, a menos que en un momento dado el tal virus se envicie y nos abandone para irse a bailar a Chalma…

Y ya voy a terminar con este “angustioso” artículo: Doña Alma, mejor apoye a la alcaldesa Mariana del Pilar Ávila Olmeda en su tarea de cancelar fiestas familiares en donde han sido trasladados los bares y esos antros en donde la “sana distancia” jamás ha existido, pues la cosa es al revés… Por cierto el Carnaval Musical del Café Literario necesitó permiso municipal… ¿Qué pasó?