/ sábado 10 de octubre de 2020

Tutti frutti sabatini 

VIENTOS

El próximo día 12 celebraremos –unos sí, otros no – el DXXVIII (528) aniversario del descubrimiento de América, llamado hoy con mayor certeza idiomática "El encuentro de dos Mundos".

Todo este emotivo encuentro anunciado desde el palo mayor de la carabela "Santa María" por Juan de Triana, despertó el preocupado sueño del almirante Cristóbal Colón que ya oteaba las angustias y quizá presentidos los movimientos para un amotinamiento de la marinería asustada y harta de un horizonte multiplicado en masa marina, solo mar, con ausencia clara de pájaros anunciadores de tierra, sobre todo las prometidas de oro y especies con la que "la ambición solventó opacando la osadía de un viaje criticado por peligroso, nunca conocido, pero siempre anunciado como "el fin del mundo"… Leyendas, fábulas inventadas por los naturales mentirosos de cantina y rumores que siempre vienen y van colgados de la ignorancia. Imagínese la sorpresa y el descanso anímico del momentoː"Tieeeerraaa a la vistaaaaa"…

Pocos curiosos hoy los imaginantes de las largas horas previas al otorgamiento real del permiso del incierto viaje auspiciado por la reina Isabel de Castilla, quien con su marido, el rey Fernando de Aragón, iban saliendo muy desgastados de la terrible lucha para sacar a los árabes del dominio del mediodía de la península ibérica, cuyo imperio ya cifraba los 700 años. Era el año de 1492 que acompañaba a hurtadillas a la ambición del oscuro navegante, cartógrafo y marinero judío, portugués, italiano o lo que fuere en realidad su sangre, porque también era el éxodo judío -otro más- expulsados por España o aceptados conversos aceptando el vergonzante peyorativo de "cerdos"…

Colón sentaba a su lado a su hijo mayor para mostrarle como el horizonte marino de las costas de Portugal o de España mostraba la curvatura de la Tierra. Que está era redonda y que la astronomía era su mejor auxilio para afirmar que poniendo proa hacia occidente sin desvío, llegarían a las Indias Orientales en donde la pecunia se tornaría en la solución de sus siempre empobrecidos sueños…

Navegar por la punta del continente africano era imposibleː Era ruta eminentemente portuguesa y Portugal era reina de esos mares. Colón pues, les vendía a sus majestades la solución al problema y la posibilidad de aumentar sus extensiones terrenales con tan notable aventura. Y dicen, al fin una leyenda más, que la reina Isabel de Castilla empeñó todas sus joyas para aliviar la carga de tres carabelasː La "Santa María”, la "Pinta" y la "Niña", sus herramientas y sus avituallamientos de vida. Y se confirmó el viaje que partió del Puerto de Palos el 3 de agosto del mismo año, escribiendo una gigantesca historia que nos debe de llenar de júbilo a los mexicanos por haber entrado así a la Historia Universal.

La Nueva España, pues, se generó en el sueño de un modesto vendedor de ilusiones, que al final de su entrega y su empeño marinero y tal vez buscador de tesoros, sólo encontró islas… nunca tierra firme… y un casual navegante sin mérito registró su nombre al continente que debió llamarse Colombia, como con justicia lo tomó para sí el país hermano llamado hoy Colombia y el Distrito de Columbia de los Estados Unidos de Norteamérica. En nosotros la injusticia es proverbial. En Mexicali destruimos y desaparecimos la escultura de Colón. La barbarie en plenitud. Y de casualidad aún tenemos una avenida con su nombre… y nada más. Los asusta el ánima del poderoso navegante sin patria conocida.

Pero por la ruta colombiana, España nos trajo el idioma y la canción. Nos enseñó a escribir y comunicarnos. Y les dimos el chocolate, la vainilla, la flor de Navidad, las papas y los pavos. Cruzamos sangre y aprendimos de un Dios de amor y una virgen cobijante como símbolo de solidaridad. No es poco para andar mendingando perdones innecesarios.

VIENTOS

El próximo día 12 celebraremos –unos sí, otros no – el DXXVIII (528) aniversario del descubrimiento de América, llamado hoy con mayor certeza idiomática "El encuentro de dos Mundos".

Todo este emotivo encuentro anunciado desde el palo mayor de la carabela "Santa María" por Juan de Triana, despertó el preocupado sueño del almirante Cristóbal Colón que ya oteaba las angustias y quizá presentidos los movimientos para un amotinamiento de la marinería asustada y harta de un horizonte multiplicado en masa marina, solo mar, con ausencia clara de pájaros anunciadores de tierra, sobre todo las prometidas de oro y especies con la que "la ambición solventó opacando la osadía de un viaje criticado por peligroso, nunca conocido, pero siempre anunciado como "el fin del mundo"… Leyendas, fábulas inventadas por los naturales mentirosos de cantina y rumores que siempre vienen y van colgados de la ignorancia. Imagínese la sorpresa y el descanso anímico del momentoː"Tieeeerraaa a la vistaaaaa"…

Pocos curiosos hoy los imaginantes de las largas horas previas al otorgamiento real del permiso del incierto viaje auspiciado por la reina Isabel de Castilla, quien con su marido, el rey Fernando de Aragón, iban saliendo muy desgastados de la terrible lucha para sacar a los árabes del dominio del mediodía de la península ibérica, cuyo imperio ya cifraba los 700 años. Era el año de 1492 que acompañaba a hurtadillas a la ambición del oscuro navegante, cartógrafo y marinero judío, portugués, italiano o lo que fuere en realidad su sangre, porque también era el éxodo judío -otro más- expulsados por España o aceptados conversos aceptando el vergonzante peyorativo de "cerdos"…

Colón sentaba a su lado a su hijo mayor para mostrarle como el horizonte marino de las costas de Portugal o de España mostraba la curvatura de la Tierra. Que está era redonda y que la astronomía era su mejor auxilio para afirmar que poniendo proa hacia occidente sin desvío, llegarían a las Indias Orientales en donde la pecunia se tornaría en la solución de sus siempre empobrecidos sueños…

Navegar por la punta del continente africano era imposibleː Era ruta eminentemente portuguesa y Portugal era reina de esos mares. Colón pues, les vendía a sus majestades la solución al problema y la posibilidad de aumentar sus extensiones terrenales con tan notable aventura. Y dicen, al fin una leyenda más, que la reina Isabel de Castilla empeñó todas sus joyas para aliviar la carga de tres carabelasː La "Santa María”, la "Pinta" y la "Niña", sus herramientas y sus avituallamientos de vida. Y se confirmó el viaje que partió del Puerto de Palos el 3 de agosto del mismo año, escribiendo una gigantesca historia que nos debe de llenar de júbilo a los mexicanos por haber entrado así a la Historia Universal.

La Nueva España, pues, se generó en el sueño de un modesto vendedor de ilusiones, que al final de su entrega y su empeño marinero y tal vez buscador de tesoros, sólo encontró islas… nunca tierra firme… y un casual navegante sin mérito registró su nombre al continente que debió llamarse Colombia, como con justicia lo tomó para sí el país hermano llamado hoy Colombia y el Distrito de Columbia de los Estados Unidos de Norteamérica. En nosotros la injusticia es proverbial. En Mexicali destruimos y desaparecimos la escultura de Colón. La barbarie en plenitud. Y de casualidad aún tenemos una avenida con su nombre… y nada más. Los asusta el ánima del poderoso navegante sin patria conocida.

Pero por la ruta colombiana, España nos trajo el idioma y la canción. Nos enseñó a escribir y comunicarnos. Y les dimos el chocolate, la vainilla, la flor de Navidad, las papas y los pavos. Cruzamos sangre y aprendimos de un Dios de amor y una virgen cobijante como símbolo de solidaridad. No es poco para andar mendingando perdones innecesarios.