/ sábado 17 de octubre de 2020

Tutti frutti sabatini 

VIENTOS

El día 14 de febrero – larguísimos 27 años ya – el matutino nacional Excelsior publicó una columna del doctor en filosofía política, don Luis F. Aguilar, maestro distinguido en su materia y autor de varias obras al respecto y además director de la Colección de Antologías de Políticas Públicas, Edn. Miguel Ángel Porrúa. México, D.F. 1993.

Aclaración: Llamo maestros a todos que lo fueron y dejaron huella histórica de su pensamiento social y político. Entre ellos nada menos que Platón y Aristóteles y antes Hesiodo, pero más acá San Agustín y casi casi a la vuelta de la esquina, el Barón de Montesquieu, Jean Jacques Rousseau y como contemporáneo Hans Kelsen y…la lista es larga, por eso detengámonos en el maestro Aguilar.

Un poco concretando, cuando conocí la política a la mexicana en sus intersticios, me alejé de ella y penetré en los escabrosos caminos de la crítica política en donde te tienes que desvestir la ropa vieja, a veces sucia de contagio, para penetrar lo profundo de este fango mexicano que hoy, para facilitar la tarea, el presidente López Obrador llama "espacio de los conservadores" por no utilizar el peyorativo más eficazː corruptos, que es lo que el pueblo le aplaude y estimula.

Esa era la tarea fundamental del PNR, pero este partido cayó a manos de corruptos y salvo del sesgo cardenista con el PRM, todo se volvió fango desde el arribo a la presidencia del licenciado Miguel Alemán Valdés. "Y desde entonces, señor don Amadeo, ya ni en la paz de los sepulcros creo…".

Pero volviendo al maestro Aguilar y su artículo, pasea en su mente una preocupación: el pueblo mexicano, sus ciudadanos, no están preparados para diferenciar lo que es el gobierno de lo que es el Estado Nacional. Con toda sinceridad, este escribidor hubiera agregado que ni siquiera distinguen una entidad federativa mexicana, un Estado pues, de lo que significa un Estado Nacional, una nación pues. Y así resulta imposible avanzar. Es evidente lo que la ignorancia y la falta de educación cívica provocan: violencia en todas partes porque las derechas derrotadas quieren volver al poder y como intuyen que eso no será posible en lo inmediato, entonces provocan o estimulan la destrucción porque no hay vacunas para evitar los "catarros políticos".

El artículo de marras lo tituló el maestro Aguilar "Tiempo de preguntas", eran otros los tiempos y voy a tratar de separar un gajo por hoy. Escribió: "Le hemos dado kilos de tinta, de papel, de neuronas y ganas a la cuestión de la democracia en México. Algo formidable, necesario y prometedor. Pero nuestra vieja costumbre integrista, hemos encargado a la democracia la solución de todos los conflictos, problemas y males sociales y hemos creído que le sobraba capacidad para resolverlos en el instante. La convertimos en panacea".

Y luego, apuntando con precisión maestra, afirma que la unidad, estabilidad y prosperidad del país requiere mucho más cosas que la democracia. Y luego enlista lo que yo afirmo que es lo más odiado de los mexicanos: "… mercados activos, contribución fiscal, obediencia de leyes, justicia imparcial, inteligencia colectiva, dedicación personal, solidaridad social…". Si fuéramos japoneses, alemanes u holandeses, lo creería… pero somos mexicanos…

Finalmente por hoy, el maestro Aguilar quiere llamar la atención en un punto esencial: Antes de la democracia está el Estado. La democracia tiene sentido si se le coloca en el preciso lugar que tiene reservado en el Estado Nacional.

En los próximos sábados 24 y 31, si vivo, continuaré con la clase gratis del maestro Aguilar, si es que usted llegó a leerme hasta este punto final.

VIENTOS

El día 14 de febrero – larguísimos 27 años ya – el matutino nacional Excelsior publicó una columna del doctor en filosofía política, don Luis F. Aguilar, maestro distinguido en su materia y autor de varias obras al respecto y además director de la Colección de Antologías de Políticas Públicas, Edn. Miguel Ángel Porrúa. México, D.F. 1993.

Aclaración: Llamo maestros a todos que lo fueron y dejaron huella histórica de su pensamiento social y político. Entre ellos nada menos que Platón y Aristóteles y antes Hesiodo, pero más acá San Agustín y casi casi a la vuelta de la esquina, el Barón de Montesquieu, Jean Jacques Rousseau y como contemporáneo Hans Kelsen y…la lista es larga, por eso detengámonos en el maestro Aguilar.

Un poco concretando, cuando conocí la política a la mexicana en sus intersticios, me alejé de ella y penetré en los escabrosos caminos de la crítica política en donde te tienes que desvestir la ropa vieja, a veces sucia de contagio, para penetrar lo profundo de este fango mexicano que hoy, para facilitar la tarea, el presidente López Obrador llama "espacio de los conservadores" por no utilizar el peyorativo más eficazː corruptos, que es lo que el pueblo le aplaude y estimula.

Esa era la tarea fundamental del PNR, pero este partido cayó a manos de corruptos y salvo del sesgo cardenista con el PRM, todo se volvió fango desde el arribo a la presidencia del licenciado Miguel Alemán Valdés. "Y desde entonces, señor don Amadeo, ya ni en la paz de los sepulcros creo…".

Pero volviendo al maestro Aguilar y su artículo, pasea en su mente una preocupación: el pueblo mexicano, sus ciudadanos, no están preparados para diferenciar lo que es el gobierno de lo que es el Estado Nacional. Con toda sinceridad, este escribidor hubiera agregado que ni siquiera distinguen una entidad federativa mexicana, un Estado pues, de lo que significa un Estado Nacional, una nación pues. Y así resulta imposible avanzar. Es evidente lo que la ignorancia y la falta de educación cívica provocan: violencia en todas partes porque las derechas derrotadas quieren volver al poder y como intuyen que eso no será posible en lo inmediato, entonces provocan o estimulan la destrucción porque no hay vacunas para evitar los "catarros políticos".

El artículo de marras lo tituló el maestro Aguilar "Tiempo de preguntas", eran otros los tiempos y voy a tratar de separar un gajo por hoy. Escribió: "Le hemos dado kilos de tinta, de papel, de neuronas y ganas a la cuestión de la democracia en México. Algo formidable, necesario y prometedor. Pero nuestra vieja costumbre integrista, hemos encargado a la democracia la solución de todos los conflictos, problemas y males sociales y hemos creído que le sobraba capacidad para resolverlos en el instante. La convertimos en panacea".

Y luego, apuntando con precisión maestra, afirma que la unidad, estabilidad y prosperidad del país requiere mucho más cosas que la democracia. Y luego enlista lo que yo afirmo que es lo más odiado de los mexicanos: "… mercados activos, contribución fiscal, obediencia de leyes, justicia imparcial, inteligencia colectiva, dedicación personal, solidaridad social…". Si fuéramos japoneses, alemanes u holandeses, lo creería… pero somos mexicanos…

Finalmente por hoy, el maestro Aguilar quiere llamar la atención en un punto esencial: Antes de la democracia está el Estado. La democracia tiene sentido si se le coloca en el preciso lugar que tiene reservado en el Estado Nacional.

En los próximos sábados 24 y 31, si vivo, continuaré con la clase gratis del maestro Aguilar, si es que usted llegó a leerme hasta este punto final.