/ sábado 12 de diciembre de 2020

Tutti frutti sabatini

VIENTOS

Por los caminos del tiempo que de alguna manera grabaron las huellas del paso de los constituyentes de 1917 – luego de la defenestración de don Porfirio Díaz −, el parto exclusivista, interpretativo así por los victoriosos, con apuntamientos singulares de un movimiento, cuya mejor definición – anónimo bautizo popular – fue ʺla bolaʺ, ocuparon un poco de atención al caso insular nacional, pero con eficacia, según colijo respetuosamente.

Curiosamente somos una nación que nace a través del contacto isleño en el Caribe, pero ni siquiera pudimos producir una cultura alimentaria marítima. Una conclusión triste sin justificación, soslayada, torpemente marginada. Pero así es.

Fíjese el lector – si le interesa el tema – que, en 1900, Antonio García Cubas pone un punto de atención sobre el islario mexicano y tuvieron que pasar 10 años para que Manuel Muñoz Lumbier continuara con esa preocupación la investigación en la materia. Y fíjese bien, pasaron 20 largos años para que la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas de pronto advirtieran que ahí, desde 1917, teníamos un oficio pendiente. Después, Ricardo Toscano, un señor que sintió el importamadrismo gubernamental sobre la materia, hizo su personal esfuerzo y colaboración seguramente no solicitada. Y tras el ʺsueño de los injustosʺ (28 años de olvido), la Secretaría de Marina se siente parte y le entra al toro sin resultados positivos hasta que en 1981, ¡por fin¡, la obligada Secretaría de Gobernación se aparece porque se lo ordena la Presidencia de la República y edita el muy importante ʺInventario de las Islas, Cayos y Arrecifes del Territorio Nacionalʺ. ¡Aleluya! Aquí, con una sencillez sin discusión, se puntualiza el contenido de esta colaboración: que Isla de Cedros es una isla federal y no tiene porqué ser una delegación del municipio de Ensenada, Baja California.

Concretemos: De los hechos preparatorios de la Constitución de 1917 nacieron los textos reformistas al respecto de la Carta Magna de 1857, en el articulado 42 y 48. De eso tengo más de 20 años escribiendo y ninguna autoridad superior de gobierno: presidentes de la República, secretarios de Gobernación (incluyendo a la actual), Congresos de la Unión, congresos locales, gobernadores bajacalifornianos, presidentes municipales y regidores colegiados en ayuntamientos, pero tampoco quienes debieran estar más alertas, las autoridades electorales, desde 1952 hasta hoy, se han preocupado por esta falta de un muy claro mandato constitucional: las islas de los mares adyacentes a Baja California, son de administración federal. Y en 2021 vamos a otra elección local y en Cedros se votará como locales.

Lo sorprendente y lo consigno porque pocos, muy pocos, lo sabemos, que nuestro actual Secretario (General) de Gobierno, el Lic. Amador Rodríguez Lozano, en el 2003 era diputado federal de la XVIII Legislatura del Congreso de la Unión y al respecto, como principal referencia al artículo 48 constitucional, presentó ante la Comisión de Puntos Constitucionales una serie de reformas a los artículos 42, 48 y 73, para que se entregaran las islas hoy federales a las entidades federativas que las contienen en sus mares adyacentes para su directa administración. Y ahí, haciendo brillar el poco interés oficial, la tal idea mayúscula duerme ʺel sueño de los justosʺ…

A quien se interese (y sé que son pocos) la historia está en la Gaceta Parlamentaria de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, número 1236 – I − miércoles 23 abril de 2003.

¿Puede alguien informarme por qué del silencio al respecto de Isla de Cedros que exporta cada año 5 millones de toneladas de sal a Japón y no sabemos, pobres bajacalifornianos herniados del cerebro, no sabemos a dónde van los impuestos generados? ¿Lo sabe usted? Espero la respuesta de mi amigo Amador Rodríguez Lozano… si la merezco.


VIENTOS

Por los caminos del tiempo que de alguna manera grabaron las huellas del paso de los constituyentes de 1917 – luego de la defenestración de don Porfirio Díaz −, el parto exclusivista, interpretativo así por los victoriosos, con apuntamientos singulares de un movimiento, cuya mejor definición – anónimo bautizo popular – fue ʺla bolaʺ, ocuparon un poco de atención al caso insular nacional, pero con eficacia, según colijo respetuosamente.

Curiosamente somos una nación que nace a través del contacto isleño en el Caribe, pero ni siquiera pudimos producir una cultura alimentaria marítima. Una conclusión triste sin justificación, soslayada, torpemente marginada. Pero así es.

Fíjese el lector – si le interesa el tema – que, en 1900, Antonio García Cubas pone un punto de atención sobre el islario mexicano y tuvieron que pasar 10 años para que Manuel Muñoz Lumbier continuara con esa preocupación la investigación en la materia. Y fíjese bien, pasaron 20 largos años para que la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas de pronto advirtieran que ahí, desde 1917, teníamos un oficio pendiente. Después, Ricardo Toscano, un señor que sintió el importamadrismo gubernamental sobre la materia, hizo su personal esfuerzo y colaboración seguramente no solicitada. Y tras el ʺsueño de los injustosʺ (28 años de olvido), la Secretaría de Marina se siente parte y le entra al toro sin resultados positivos hasta que en 1981, ¡por fin¡, la obligada Secretaría de Gobernación se aparece porque se lo ordena la Presidencia de la República y edita el muy importante ʺInventario de las Islas, Cayos y Arrecifes del Territorio Nacionalʺ. ¡Aleluya! Aquí, con una sencillez sin discusión, se puntualiza el contenido de esta colaboración: que Isla de Cedros es una isla federal y no tiene porqué ser una delegación del municipio de Ensenada, Baja California.

Concretemos: De los hechos preparatorios de la Constitución de 1917 nacieron los textos reformistas al respecto de la Carta Magna de 1857, en el articulado 42 y 48. De eso tengo más de 20 años escribiendo y ninguna autoridad superior de gobierno: presidentes de la República, secretarios de Gobernación (incluyendo a la actual), Congresos de la Unión, congresos locales, gobernadores bajacalifornianos, presidentes municipales y regidores colegiados en ayuntamientos, pero tampoco quienes debieran estar más alertas, las autoridades electorales, desde 1952 hasta hoy, se han preocupado por esta falta de un muy claro mandato constitucional: las islas de los mares adyacentes a Baja California, son de administración federal. Y en 2021 vamos a otra elección local y en Cedros se votará como locales.

Lo sorprendente y lo consigno porque pocos, muy pocos, lo sabemos, que nuestro actual Secretario (General) de Gobierno, el Lic. Amador Rodríguez Lozano, en el 2003 era diputado federal de la XVIII Legislatura del Congreso de la Unión y al respecto, como principal referencia al artículo 48 constitucional, presentó ante la Comisión de Puntos Constitucionales una serie de reformas a los artículos 42, 48 y 73, para que se entregaran las islas hoy federales a las entidades federativas que las contienen en sus mares adyacentes para su directa administración. Y ahí, haciendo brillar el poco interés oficial, la tal idea mayúscula duerme ʺel sueño de los justosʺ…

A quien se interese (y sé que son pocos) la historia está en la Gaceta Parlamentaria de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, número 1236 – I − miércoles 23 abril de 2003.

¿Puede alguien informarme por qué del silencio al respecto de Isla de Cedros que exporta cada año 5 millones de toneladas de sal a Japón y no sabemos, pobres bajacalifornianos herniados del cerebro, no sabemos a dónde van los impuestos generados? ¿Lo sabe usted? Espero la respuesta de mi amigo Amador Rodríguez Lozano… si la merezco.