/ sábado 26 de diciembre de 2020

Tutti frutti sabatini

Vientos


No pocas veces una nota periodística cualquiera nos envía a la nostalgia por cierto muy propia de la ancianidad. Antes, escribía una columna diaria excepto en domingo, y eso me permitía tocar con oportunidad temas del momento. Hoy, mi columna sabatina que tantos lectores me dió por su versatilidad, hube de convertirla en temas políticos con cierto dejo de oportunidad. Otras veces también nos trae la noticia del momento, la nostalgia de un pasado ya muerto que nunca más volverá.

Fíjese usted: en 1940 este escribidor tenía 12 años de edad y ya buscaba apurar mis estudios porque era condición familiar que primero la escuela y luego la vagancia que me era tan buscada. En las tardes, terminadas las tareas y esculcando los bolsillos o a mis amigos ricos la invitación lograba el viaje a McCallier’s, una taquería alejada del puerto ensenadense unos kilómetros apenas con rumbo al hoy llamado Sauzal de Rodríguez, en donde expendían unos sabrosos tacos de langosta en tortillas de harina y una salsa chipén… ¡Imagínese!: ¡Tacos de langosta!

Hoy me encontré una nota espeluznante: en China, el precio de la langosta bajacaliforniana llegó a 94 dólares el kilo que una langosta sola, sin el carapacho, no da ese peso, pero dos sí. Y la nota dice que un pleito comercial entre Australia y China hicieron caer el precio de la langosta australiana hasta los 25 dólares kilo. Hace relativamente poco, en Puerto Nuevo (carretera Tijuana-Ensenada), - y de eso deben existir muchos testigos hoy -, usted podía gustar una langosta con arroz y frijoles de la olla por menos de 100 pesos mexicanos.

En aquellos tiempos, el abulón era botana en las cantinas y en las casas cuando no había otra cosa que ofrecer a las visitas con vinos regionales. Hoy, el abulón – hay siete clases y en términos generales se denomina, científicamente, Haliotis - ya ni siquiera se encuentra en el mercado y cuando lo había, estaba envitrinado y bajo llave como un tesoro. Parece que su precio, envasado, es de 27 dólares lata… si lo haya usted. En 1940 y hasta 1950, una lata costaba un dólar.

Y otro recuerdo me lo trajo una columna de mi admirada señora compañera eventual de página, doña Laura López Murillo, que en ʺLA VOZʺ del 7 de enero de este año desventurado, acreditó a una Evelyn Beatriz Hall esta frase: ʺEstoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirloʺ. Y es que quizá desconoce quién fue el escritor francés llamado François Marie Arovet, ʺmi maestroʺ, archiconocido por los viejos lectores (cuando había lectores) como Voltaire (se pronuncia Volterrr), que fue el autor de la frase ʺNo estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé, hasta la muerte, el derecho que tienes para decirloʺ. Volataire fue un espíritu práctico, hostil a toda metafísica que fundó la filosofía moral-natural en la tolerancia y la razón, que, en parte, creo, iluminó a nuestro presidente López Obrador, filosofía a veces desesperante… pero así es. Y ésto, despertó otra fase de mi ser: al epigramista de juguetería y escribí:

No me mires como a un bagre Si es que no acuerdas conmigo: Recuerda, no eres mi amigo Y sigo siendo tu padre.

No es filosofía volteriana, sino de mi vulgar cosecha. Es simplemente una broma – tal vez, reparo, de mal gusto – pero de algo habrá de servir para paliar un tanto el encarcelario destino momentáneo al que nos arrojó un virus chino que nos dejó vestidos y alborotados soñando horizontes felices pensando en el adiós a Trump… ʺy todo se derrumbóʺ, como dice la canción. Que la pase bien este fin de semana, y si no tiene para qué salir, quédese en casita y ¡Viva la vida que no retoña! ¡Feliz Navidad y muy saludable Año Nuevo!

Vientos


No pocas veces una nota periodística cualquiera nos envía a la nostalgia por cierto muy propia de la ancianidad. Antes, escribía una columna diaria excepto en domingo, y eso me permitía tocar con oportunidad temas del momento. Hoy, mi columna sabatina que tantos lectores me dió por su versatilidad, hube de convertirla en temas políticos con cierto dejo de oportunidad. Otras veces también nos trae la noticia del momento, la nostalgia de un pasado ya muerto que nunca más volverá.

Fíjese usted: en 1940 este escribidor tenía 12 años de edad y ya buscaba apurar mis estudios porque era condición familiar que primero la escuela y luego la vagancia que me era tan buscada. En las tardes, terminadas las tareas y esculcando los bolsillos o a mis amigos ricos la invitación lograba el viaje a McCallier’s, una taquería alejada del puerto ensenadense unos kilómetros apenas con rumbo al hoy llamado Sauzal de Rodríguez, en donde expendían unos sabrosos tacos de langosta en tortillas de harina y una salsa chipén… ¡Imagínese!: ¡Tacos de langosta!

Hoy me encontré una nota espeluznante: en China, el precio de la langosta bajacaliforniana llegó a 94 dólares el kilo que una langosta sola, sin el carapacho, no da ese peso, pero dos sí. Y la nota dice que un pleito comercial entre Australia y China hicieron caer el precio de la langosta australiana hasta los 25 dólares kilo. Hace relativamente poco, en Puerto Nuevo (carretera Tijuana-Ensenada), - y de eso deben existir muchos testigos hoy -, usted podía gustar una langosta con arroz y frijoles de la olla por menos de 100 pesos mexicanos.

En aquellos tiempos, el abulón era botana en las cantinas y en las casas cuando no había otra cosa que ofrecer a las visitas con vinos regionales. Hoy, el abulón – hay siete clases y en términos generales se denomina, científicamente, Haliotis - ya ni siquiera se encuentra en el mercado y cuando lo había, estaba envitrinado y bajo llave como un tesoro. Parece que su precio, envasado, es de 27 dólares lata… si lo haya usted. En 1940 y hasta 1950, una lata costaba un dólar.

Y otro recuerdo me lo trajo una columna de mi admirada señora compañera eventual de página, doña Laura López Murillo, que en ʺLA VOZʺ del 7 de enero de este año desventurado, acreditó a una Evelyn Beatriz Hall esta frase: ʺEstoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirloʺ. Y es que quizá desconoce quién fue el escritor francés llamado François Marie Arovet, ʺmi maestroʺ, archiconocido por los viejos lectores (cuando había lectores) como Voltaire (se pronuncia Volterrr), que fue el autor de la frase ʺNo estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé, hasta la muerte, el derecho que tienes para decirloʺ. Volataire fue un espíritu práctico, hostil a toda metafísica que fundó la filosofía moral-natural en la tolerancia y la razón, que, en parte, creo, iluminó a nuestro presidente López Obrador, filosofía a veces desesperante… pero así es. Y ésto, despertó otra fase de mi ser: al epigramista de juguetería y escribí:

No me mires como a un bagre Si es que no acuerdas conmigo: Recuerda, no eres mi amigo Y sigo siendo tu padre.

No es filosofía volteriana, sino de mi vulgar cosecha. Es simplemente una broma – tal vez, reparo, de mal gusto – pero de algo habrá de servir para paliar un tanto el encarcelario destino momentáneo al que nos arrojó un virus chino que nos dejó vestidos y alborotados soñando horizontes felices pensando en el adiós a Trump… ʺy todo se derrumbóʺ, como dice la canción. Que la pase bien este fin de semana, y si no tiene para qué salir, quédese en casita y ¡Viva la vida que no retoña! ¡Feliz Navidad y muy saludable Año Nuevo!