/ sábado 24 de abril de 2021

Tutti frutti sabatini

VIENTOS

México ha transcurrido desde que se desprendió del yugo virreinal, por diferentes intentos - todos fallidos - en busca de un sistema político que solucionara los miles de problemas que nos heredó en todos los niveles: sociales, educativos, políticos, culturales y ético-morales.

La sensible pérdida del poder que advirtió el clero católico a pesar de la afirmación de José María Morelos y Pavón en Apatzingán que la única religión en México sería la católica, lo juzgó con certeza ese clero cuando a vistas se iban imponiendo las ideas liberales abanderadas por los ritos masónicos que traían en sus alforjas nuevas formas políticas que se daban ya en el Continente Europeo.

Este fue el paso al “sueño” democrático generado por Montesquieu y Rosseau y sus sucesores pergeñeros fundidos en disquisiciones académicas que no alcanzaron a purificar la incultura política popular que nunca, hasta hoy, se ha enterado de la multiplicación de las estructuras de este jaez.

En México el tránsito a la democracia sigue esperando para mejorar tal sistema tan defendido con falsos argumentos, pero tan evasivo. Nuestra democracia representativa es una burla del poder político montado sobre lomos de la incultura popular que ha arribado, harta per se, de una corrupción generadora de violencia, en una revolución que pocos entienden (la 4T) que ha querido evitar los balazos y prefirió el camino de la conquista de votos para transformar “la democracia a la mexicana”.

Los que se oponen a la 4T son del “grupo” añejo de conservadores que tienen muchos años tratando un estereotipo de nación de espíritu monárquico. Es cosa genética, religiosa. Es el encuentro ancestral de los imperios azteca, mayas, barascos confundidos en el mestizaje con el imperio español y con una religión que pasó de politeísta a monoteísta que parió el concepto machista en donde el uno es varón. Y, claro, el presidencialismo que hoy, para no tirar balazos, “Morena”, regresándole el valor a la Guadalupana, símbolo femenino incomprendido por la estupidez, recobrará el valor de su más grande valor: la maternidad que dignifica y magníficas lo que se había perdido por siglos.

Hoy las nóminas electorales registran más mujeres que hombres. Ignoro si mejor preparadas porque del primer debate (¿Debate?) nada se saca en claro: de ellas y de ellos. Se debate un tema, una o varias ideas para saber que el argumentador sabe lo que dice y aporta los mejores argumentos.

Claro que la mejor oradora es Lupita Jones. Pero las palabras NO hacen buen Gobierno. Las tonterías de Hank Rhon frustran el "monstruo" del caliente Arguye que quien toque una mujer se la verá con él. Eso ni Juan Tenorio se atrevió a decir, aunque ambos se parezcan en sus historias. La caballada está flaca... pero no la yeguada.

Pero regresemos a lo importante: la incultura política en México. Pocos saben que la democracia tiene múltiples conformaciones. Hasta democracias monárquicas. Defender a lo macuache la democracia mexicana que nunca ha existido, es perder el tiempo. Se supone que esto es una ilusión. Es claro que tiene composición, pero es un pesado paquete que diputados, senadores y congresos locales primero consultarán con el partido fuerte, el mandón, el líder. Pero por eso sí hay manera si esa es la voluntad del mero mero. No hay otro camino para transformar a México... o sí: una revolución armada. Dénle las gracias a AMLO de que ha preferido la paz.

VIENTOS

México ha transcurrido desde que se desprendió del yugo virreinal, por diferentes intentos - todos fallidos - en busca de un sistema político que solucionara los miles de problemas que nos heredó en todos los niveles: sociales, educativos, políticos, culturales y ético-morales.

La sensible pérdida del poder que advirtió el clero católico a pesar de la afirmación de José María Morelos y Pavón en Apatzingán que la única religión en México sería la católica, lo juzgó con certeza ese clero cuando a vistas se iban imponiendo las ideas liberales abanderadas por los ritos masónicos que traían en sus alforjas nuevas formas políticas que se daban ya en el Continente Europeo.

Este fue el paso al “sueño” democrático generado por Montesquieu y Rosseau y sus sucesores pergeñeros fundidos en disquisiciones académicas que no alcanzaron a purificar la incultura política popular que nunca, hasta hoy, se ha enterado de la multiplicación de las estructuras de este jaez.

En México el tránsito a la democracia sigue esperando para mejorar tal sistema tan defendido con falsos argumentos, pero tan evasivo. Nuestra democracia representativa es una burla del poder político montado sobre lomos de la incultura popular que ha arribado, harta per se, de una corrupción generadora de violencia, en una revolución que pocos entienden (la 4T) que ha querido evitar los balazos y prefirió el camino de la conquista de votos para transformar “la democracia a la mexicana”.

Los que se oponen a la 4T son del “grupo” añejo de conservadores que tienen muchos años tratando un estereotipo de nación de espíritu monárquico. Es cosa genética, religiosa. Es el encuentro ancestral de los imperios azteca, mayas, barascos confundidos en el mestizaje con el imperio español y con una religión que pasó de politeísta a monoteísta que parió el concepto machista en donde el uno es varón. Y, claro, el presidencialismo que hoy, para no tirar balazos, “Morena”, regresándole el valor a la Guadalupana, símbolo femenino incomprendido por la estupidez, recobrará el valor de su más grande valor: la maternidad que dignifica y magníficas lo que se había perdido por siglos.

Hoy las nóminas electorales registran más mujeres que hombres. Ignoro si mejor preparadas porque del primer debate (¿Debate?) nada se saca en claro: de ellas y de ellos. Se debate un tema, una o varias ideas para saber que el argumentador sabe lo que dice y aporta los mejores argumentos.

Claro que la mejor oradora es Lupita Jones. Pero las palabras NO hacen buen Gobierno. Las tonterías de Hank Rhon frustran el "monstruo" del caliente Arguye que quien toque una mujer se la verá con él. Eso ni Juan Tenorio se atrevió a decir, aunque ambos se parezcan en sus historias. La caballada está flaca... pero no la yeguada.

Pero regresemos a lo importante: la incultura política en México. Pocos saben que la democracia tiene múltiples conformaciones. Hasta democracias monárquicas. Defender a lo macuache la democracia mexicana que nunca ha existido, es perder el tiempo. Se supone que esto es una ilusión. Es claro que tiene composición, pero es un pesado paquete que diputados, senadores y congresos locales primero consultarán con el partido fuerte, el mandón, el líder. Pero por eso sí hay manera si esa es la voluntad del mero mero. No hay otro camino para transformar a México... o sí: una revolución armada. Dénle las gracias a AMLO de que ha preferido la paz.