/ viernes 18 de marzo de 2022

Ucrania y la neblina de guerra

Luis Humberto Fernández Fuentes

Las lecciones de Robert McNamara, quien fue secretario de la Defensa de Estados Unidos, presidente de Ford y del Banco Mundial, se narran en el libro “La Neblina de Guerra”, el cual repasa lo que aprendió a través de su intensa vida pública y señala que a veces los hechos son tan complejos que están más allá de la habilidad humana para comprender todas las variables.

La oscuridad, el ruido y la incertidumbre hacen que los hechos por venir nos sean difíciles de visualizar y Ucrania es un extraordinario ejemplo de esto.

Imágen Ilustrativa | Freepik / Vectorium

En estas lecciones señala como número 1 la empatía con el enemigo y tratar de ponernos en la piel y los ojos de él y vernos a través de ellos. No tiene que ver con la simpatía, simplemente es entender las razones, no necesariamente aceptarlas, porque la empatía es capaz de generar herramientas para evitar las confusiones.

En Ucrania el conflicto se ha vuelto un diálogo de sordos, en el que están imperando valores irracionales. Militarmente es muy probable que Rusia gane la guerra y que en algún momento tome Kiev, sin que esto signifique mayor seguridad o prosperidad para Moscú. No se incrementará el poder de Putin y es probable que una sociedad que se acostumbró por más de 33 años a los bienes occidentales y ahora carezca de ellos, sumado a una predecible crisis económica, no quede muy contenta. Habrá que ver qué puede más: Si el discurso de Putin o los hábitos consumistas.

En cuanto a la soberanía, Rusia se podría convertir en un punto más de la ruta de la seda y dependerá de manera absoluta de China.

Por otro lado, en la OTAN tampoco se avanza nada, regresaremos a la época de la Guerra Fría, lo que sin duda significará mayor presupuesto para armas y menor inversión para el desarrollo. ¿A dónde va todo esto entonces? La crisis de Ucrania precipitará las tendencias actuales. Europa y Estados Unidos acelerarán de manera vertiginosa sus esfuerzos para generar energías limpias y renovables y no tener que depender del gas o petróleo de nadie. Otras zonas del mundo podrán contagiarse de estos efectos, como podría ser Taiwán, Cachemira y Medio Oriente.

La eventual caída de Kiev no significará el final del conflicto, apenas será el inicio. La historia nos ha mostrado que estas incursiones no son sencillas. Ni los rusos ni los norteamericanos pudieron mantener Afganistán ni tampoco Vietnam, por lo que implicará un costo humano, económico y político para todas las partes.

Más allá de las consideraciones éticas, políticas e ideológicas de McNamara, nadie puede regatear que él y Kissinger fueron quienes mejor entendieron el poder en su tiempo. Por lo que no es para nada deleznable el consejo de tener empatía con el enemigo. Es momento para todos los actores del conflicto de detenerse y verse a través de los ojos del adversario y entender que los hechos de poder por sí mismos, sin una racionalidad humana detrás, siempre traen consecuencias terribles.

Si no se logra la empatía como un inicio de reconciliación, entraremos en un momento que no haya posibilidad de vencedor en ningún aspecto.


Luis Humberto Fernández Fuentes

Las lecciones de Robert McNamara, quien fue secretario de la Defensa de Estados Unidos, presidente de Ford y del Banco Mundial, se narran en el libro “La Neblina de Guerra”, el cual repasa lo que aprendió a través de su intensa vida pública y señala que a veces los hechos son tan complejos que están más allá de la habilidad humana para comprender todas las variables.

La oscuridad, el ruido y la incertidumbre hacen que los hechos por venir nos sean difíciles de visualizar y Ucrania es un extraordinario ejemplo de esto.

Imágen Ilustrativa | Freepik / Vectorium

En estas lecciones señala como número 1 la empatía con el enemigo y tratar de ponernos en la piel y los ojos de él y vernos a través de ellos. No tiene que ver con la simpatía, simplemente es entender las razones, no necesariamente aceptarlas, porque la empatía es capaz de generar herramientas para evitar las confusiones.

En Ucrania el conflicto se ha vuelto un diálogo de sordos, en el que están imperando valores irracionales. Militarmente es muy probable que Rusia gane la guerra y que en algún momento tome Kiev, sin que esto signifique mayor seguridad o prosperidad para Moscú. No se incrementará el poder de Putin y es probable que una sociedad que se acostumbró por más de 33 años a los bienes occidentales y ahora carezca de ellos, sumado a una predecible crisis económica, no quede muy contenta. Habrá que ver qué puede más: Si el discurso de Putin o los hábitos consumistas.

En cuanto a la soberanía, Rusia se podría convertir en un punto más de la ruta de la seda y dependerá de manera absoluta de China.

Por otro lado, en la OTAN tampoco se avanza nada, regresaremos a la época de la Guerra Fría, lo que sin duda significará mayor presupuesto para armas y menor inversión para el desarrollo. ¿A dónde va todo esto entonces? La crisis de Ucrania precipitará las tendencias actuales. Europa y Estados Unidos acelerarán de manera vertiginosa sus esfuerzos para generar energías limpias y renovables y no tener que depender del gas o petróleo de nadie. Otras zonas del mundo podrán contagiarse de estos efectos, como podría ser Taiwán, Cachemira y Medio Oriente.

La eventual caída de Kiev no significará el final del conflicto, apenas será el inicio. La historia nos ha mostrado que estas incursiones no son sencillas. Ni los rusos ni los norteamericanos pudieron mantener Afganistán ni tampoco Vietnam, por lo que implicará un costo humano, económico y político para todas las partes.

Más allá de las consideraciones éticas, políticas e ideológicas de McNamara, nadie puede regatear que él y Kissinger fueron quienes mejor entendieron el poder en su tiempo. Por lo que no es para nada deleznable el consejo de tener empatía con el enemigo. Es momento para todos los actores del conflicto de detenerse y verse a través de los ojos del adversario y entender que los hechos de poder por sí mismos, sin una racionalidad humana detrás, siempre traen consecuencias terribles.

Si no se logra la empatía como un inicio de reconciliación, entraremos en un momento que no haya posibilidad de vencedor en ningún aspecto.