/ jueves 22 de julio de 2021

Un delito indomable

CUCHILLITO DE PALO

O así lo parece. La trata de personas se multiplica en el mundo entero y, a pesar del esfuerzo de las autoridades de varios países, no se le ve fin.

Un delito que agravia a la persona que lo sufre y a las familias que viven el horror de la desaparición de uno de sus miembros, sin que jamás vuelvan a saber de ella o él. Se dice -con sorna- que “salió a comprar cigarros y jamás volvió”, en relación a cónyuges que se esfuman del domicilio para huir con una amante.

La realidad es que el número de desaparecidos en México es escalofriante y, en la mayoría de los casos queda en el misterio. Pocos expedientes se esclarecen y menos tienen final feliz. Las fosas, a lo largo y ancho de la República, esconden una multitud de restos humanos que en su mayoría jamás se identifican. Las bandas criminales asuelan con los conocidos como “levantones” a entidades enteras.

El Sol de Tijuana

Otros expedientes, igual de oscuros, son los que competen a la trata de personas. Inconcebible que en pleno siglo XXI se trafique con hombres, mujeres y menores, a los que se secuestra de por vida. En Estados Unidos se calcula que hay unos 25 millones de personas en estas condiciones. Es difícil atrapar a las bandas que ejercen estos crímenes debido a sus redes internacionales. Mafias enteras se dedican a este comercio que vemos en películas y series de televisión y que creemos producto de la imaginación de un guionista.

El tipo más conocido es el de la explotación sexual. Las chicas desaparecidas acaban en prostíbulos de otros países, sometidas a sus captores. No es la única forma: Existe la esclavitud –aunque resulte inconcebible-, los trabajos forzados y el tráfico de órganos.

Hace unos meses se localizó a una joven a la que se mantenía esclavizada a una familia propietaria de una tintorería que la obligaba a trabajar día y noche, sin salario, mal alimentada y secuestrada entre cuatro paredes. Una película española, ganadora de varios premios, exhibía el drama de un grupo grande de orientales, encerrados en un sótano donde hacían labores de confección de ropa, también secuestrados y sin posibilidad de huir…

En dos años ha habido más de 4 mil 455 llamadas por denuncia a la línea nacional contra la trata de personas procedentes de toda la República. Los maleantes buscan a sus víctimas a través de las redes sociales; hasta hace poco, mediante el enamoramiento de jóvenes inocentes que caían en el garlito del galancete que conocieron en la computadora. Ahora el enganche es más común engañando con ofertas de trabajo. Si se revisan las alertas Ámber se verá que muchas de las mujeres desaparecidas salieron a una “cita para una chamba”... Delitos atroces que poco se conocen y que afectan a tantos seres humanos. Reconcilia el que haya quien se preocupe y ocupe de perseguirlo.


CUCHILLITO DE PALO

O así lo parece. La trata de personas se multiplica en el mundo entero y, a pesar del esfuerzo de las autoridades de varios países, no se le ve fin.

Un delito que agravia a la persona que lo sufre y a las familias que viven el horror de la desaparición de uno de sus miembros, sin que jamás vuelvan a saber de ella o él. Se dice -con sorna- que “salió a comprar cigarros y jamás volvió”, en relación a cónyuges que se esfuman del domicilio para huir con una amante.

La realidad es que el número de desaparecidos en México es escalofriante y, en la mayoría de los casos queda en el misterio. Pocos expedientes se esclarecen y menos tienen final feliz. Las fosas, a lo largo y ancho de la República, esconden una multitud de restos humanos que en su mayoría jamás se identifican. Las bandas criminales asuelan con los conocidos como “levantones” a entidades enteras.

El Sol de Tijuana

Otros expedientes, igual de oscuros, son los que competen a la trata de personas. Inconcebible que en pleno siglo XXI se trafique con hombres, mujeres y menores, a los que se secuestra de por vida. En Estados Unidos se calcula que hay unos 25 millones de personas en estas condiciones. Es difícil atrapar a las bandas que ejercen estos crímenes debido a sus redes internacionales. Mafias enteras se dedican a este comercio que vemos en películas y series de televisión y que creemos producto de la imaginación de un guionista.

El tipo más conocido es el de la explotación sexual. Las chicas desaparecidas acaban en prostíbulos de otros países, sometidas a sus captores. No es la única forma: Existe la esclavitud –aunque resulte inconcebible-, los trabajos forzados y el tráfico de órganos.

Hace unos meses se localizó a una joven a la que se mantenía esclavizada a una familia propietaria de una tintorería que la obligaba a trabajar día y noche, sin salario, mal alimentada y secuestrada entre cuatro paredes. Una película española, ganadora de varios premios, exhibía el drama de un grupo grande de orientales, encerrados en un sótano donde hacían labores de confección de ropa, también secuestrados y sin posibilidad de huir…

En dos años ha habido más de 4 mil 455 llamadas por denuncia a la línea nacional contra la trata de personas procedentes de toda la República. Los maleantes buscan a sus víctimas a través de las redes sociales; hasta hace poco, mediante el enamoramiento de jóvenes inocentes que caían en el garlito del galancete que conocieron en la computadora. Ahora el enganche es más común engañando con ofertas de trabajo. Si se revisan las alertas Ámber se verá que muchas de las mujeres desaparecidas salieron a una “cita para una chamba”... Delitos atroces que poco se conocen y que afectan a tantos seres humanos. Reconcilia el que haya quien se preocupe y ocupe de perseguirlo.


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