/ viernes 3 de abril de 2020

Un reencuentro inesperado

EN ALGÚN LUGAR...

En algún lugar aislado, sin más compañía que los pensamientos, rodeada de las ideas que permanecían agazapadas, me dispongo a redescubrir lo que alguna vez pospuse y ahora, en la solitaria autoría del que escribe, extiendo las fronteras de mi mundo para reencontrar los confines de la proximidad…

En la escala geológica del tiempo se han registrado las extinciones que modificaron la faz de la Tierra devastando a la mayoría de las formas de vida. Esos cataclismos se desencadenaron por las fuerzas incontenibles del planeta, los cambios fueron inminentes, repentinos, inesperados y solo sobrevivieron aquellas especies que se adaptaron al nuevo entorno. Elizabeth Kolbert, ganadora del Premio Pulitzer en 2015, sorprendió al mundo cuando demostró los estragos de los patrones de consumo de la humanidad en los ecosistemas y en la biodiversidad.

La investigación de Kolbert confirmó que la sexta extinción -provocada por la humanidad- es paulatina como el cambio climático e irreversible como la desaparición de especies.

Ahora, en plena era Antropozoica (así llamada por la aparición del homo sapiens), la pandemia del coronavirus se incorpora a todos los males provocados por nuestra especie y nos encontramos súbitamente en el umbral de la próxima mutación. Pero la mutación del Holoceno impondrá cambios sociales y la adaptación al aislamiento.

Nuestra especie, como todos los seres vivos, es gregaria; somos un animal social por naturaleza, pero ahora el aristotélico ser político deberá adaptarse al aislamiento y superar las ansiedades, las angustias y las frustraciones que el confinamiento provoca. El tiempo se extenderá a límites inimaginables y el ocio absorberá la mayoría de las horas; como una de las secuelas del distanciamiento, la voz interior trascenderá todos los ruidos y será inevitable escucharla en un reencuentro inesperado con uno mismo. Y así, la soledad relativa será el detonante de una mutación social y resurgirá la empatía con la que alguna vez iniciamos el trayecto hacia la civilización.

Somos una especie con un optimismo, arraigado y temerario. Por eso aprovecharemos la inaudita posibilidad de confirmar leyes darwinianas a flor de piel, porque la soledad relativa también provocará cambios en otros tejidos, órganos y sistemas: se agudizarán los sentidos para percibir a distancia lo que antes era cercano; aprenderemos a interpretar con la vista y el oído todo lo que percibíamos con el tacto. Además, la sobrevivencia exige la reingeniería de los hábitos: Un conglomerado de prosumidores acostumbrados a la inmediatez debe aprender a esperar y a posponer; el plazo incierto de la contingencia obligará a moderar y racionalizar el consumo extirpando el egoísmo y el dispendio.

En México apenas iniciamos el período de confinamiento riguroso y las secuelas empiezan a registrarse gracias a la tecnología; los encuentros que eran presenciales hoy son virtuales, la comunidad se reúne en la ubicuidad y las distancias se desvanecen. Y ahora, en la solitaria autoría del que espera, se extienden las fronteras de la soledad para reencontrar los confines de la proximidad…

enalgunlugarlaura@hotmail.com


EN ALGÚN LUGAR...

En algún lugar aislado, sin más compañía que los pensamientos, rodeada de las ideas que permanecían agazapadas, me dispongo a redescubrir lo que alguna vez pospuse y ahora, en la solitaria autoría del que escribe, extiendo las fronteras de mi mundo para reencontrar los confines de la proximidad…

En la escala geológica del tiempo se han registrado las extinciones que modificaron la faz de la Tierra devastando a la mayoría de las formas de vida. Esos cataclismos se desencadenaron por las fuerzas incontenibles del planeta, los cambios fueron inminentes, repentinos, inesperados y solo sobrevivieron aquellas especies que se adaptaron al nuevo entorno. Elizabeth Kolbert, ganadora del Premio Pulitzer en 2015, sorprendió al mundo cuando demostró los estragos de los patrones de consumo de la humanidad en los ecosistemas y en la biodiversidad.

La investigación de Kolbert confirmó que la sexta extinción -provocada por la humanidad- es paulatina como el cambio climático e irreversible como la desaparición de especies.

Ahora, en plena era Antropozoica (así llamada por la aparición del homo sapiens), la pandemia del coronavirus se incorpora a todos los males provocados por nuestra especie y nos encontramos súbitamente en el umbral de la próxima mutación. Pero la mutación del Holoceno impondrá cambios sociales y la adaptación al aislamiento.

Nuestra especie, como todos los seres vivos, es gregaria; somos un animal social por naturaleza, pero ahora el aristotélico ser político deberá adaptarse al aislamiento y superar las ansiedades, las angustias y las frustraciones que el confinamiento provoca. El tiempo se extenderá a límites inimaginables y el ocio absorberá la mayoría de las horas; como una de las secuelas del distanciamiento, la voz interior trascenderá todos los ruidos y será inevitable escucharla en un reencuentro inesperado con uno mismo. Y así, la soledad relativa será el detonante de una mutación social y resurgirá la empatía con la que alguna vez iniciamos el trayecto hacia la civilización.

Somos una especie con un optimismo, arraigado y temerario. Por eso aprovecharemos la inaudita posibilidad de confirmar leyes darwinianas a flor de piel, porque la soledad relativa también provocará cambios en otros tejidos, órganos y sistemas: se agudizarán los sentidos para percibir a distancia lo que antes era cercano; aprenderemos a interpretar con la vista y el oído todo lo que percibíamos con el tacto. Además, la sobrevivencia exige la reingeniería de los hábitos: Un conglomerado de prosumidores acostumbrados a la inmediatez debe aprender a esperar y a posponer; el plazo incierto de la contingencia obligará a moderar y racionalizar el consumo extirpando el egoísmo y el dispendio.

En México apenas iniciamos el período de confinamiento riguroso y las secuelas empiezan a registrarse gracias a la tecnología; los encuentros que eran presenciales hoy son virtuales, la comunidad se reúne en la ubicuidad y las distancias se desvanecen. Y ahora, en la solitaria autoría del que espera, se extienden las fronteras de la soledad para reencontrar los confines de la proximidad…

enalgunlugarlaura@hotmail.com


ÚLTIMASCOLUMNAS