PENSARES
Era una linda niña que escuchó a su madre y padre hablando sobre su hermanito menor. Todo lo que ella sabía era que su hermanito estaba muy enfermo y que sus padres no tenían más dinero.
La familia estaba por mudarse a un edificio de departamentos al mes siguiente, porque su padre ya no tenía el dinero suficiente para las cuentas médicas y la casa, solamente una cirugía muy costosa podría salvar a su hermanito y hasta el momento no habían conseguido a nadie que les prestara el dinero. Escuchó a sus padres que solamente un milagro podría salvar a su hermanito.
La niña subió a su habitación y sacó una alcancía de debajo de la cama que tenía escondida solo para ocasiones especiales; sacó todo el dinero que tenía allí y lo contó cuidadosamente. Para estar segura lo contó tres veces, luego colocó el dinero nuevamente en la alcancía, salió por la puerta trasera de su casa y caminó seis cuadras hasta la farmacia más cercana.
Esperó pacientemente a que el señor de la farmacia le prestara atención:
-¿Y qué es lo que quieres?, preguntó el farmacéutico.
-Bueno, vengo a hablarte de mi hermanito; él está muy enfermo y quiero comprar un milagro.
-¿Cómo? -preguntó el de la farmacia-.
-Mi hermanito tiene algo malo creciendo dentro de su cabeza y mi padre dice que solo un milagro puede salvarlo. Así que ¿cuánto cuesta un milagro?
-Aquí no vendemos milagros niña, lo siento, pero no te puedo ayudar.
-Escuche: Tengo el dinero para pagarlo; si no es suficiente entonces buscaré el resto, solo dígame cuánto cuesta.
El hermano del farmacéutico, que era un hombre bien vestido, se puso de rodillas ante la niña y le preguntó:
-¿Qué tipo de milagro necesita tu hermanito?
-No lo sé -respondió la niña-, solo sé que está enfermo y mi madre dice que necesita una operación, pero mi padre no puede pagarla. Es por eso que quiero usar mi dinero para pagarla.
-¿Y cuánto tienes?
-Once pesos y 15 centavos -respondió la niña-. Y es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si es necesario.
Vaya coincidencia -sonrió el hombre- es el precio exacto para un milagro para hermanitos menores. Tomó el dinero con una mano y con la otra tomó a la niña y le dijo:
-Llévame a tu casa, quiero ver a tu hermanito y conocer a tus padres, vamos a ver si tengo el tipo de milagro que necesitas.
Resulta ser que el hombre bien vestido era un cirujano especializado en neurocirugía. La operación fue realizada sin costo alguno y no pasó mucho tiempo en que el hermanito estaba de regreso en su casa y mejorando cada día más.
Esa cirugía -dijo la madre- fue un verdadero milagro, me pregunto cuánto habrá costado.
La niña sabía exactamente cuánto había costado ese milagro: 11 pesos y 15 centavos más la fe.
Un milagro no es la suspensión de una ley natural, sino la operación de una ley superior.