/ lunes 5 de noviembre de 2018

Utopías salvadoras

EL MURO

Muchos han inventado mundos de caramelo, pero solo una persona tuvo el acierto de bautizarlo acorde a la realidad: Utopía quiere decir “un lugar que no existe”.

Thomas More recurrió a la etimología para diseñar en 1517 el nombre de una isla de ensueño. El prefijo griego “ou” es un indicativo negador que deriva del protoindoeuropeo “óyu k’id”, una expresión que se utilizaba para decir “nunca en tu vida…”. “Topos” se usó en griego para definir lo relacionado con lugares, desde el universo, la tierra, las regiones de un país o sitios comunes, como un edificio, el ingrediente final llegó con el sufijo “ía” al que se recurre tanto en griego, latín y castellano, para formar sustantivos abstractos femeninos. A lo largo de milenios, los soñadores atribulados por el desconsuelo de su entorno han echado a volar su ingenio para crear mundos ideales, algunos bastante curiosos: Sócrates fantaseaba con una ciudad/estado igualitaria gobernada por filósofos, de uno y otro sexo, que no procreaban dentro de la unidad familiar, sino que una vez al año organizaban orgías con fines reproductivos. Calafia era la reina de California, una isla (¿otra?, ¿casualidad? no, porque el fin de las sociedades perfectas, es alejarse de la chusma) bañada en oro, poblada por bellas mujeres negras, sin caballeros, quienes sólo eran requeridos para el apareamiento, luego asesinados. Un grupo de frailes franciscanos escribió en la Inglaterra del siglo XIV una serie de poemas, de entre los cuales destaca “Land of Cockayne”: “Hay ríos anchos y finos/ de aceite, leche, miel y de vino/ Cada hombre puede beber hasta saciarse/ y no necesita sudar para pagar la factura (…) enseña a las monjas una oración/ con sus piernas arriba y abajo en el aire/ el monje que puede ser un buen semental…”. Por más castillos en el aire que construyamos, lo mejor que podemos hacer es resignarnos, reconocer que el mundo es como es: Asimétrico, inequitativo, poblado de individualidades que evolucionaron por y para el egoísmo, que priorizan el interés personal, filial, familiar, de clan. Por encima del resto somos pequeñas islas grupales a las que se les dificulta el sincero buen trato a los demás. Como si fuera poco lo anterior, tenemos a los ventajosos, quienes descomponen aún más el ambiente con su codicia incontrolada, aquellos que a pesar de tener lo suficiente obran como si no tuvieran un peso. “Muertosdehambre” es una expresión que aplica lo mismo al político que finge servir al pueblo, mientras sustrae dinero del erario o al empresario que no le importa dañar la salud con productos prescindibles que nadie le ha pedido. A todos ellos, Ezra Pound dedicó el impactante poema titulado “Con usura”. Pero de todas las utopías salvadoras, la que más preocupa porque es la que alienta al “muertodehambre” y fortalece la cadena dañosa, es aquella que advirtió Lenin en un ensayo muy recomendable, escrito en 1912 “…cuanto más bajo sea el nivel educativo de las masas, más fácilmente aparecerán las utopías políticas y más tiempo persistirán”.


EL MURO

Muchos han inventado mundos de caramelo, pero solo una persona tuvo el acierto de bautizarlo acorde a la realidad: Utopía quiere decir “un lugar que no existe”.

Thomas More recurrió a la etimología para diseñar en 1517 el nombre de una isla de ensueño. El prefijo griego “ou” es un indicativo negador que deriva del protoindoeuropeo “óyu k’id”, una expresión que se utilizaba para decir “nunca en tu vida…”. “Topos” se usó en griego para definir lo relacionado con lugares, desde el universo, la tierra, las regiones de un país o sitios comunes, como un edificio, el ingrediente final llegó con el sufijo “ía” al que se recurre tanto en griego, latín y castellano, para formar sustantivos abstractos femeninos. A lo largo de milenios, los soñadores atribulados por el desconsuelo de su entorno han echado a volar su ingenio para crear mundos ideales, algunos bastante curiosos: Sócrates fantaseaba con una ciudad/estado igualitaria gobernada por filósofos, de uno y otro sexo, que no procreaban dentro de la unidad familiar, sino que una vez al año organizaban orgías con fines reproductivos. Calafia era la reina de California, una isla (¿otra?, ¿casualidad? no, porque el fin de las sociedades perfectas, es alejarse de la chusma) bañada en oro, poblada por bellas mujeres negras, sin caballeros, quienes sólo eran requeridos para el apareamiento, luego asesinados. Un grupo de frailes franciscanos escribió en la Inglaterra del siglo XIV una serie de poemas, de entre los cuales destaca “Land of Cockayne”: “Hay ríos anchos y finos/ de aceite, leche, miel y de vino/ Cada hombre puede beber hasta saciarse/ y no necesita sudar para pagar la factura (…) enseña a las monjas una oración/ con sus piernas arriba y abajo en el aire/ el monje que puede ser un buen semental…”. Por más castillos en el aire que construyamos, lo mejor que podemos hacer es resignarnos, reconocer que el mundo es como es: Asimétrico, inequitativo, poblado de individualidades que evolucionaron por y para el egoísmo, que priorizan el interés personal, filial, familiar, de clan. Por encima del resto somos pequeñas islas grupales a las que se les dificulta el sincero buen trato a los demás. Como si fuera poco lo anterior, tenemos a los ventajosos, quienes descomponen aún más el ambiente con su codicia incontrolada, aquellos que a pesar de tener lo suficiente obran como si no tuvieran un peso. “Muertosdehambre” es una expresión que aplica lo mismo al político que finge servir al pueblo, mientras sustrae dinero del erario o al empresario que no le importa dañar la salud con productos prescindibles que nadie le ha pedido. A todos ellos, Ezra Pound dedicó el impactante poema titulado “Con usura”. Pero de todas las utopías salvadoras, la que más preocupa porque es la que alienta al “muertodehambre” y fortalece la cadena dañosa, es aquella que advirtió Lenin en un ensayo muy recomendable, escrito en 1912 “…cuanto más bajo sea el nivel educativo de las masas, más fácilmente aparecerán las utopías políticas y más tiempo persistirán”.