/ miércoles 3 de marzo de 2021

Verdecerá porque verde será

El Muro


Para la entusiasta autoridad, pronto en Mexicali reinará la felicidad y todo verdecerá, ya que el semáforo epidemiológico verde será. Porque el verde es vida y verde quiere decir aquello que brota, es vigoroso, vivo y joven. Quizá por esa razón terminamos nombrando así al color de las plantas. Incluso en lugares como esta ciudad de condiciones desérticas, desde las alturas es posible ver que lo predominante es el verdor.

En el caso del coronavirus algunas otras cosas atraviesan por el verde. Además de la metáfora semafórica, tenemos que cloro significa “verde claro”, así igual que el color de la botella de una marca mexicana que comercializa el producto. De verde deriva también verdugo, cuyo primer significado remitía a una vara que se corta verde.

Manipular con fines no muy claros una herramienta como el semáforo, es una especie de crueldad. El 5 de agosto del año pasado en “Daltonismo covidiano” escribimos: “Si acaso la autoridad sabe con fundamento científico que la cantidad total de contagios no es tan alta, entonces al autorizar la reactivación gradual de la normalidad, está mandando al matadero a cientos de personas porque la tendencia será ignorar las recomendaciones de salubridad. Ahora, si no lo sabe, pero aun así se animó a hacerlo bajo la premisa de que ya es mucho tiempo de encierro improductivo, la cosa es peor”.

Siete meses después seguimos sin tener una cifra precisa del porcentaje de contagios. La semana pasada dijimos que en el más caótico de los escenarios alrededor del 30% de los cachanillas ya estuvo contagiado, lo cual significa que el resto está disponible para recibir el virus por primera vez. A eso hay que sumarle que la cantidad de personas vacunadas es minúscula e insignificante como para conseguir la inmunidad de rebaño. No existen, pues, razones para el optimismo.

Los contagios han disminuido en buena parte gracias a las medidas de control. Un semáforo en verde hará creer a muchos que el problema ya ha sido resuelto cuando eso no es cierto. De seguir como vamos, es altamente probable que en las próximas semanas en plena campaña, previo a las elecciones, veamos un incremento de contagios, algo que podría ser una pesadilla no solo para las víctimas y sus familias sino también para los candidatos del partido en el poder.

El Muro


Para la entusiasta autoridad, pronto en Mexicali reinará la felicidad y todo verdecerá, ya que el semáforo epidemiológico verde será. Porque el verde es vida y verde quiere decir aquello que brota, es vigoroso, vivo y joven. Quizá por esa razón terminamos nombrando así al color de las plantas. Incluso en lugares como esta ciudad de condiciones desérticas, desde las alturas es posible ver que lo predominante es el verdor.

En el caso del coronavirus algunas otras cosas atraviesan por el verde. Además de la metáfora semafórica, tenemos que cloro significa “verde claro”, así igual que el color de la botella de una marca mexicana que comercializa el producto. De verde deriva también verdugo, cuyo primer significado remitía a una vara que se corta verde.

Manipular con fines no muy claros una herramienta como el semáforo, es una especie de crueldad. El 5 de agosto del año pasado en “Daltonismo covidiano” escribimos: “Si acaso la autoridad sabe con fundamento científico que la cantidad total de contagios no es tan alta, entonces al autorizar la reactivación gradual de la normalidad, está mandando al matadero a cientos de personas porque la tendencia será ignorar las recomendaciones de salubridad. Ahora, si no lo sabe, pero aun así se animó a hacerlo bajo la premisa de que ya es mucho tiempo de encierro improductivo, la cosa es peor”.

Siete meses después seguimos sin tener una cifra precisa del porcentaje de contagios. La semana pasada dijimos que en el más caótico de los escenarios alrededor del 30% de los cachanillas ya estuvo contagiado, lo cual significa que el resto está disponible para recibir el virus por primera vez. A eso hay que sumarle que la cantidad de personas vacunadas es minúscula e insignificante como para conseguir la inmunidad de rebaño. No existen, pues, razones para el optimismo.

Los contagios han disminuido en buena parte gracias a las medidas de control. Un semáforo en verde hará creer a muchos que el problema ya ha sido resuelto cuando eso no es cierto. De seguir como vamos, es altamente probable que en las próximas semanas en plena campaña, previo a las elecciones, veamos un incremento de contagios, algo que podría ser una pesadilla no solo para las víctimas y sus familias sino también para los candidatos del partido en el poder.