/ lunes 21 de mayo de 2018

Vientos

“Al maestro con cariño”


El martes 15 anterior se festejó el Día del Maestro celebrando en paralelo cien años de haberse instituido esta fecha gracias a los diputados al Congreso de la Unión, coronel Benito Ramos Ives y el doctor Enrique Viesca Lobatón.

La palabra Maestro era la costumbre, el estilo, la manera utilizada en el centro de la República para nombrar al profesor. Hoy, una maestría es un postgrado, luego de obtener una licenciatura, a la maestría le sigue un doctorado. Sin embargo seguimos llamando a un licenciado en medicina doctor. Cosas de la costumbre. Lo cito sin ánimo de minimizar al talento, la preparación, la capacidad enorme de algunos profesores que incluso lo fueron sin tener ocasión de asistir a escuelas normalistas y en su tiempo fueron verdaderos maestros que se dice, se sacrificaban por enseñar lo que sabían y que iban aprendiendo casi al parejo de la transmisión educativa.

Mi maestra Ascensión Ríos, ignoro si fue a una Normal. Pero fue una maestra excepcional. Y recuerdo con mucho afecto e inolvidable cariño a mis profesores Narcisa Barrón, Carlos Lever, Alfonso Ángeles (que luego fue mi amigo), Fortino Dávila, Manuel Cárdenas, esos en primaria. En secundaria a Héctor A. Migoni Fontes, Melesio Rosales Gómez, Adrián Salas, el Dr. Mejía, Ramón Arballo en lo suyo y tantos más a quienes adeudo para siempre su enseñanza y mi amor por las letras y mi preparación para mi carrera profesional en donde otra cauda de magníficos “maestros” dieron curso a mi destino y los abrazo desde aquí a la eternidad, junto a los recuerdos dolorosos de mis hermosas escuelas que destruyó “la modernidad” que abomino y perdón si ofendo.

Pero para este escribidor, los maestros, dicho así con afecto, son seres distintos. Claro que hay excepciones, como en todo. Y son distintos porque son la extensión educativa del hogar o la educación misma cuando falla el hogar o no existe. Y la batalla con los niños templa el carácter y lo condiciona para la paciencia, para las instancias de paz.

Tardíamente los abrazo con afecto y con respeto. Incluyo a los profesores dignos de la CNTE, los que no son el muestrario de la educación que propalan, los que destruyen y eso enseñan. Con esos nunca estaré. El hombre cuando empezó a articular palabras las usó para comunicarse, nunca para insultar. Eso es lo que siguió cuando les hizo falta tamaños para ir a la guerra frontal que se vale cuando es para defenderse y no para agredir como les place a los anglosajones y germanos y vikingos y otros de la misma ralea.

Felicito a los que hablan, a los que enseñan lo mejor, a quienes se sacrifican a diario para que las nuevas generaciones aprendan que la vida no es el combate, pero sí la lucha por ideales que se solventa primero con la palabra y sin acudir a bloqueos que producen dinero mal habido, que destruyen edificios oficiales por ser “del gobierno” y sin razón alguna.

A todos los serios, los educados para el bien, los enfundados en el uniforme de la paz, los que tienen hijos y saben cuidar a los ajenos, los que enseñan para el desarrollo de sus educandos. Y mi abrazo es claro, franco y sincero. Aunque sea tarde…

“Al maestro con cariño”


El martes 15 anterior se festejó el Día del Maestro celebrando en paralelo cien años de haberse instituido esta fecha gracias a los diputados al Congreso de la Unión, coronel Benito Ramos Ives y el doctor Enrique Viesca Lobatón.

La palabra Maestro era la costumbre, el estilo, la manera utilizada en el centro de la República para nombrar al profesor. Hoy, una maestría es un postgrado, luego de obtener una licenciatura, a la maestría le sigue un doctorado. Sin embargo seguimos llamando a un licenciado en medicina doctor. Cosas de la costumbre. Lo cito sin ánimo de minimizar al talento, la preparación, la capacidad enorme de algunos profesores que incluso lo fueron sin tener ocasión de asistir a escuelas normalistas y en su tiempo fueron verdaderos maestros que se dice, se sacrificaban por enseñar lo que sabían y que iban aprendiendo casi al parejo de la transmisión educativa.

Mi maestra Ascensión Ríos, ignoro si fue a una Normal. Pero fue una maestra excepcional. Y recuerdo con mucho afecto e inolvidable cariño a mis profesores Narcisa Barrón, Carlos Lever, Alfonso Ángeles (que luego fue mi amigo), Fortino Dávila, Manuel Cárdenas, esos en primaria. En secundaria a Héctor A. Migoni Fontes, Melesio Rosales Gómez, Adrián Salas, el Dr. Mejía, Ramón Arballo en lo suyo y tantos más a quienes adeudo para siempre su enseñanza y mi amor por las letras y mi preparación para mi carrera profesional en donde otra cauda de magníficos “maestros” dieron curso a mi destino y los abrazo desde aquí a la eternidad, junto a los recuerdos dolorosos de mis hermosas escuelas que destruyó “la modernidad” que abomino y perdón si ofendo.

Pero para este escribidor, los maestros, dicho así con afecto, son seres distintos. Claro que hay excepciones, como en todo. Y son distintos porque son la extensión educativa del hogar o la educación misma cuando falla el hogar o no existe. Y la batalla con los niños templa el carácter y lo condiciona para la paciencia, para las instancias de paz.

Tardíamente los abrazo con afecto y con respeto. Incluyo a los profesores dignos de la CNTE, los que no son el muestrario de la educación que propalan, los que destruyen y eso enseñan. Con esos nunca estaré. El hombre cuando empezó a articular palabras las usó para comunicarse, nunca para insultar. Eso es lo que siguió cuando les hizo falta tamaños para ir a la guerra frontal que se vale cuando es para defenderse y no para agredir como les place a los anglosajones y germanos y vikingos y otros de la misma ralea.

Felicito a los que hablan, a los que enseñan lo mejor, a quienes se sacrifican a diario para que las nuevas generaciones aprendan que la vida no es el combate, pero sí la lucha por ideales que se solventa primero con la palabra y sin acudir a bloqueos que producen dinero mal habido, que destruyen edificios oficiales por ser “del gobierno” y sin razón alguna.

A todos los serios, los educados para el bien, los enfundados en el uniforme de la paz, los que tienen hijos y saben cuidar a los ajenos, los que enseñan para el desarrollo de sus educandos. Y mi abrazo es claro, franco y sincero. Aunque sea tarde…