/ martes 22 de mayo de 2018

Vientos

Segunda ronda… y nada


Los enfrentamientos políticos llamados debates, lo son como muestrario de vaciedades intelectuales. El sistema novísimo para la confrontación ideado por el INE, plausible, no se corresponde con la opinión de los actores, pero también falla por su nutrida alimentación temática.

La política en México hace tiempo que degeneró en “política a la mexicana”, expresión peyorativa que con apariencia de modelo político singular, apenas llegó a un ridículo disfraz ofensivo por su inoperancia, esa que nos resulta evidente cuando la violencia, la pobreza, la ausencia de un desarrollo cierto y la ineptitud de los responsables en las áreas respectivas, apenas son entes fantasmales de nómina efectiva o francos ladrones de los dineros del pueblo.

Y en ese ser político “a la mexicana” se crean los diversos procesos, tanto económicos como jurídicos y, lo peor, los políticos y con ellos los electorales desde tiempo pretérito sometidos a la incredibilidad ciudadana. Y conste que no estoy apuntando los métodos elaborados tal vez con absoluta responsabilidad; estoy escribiendo sobre quiénes son los conductores y los responsables de la aprobación metodológica escenográfica, hombres y mujeres que por su cortedad intelectual o la de sus jefes, se desvían o no penetran con profundidad hasta el arribo y exagerada quisquillosidad que habilita prevenciones y éxitos siempre, con el defecto de su presencia a posteriori.

Y así es como cada seis años llegamos a los “debates” presidenciales cada vez diferentes cada sexenio, como “novísimos moles” para afirmar así el carnaval de la política “a la mexicana” que está estructurada en los términos constitucionales intocables por la reformas incluso del osado presidente Peña Nieto.

En esta avanzada alborada del siglo XXI, valdría la pena revisar el tema político estructurado en los siglos XIX y XX precedentes. Desde que la Independencia nos alumbró con la libertad y la soberanía teóricas y con esas “luces” recorrimos los caminos iluminados con diversas “antorchas”, sólo para advertir los enfrentamientos entre hermanos de sangre, entre ideólogos acartonados de bibliotecas, que luego se convirtieron en enemigos irreconciliables, irreductibles; y también entre líderes de ideas modernas que luego muy rápido envejecen, se dio al traste con los sueños de verdadera libertad e independencia. Fue así como se inició nuestro actual sistema, entre luchas de insurgentes y conservadores que siguieron con diferentes nombres hasta la fecha, y así como construimos el desastre que nos ocupa a tantos y a tantos preocupa.

Sí, fuimos nosotros mismos los encargados de prostituir nuestros anhelos por causa de egoísmos, envidias, errores desafortunados y miserias mentales y morales. Y con tales herramientas llegamos al hoy, en que gozamos de una libertad de expresión y medios rapidísimos de comunicación revolviéndonos en nuestras propias miserias históricas y estos “debates” que sólo son el sumum de la majadería, de la falta de respeto al pueblo mexicano que a la vez no respeta a nadie ya, y menos a sus mandatos constitucionales y las leyes que de ella emanen… imitación pura.

Sí, así es la vida: Segunda ronda, segundo “debate” y claro, nada para escribir a casa. ¿Quién triunfó? El que usted quiera sagrado lector.


Segunda ronda… y nada


Los enfrentamientos políticos llamados debates, lo son como muestrario de vaciedades intelectuales. El sistema novísimo para la confrontación ideado por el INE, plausible, no se corresponde con la opinión de los actores, pero también falla por su nutrida alimentación temática.

La política en México hace tiempo que degeneró en “política a la mexicana”, expresión peyorativa que con apariencia de modelo político singular, apenas llegó a un ridículo disfraz ofensivo por su inoperancia, esa que nos resulta evidente cuando la violencia, la pobreza, la ausencia de un desarrollo cierto y la ineptitud de los responsables en las áreas respectivas, apenas son entes fantasmales de nómina efectiva o francos ladrones de los dineros del pueblo.

Y en ese ser político “a la mexicana” se crean los diversos procesos, tanto económicos como jurídicos y, lo peor, los políticos y con ellos los electorales desde tiempo pretérito sometidos a la incredibilidad ciudadana. Y conste que no estoy apuntando los métodos elaborados tal vez con absoluta responsabilidad; estoy escribiendo sobre quiénes son los conductores y los responsables de la aprobación metodológica escenográfica, hombres y mujeres que por su cortedad intelectual o la de sus jefes, se desvían o no penetran con profundidad hasta el arribo y exagerada quisquillosidad que habilita prevenciones y éxitos siempre, con el defecto de su presencia a posteriori.

Y así es como cada seis años llegamos a los “debates” presidenciales cada vez diferentes cada sexenio, como “novísimos moles” para afirmar así el carnaval de la política “a la mexicana” que está estructurada en los términos constitucionales intocables por la reformas incluso del osado presidente Peña Nieto.

En esta avanzada alborada del siglo XXI, valdría la pena revisar el tema político estructurado en los siglos XIX y XX precedentes. Desde que la Independencia nos alumbró con la libertad y la soberanía teóricas y con esas “luces” recorrimos los caminos iluminados con diversas “antorchas”, sólo para advertir los enfrentamientos entre hermanos de sangre, entre ideólogos acartonados de bibliotecas, que luego se convirtieron en enemigos irreconciliables, irreductibles; y también entre líderes de ideas modernas que luego muy rápido envejecen, se dio al traste con los sueños de verdadera libertad e independencia. Fue así como se inició nuestro actual sistema, entre luchas de insurgentes y conservadores que siguieron con diferentes nombres hasta la fecha, y así como construimos el desastre que nos ocupa a tantos y a tantos preocupa.

Sí, fuimos nosotros mismos los encargados de prostituir nuestros anhelos por causa de egoísmos, envidias, errores desafortunados y miserias mentales y morales. Y con tales herramientas llegamos al hoy, en que gozamos de una libertad de expresión y medios rapidísimos de comunicación revolviéndonos en nuestras propias miserias históricas y estos “debates” que sólo son el sumum de la majadería, de la falta de respeto al pueblo mexicano que a la vez no respeta a nadie ya, y menos a sus mandatos constitucionales y las leyes que de ella emanen… imitación pura.

Sí, así es la vida: Segunda ronda, segundo “debate” y claro, nada para escribir a casa. ¿Quién triunfó? El que usted quiera sagrado lector.