/ miércoles 22 de diciembre de 2021

Villanos somos todos

EL MURO

En los países de avanzada parte del control de la contaminación incluye modificar los ingredientes de las gasolinas, mientras en Mexicali andamos viendo quién nos vende litros de a litro.

Lo anterior quiere decir que, contrario a la creencia popular, aquí el mayor problema se encuentra en las emisiones vehiculares, justo donde todos tenemos qué ver y no necesariamente en las empresas malditas de las nocturnas chimeneas humeantes.

Por el bien de todos, conviene aceptar que para tener eco en la prensa un problema social debe ser fácilmente reconocible y contar con un villano de preferencia poderoso. Si llegado el momento se descubre que villanos somos todos, entonces pierde “valor periodístico” y por ende interés, o bien, se fuerzan las cosas para eliminar lo impopular, sesgando la narrativa para mantener vivo el caso.

Así se captó la contaminación desde el Centro Cívico y Comercial

Así se captó la contaminación desde el Centro Cívico y Comercial | Cortesía gobierno municipal

La presión social tiene influencia limitada, ataca lo notorio y termina hasta obtener un paliativo o cuando el conflicto se dispersa entre otros aprietos comunitarios. La presión social cachanilla ha conseguido una disminución perceptible en el consumo de pirotecnia, pero solo funciona durante diciembre. Los mapas de la ciudad llenos de marcas color morado o guinda como supuesta prueba de una alta contaminación, solo mueve a la lamentación mas no a la acción, crea autómatas ilusos, firmes creyentes de que compartiendo publicaciones de monitoreo contaminante a través de Facebook, hacen algo por la causa.

La regularización de los carros ‘chocolate’ sí es un problema de legalidad, de inseguridad pública, pero también forma parte de la ecuación contaminante. La verificación vehicular honesta, con equipo de calidad, a precios amigables, es parte esencial para el control eficaz de las emisiones, ya que en todo el municipio circulan 24/7 alrededor de 600 mil vehículos que expulsan en el mejor de los casos, un promedio de 400 gramos de CO2 por milla o, casi 5 toneladas métricas al año, todos ellas invisibles.

Sería insensato creer en una autoridad comprometida en fiscalizar las emisiones de las grandes empresas, por lo tanto la tarea pasa del lado ciudadano, porque si modificamos hábitos, por ejemplo midiendo los entornos propios con sensores individuales (“Advancing enviromental exposure assesment science to benefit society”), si activamos el car pool, utilizamos bicicletas, caminamos más, aplicamos la hibernación escolar (tomar clases en línea en el invierno), será más sencillo pasar el papel de villano, ahora sí con pruebas innegables, a los empresarios de las chimeneas y entonces nosotros sí seríamos los buenos de la película. Entre tanto, en esto de la contaminación villanos somos todos aunque nos moleste.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

En los países de avanzada parte del control de la contaminación incluye modificar los ingredientes de las gasolinas, mientras en Mexicali andamos viendo quién nos vende litros de a litro.

Lo anterior quiere decir que, contrario a la creencia popular, aquí el mayor problema se encuentra en las emisiones vehiculares, justo donde todos tenemos qué ver y no necesariamente en las empresas malditas de las nocturnas chimeneas humeantes.

Por el bien de todos, conviene aceptar que para tener eco en la prensa un problema social debe ser fácilmente reconocible y contar con un villano de preferencia poderoso. Si llegado el momento se descubre que villanos somos todos, entonces pierde “valor periodístico” y por ende interés, o bien, se fuerzan las cosas para eliminar lo impopular, sesgando la narrativa para mantener vivo el caso.

Así se captó la contaminación desde el Centro Cívico y Comercial

Así se captó la contaminación desde el Centro Cívico y Comercial | Cortesía gobierno municipal

La presión social tiene influencia limitada, ataca lo notorio y termina hasta obtener un paliativo o cuando el conflicto se dispersa entre otros aprietos comunitarios. La presión social cachanilla ha conseguido una disminución perceptible en el consumo de pirotecnia, pero solo funciona durante diciembre. Los mapas de la ciudad llenos de marcas color morado o guinda como supuesta prueba de una alta contaminación, solo mueve a la lamentación mas no a la acción, crea autómatas ilusos, firmes creyentes de que compartiendo publicaciones de monitoreo contaminante a través de Facebook, hacen algo por la causa.

La regularización de los carros ‘chocolate’ sí es un problema de legalidad, de inseguridad pública, pero también forma parte de la ecuación contaminante. La verificación vehicular honesta, con equipo de calidad, a precios amigables, es parte esencial para el control eficaz de las emisiones, ya que en todo el municipio circulan 24/7 alrededor de 600 mil vehículos que expulsan en el mejor de los casos, un promedio de 400 gramos de CO2 por milla o, casi 5 toneladas métricas al año, todos ellas invisibles.

Sería insensato creer en una autoridad comprometida en fiscalizar las emisiones de las grandes empresas, por lo tanto la tarea pasa del lado ciudadano, porque si modificamos hábitos, por ejemplo midiendo los entornos propios con sensores individuales (“Advancing enviromental exposure assesment science to benefit society”), si activamos el car pool, utilizamos bicicletas, caminamos más, aplicamos la hibernación escolar (tomar clases en línea en el invierno), será más sencillo pasar el papel de villano, ahora sí con pruebas innegables, a los empresarios de las chimeneas y entonces nosotros sí seríamos los buenos de la película. Entre tanto, en esto de la contaminación villanos somos todos aunque nos moleste.

vicmarcen09@gmail.com