/ miércoles 9 de marzo de 2022

Visionarios vs. soñadores

EL MURO

Ser soñador no es lo mismo que ser visionario, porque alguien con visión es capaz de materializar los castillos originalmente construidos en su mente.

Ciertamente, un visionario tiene algo de soñador, pero un soñador no necesariamente se convierte en un visionario, porque quien sueña tiende a cometer el error de convertir en su morada el frágil mundo alterno, diseñado a su gusto, imagen, semejanza. Los visionarios son escasos, mientras los soñadores abundan.

pixabay

A punto de cumplir 119 años, es bueno tener en mente que Mexicali es una tierra surgida de forma colateral gracias a una osada visión, por lo que uno de nuestros posibles rasgos de identidad debería ser justo ese: La capacidad de ver más allá. Convencer a socios capitalistas a inicios del siglo XX para invertir en la creación de un campo agrícola en un desierto, gracias a la canalización de un río, no es poca cosa, llevar a la realidad dicho proyecto es aún más digno de reconocimiento.

Pero ojo, lo visionario no está ligado directamente a las creaciones suntuosas, porque esas generalmente parten de una lucha de egos o de cualquier otra cosa. Los rascacielos en Nueva York eran hasta cierto punto innecesarios o al menos no urgían, pero el deseo de algunos empresarios por mostrar músculo, forzó la construcción. Los edificios altos deberían ser la cherry en un pastel deliciosamente bien elaborado, es decir, antes de acudir la suntuosidad y verla como sinónimo de visión, tendrían que estar resueltas las carencias de un colectivo.

Un visionario en Mexicali -por ejemplo- buscaría diseñar un sistema educativo capaz de atender las necesidades, pero al mismo tiempo, ajustarse a las características y potencial de los alumnos, no como hoy funciona, todo alrevesado, donde el estudiante es visto solo como medio para la obtención de fines burocráticos. Un loco visionario buscaría llevar más allá lo anterior, al crear un centro educativo integrador de las minorías, o sea, un lugar donde convivan en el mismo espacio, para aprender, tanto el hijo de la familia en pobreza extrema, como el hijo del millonario, la integrante de alguna etnia con pocos sobrevivientes, los migrantes, la persona con alguna discapacidad, todos ellos guiados por docentes sensatos, quienes los llevarían de la mano para el desarrollo de ideas o productos de imperiosa necesidad.

Una visión no es una ocurrencia, sino un salto cuántico, resultado de un largo proceso, alimentado todos los días pensado siempre para mejorar. Lo visionario es incomprensible en primera instancia para la mayoría, por lo que, para consolidarlo, se requiere mucha tenacidad, constancia, pero ese debería ser uno de nuestros rasgos distintivos porque gracias a ello, estamos aquí.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Ser soñador no es lo mismo que ser visionario, porque alguien con visión es capaz de materializar los castillos originalmente construidos en su mente.

Ciertamente, un visionario tiene algo de soñador, pero un soñador no necesariamente se convierte en un visionario, porque quien sueña tiende a cometer el error de convertir en su morada el frágil mundo alterno, diseñado a su gusto, imagen, semejanza. Los visionarios son escasos, mientras los soñadores abundan.

pixabay

A punto de cumplir 119 años, es bueno tener en mente que Mexicali es una tierra surgida de forma colateral gracias a una osada visión, por lo que uno de nuestros posibles rasgos de identidad debería ser justo ese: La capacidad de ver más allá. Convencer a socios capitalistas a inicios del siglo XX para invertir en la creación de un campo agrícola en un desierto, gracias a la canalización de un río, no es poca cosa, llevar a la realidad dicho proyecto es aún más digno de reconocimiento.

Pero ojo, lo visionario no está ligado directamente a las creaciones suntuosas, porque esas generalmente parten de una lucha de egos o de cualquier otra cosa. Los rascacielos en Nueva York eran hasta cierto punto innecesarios o al menos no urgían, pero el deseo de algunos empresarios por mostrar músculo, forzó la construcción. Los edificios altos deberían ser la cherry en un pastel deliciosamente bien elaborado, es decir, antes de acudir la suntuosidad y verla como sinónimo de visión, tendrían que estar resueltas las carencias de un colectivo.

Un visionario en Mexicali -por ejemplo- buscaría diseñar un sistema educativo capaz de atender las necesidades, pero al mismo tiempo, ajustarse a las características y potencial de los alumnos, no como hoy funciona, todo alrevesado, donde el estudiante es visto solo como medio para la obtención de fines burocráticos. Un loco visionario buscaría llevar más allá lo anterior, al crear un centro educativo integrador de las minorías, o sea, un lugar donde convivan en el mismo espacio, para aprender, tanto el hijo de la familia en pobreza extrema, como el hijo del millonario, la integrante de alguna etnia con pocos sobrevivientes, los migrantes, la persona con alguna discapacidad, todos ellos guiados por docentes sensatos, quienes los llevarían de la mano para el desarrollo de ideas o productos de imperiosa necesidad.

Una visión no es una ocurrencia, sino un salto cuántico, resultado de un largo proceso, alimentado todos los días pensado siempre para mejorar. Lo visionario es incomprensible en primera instancia para la mayoría, por lo que, para consolidarlo, se requiere mucha tenacidad, constancia, pero ese debería ser uno de nuestros rasgos distintivos porque gracias a ello, estamos aquí.

vicmarcen09@gmail.com