/ viernes 6 de noviembre de 2020

Viviendo en el desamor…

QUO VADIS

Obsesionada por tentaciones materiales y disfrazadas realidades, buena parte de la humanidad gobernada por minorías se encamina a la autodestrucción si se hace una visión o proyección objetiva de prácticas inmorales y subjetivas que predominan en la actualidad.

Son prácticas indeseables que protagonizan personas (no instituciones, se aclara) que quién sabe de dónde vienen y quién sabe a dónde van, pero que siguen intolerantes, contradictorias y acríticas, avanzando inmisericordes en objetivos que, por las formas de consumarlos, los envilecen porque para dar al que necesita quitan desproporcionadamente al que por esfuerzo propio gana autonomía.

Ejemplos sobran en el mundo, pero para muestra dos casos de casa que me cita gente común, pero no corriente: Con más de 200 mil muertos en México por coronavirus (considerando subconteos), cómo entender al responsable de conducir el combate a la pandemia, Hugo López Gatell, cuando acerca del cubrebocas señala: “lo que digo es que sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desafortunadamente no sirve”…No, pues bien claro el perogrullo sin modificar su obsesión de no multiplicar pruebas PCR en el país, seguir mandando a casa a contagiados negándoles el tratamiento temprano y pertinente para salvar vidas --cueste lo que cueste-- y reactivar de manera indulgente y discrecional la economía, que ya amenaza con alarmante repunte de contagios como en Europa.

Luego me citan a otro ilustre de triste memoria, Arturo Durazo, quien como secretario de Seguridad Pública en el país durante esta administración, abandona el cargo por su obsesión de ser gobernador de Sonora (primero por el PRI, luego por el PAN y ahora por Morena), sin temor a su fallido desempeño que dejó impunidad por aquí y por allá aunque, como él mismo admite, sin estar satisfecho de sus resultados, hizo su mejor esfuerzo (¿?).

Dos ejemplos obsesivos en nuestro país que cuestan vidas, pero hay más tela de dónde cortar, por ejemplo en Estados Unidos, pueblo hecho de migrantes que arrebatan lo que no es suyo en éste y otros continentes y mostrando su peor rostro con el republicano supremacista que ocupa la Casa Blanca al pisotear derechos y dignidad de latinos, afroamericanos, musulmanes, etc.

Luego tenemos a los obsesionados en contaminar el medio ambiente; los rijosos en el hogar, trabajo y calle en lo político, social y económico, los que desvalorizan lo humano, animal y natural, que toleran lo ilícito y, peor aún, que se regocijan en el desamor fortaleciéndose en la silenciosa y pasiva complicidad de mayorías abstencionistas del devenir electoral.

Gente que ensombrece lo que viene y que transforma a seres humanos en robots despojados de asombro, racionalidad y libre albedrío, conjugándose con mayorías cuya presencia sigue siendo insana porque incumplen su responsabilidad individual y social para salvaguardar lo bello de la vida y porque tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata… ¿O no?

pibenavarro115@hotmail.com

QUO VADIS

Obsesionada por tentaciones materiales y disfrazadas realidades, buena parte de la humanidad gobernada por minorías se encamina a la autodestrucción si se hace una visión o proyección objetiva de prácticas inmorales y subjetivas que predominan en la actualidad.

Son prácticas indeseables que protagonizan personas (no instituciones, se aclara) que quién sabe de dónde vienen y quién sabe a dónde van, pero que siguen intolerantes, contradictorias y acríticas, avanzando inmisericordes en objetivos que, por las formas de consumarlos, los envilecen porque para dar al que necesita quitan desproporcionadamente al que por esfuerzo propio gana autonomía.

Ejemplos sobran en el mundo, pero para muestra dos casos de casa que me cita gente común, pero no corriente: Con más de 200 mil muertos en México por coronavirus (considerando subconteos), cómo entender al responsable de conducir el combate a la pandemia, Hugo López Gatell, cuando acerca del cubrebocas señala: “lo que digo es que sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desafortunadamente no sirve”…No, pues bien claro el perogrullo sin modificar su obsesión de no multiplicar pruebas PCR en el país, seguir mandando a casa a contagiados negándoles el tratamiento temprano y pertinente para salvar vidas --cueste lo que cueste-- y reactivar de manera indulgente y discrecional la economía, que ya amenaza con alarmante repunte de contagios como en Europa.

Luego me citan a otro ilustre de triste memoria, Arturo Durazo, quien como secretario de Seguridad Pública en el país durante esta administración, abandona el cargo por su obsesión de ser gobernador de Sonora (primero por el PRI, luego por el PAN y ahora por Morena), sin temor a su fallido desempeño que dejó impunidad por aquí y por allá aunque, como él mismo admite, sin estar satisfecho de sus resultados, hizo su mejor esfuerzo (¿?).

Dos ejemplos obsesivos en nuestro país que cuestan vidas, pero hay más tela de dónde cortar, por ejemplo en Estados Unidos, pueblo hecho de migrantes que arrebatan lo que no es suyo en éste y otros continentes y mostrando su peor rostro con el republicano supremacista que ocupa la Casa Blanca al pisotear derechos y dignidad de latinos, afroamericanos, musulmanes, etc.

Luego tenemos a los obsesionados en contaminar el medio ambiente; los rijosos en el hogar, trabajo y calle en lo político, social y económico, los que desvalorizan lo humano, animal y natural, que toleran lo ilícito y, peor aún, que se regocijan en el desamor fortaleciéndose en la silenciosa y pasiva complicidad de mayorías abstencionistas del devenir electoral.

Gente que ensombrece lo que viene y que transforma a seres humanos en robots despojados de asombro, racionalidad y libre albedrío, conjugándose con mayorías cuya presencia sigue siendo insana porque incumplen su responsabilidad individual y social para salvaguardar lo bello de la vida y porque tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata… ¿O no?

pibenavarro115@hotmail.com