/ miércoles 11 de noviembre de 2020

Vivir con el virus

EL MURO

El coronavirus no brota por generación espontánea cuando se reúnen muchas personas. Tampoco aparece cuando la gente se abraza o se besa. Si todos están libres de virus, pueden hacer su vida normal.

Los deportistas profesionales juegan sin ninguna protección sanitaria porque se supone que ellos viven aislados o se les controla para orillarlos a tener una vida social prácticamente nula y de esa forma reducir el riesgo de infección. A eso se le suma la realización constante de pruebas para la detección.

La Liga Mexicana del Pacífico -donde juegan los Águilas de Mexicali- decidió suspender temporalmente su torneo ante el contagio de varios jugadores de diversos equipos. Cuando existe una vigilancia de esa naturaleza, el problema es reducido a la mínima expresión. Esto es lo que se supone debería hacer la autoridad de salud con todos nosotros, pero no puede, por eso nos echa la bolita.

El titular de Salud ha advertido que a fines de año incrementarán los riesgos de enfermedad e incluso se dio el lujo de citar los días de mayor peligro, en los cuales ocurren actividades donde participa mucha gente, como acudir a un mercado a causa de las ofertas, a una peregrinación o a una posada. Es obvio que la probabilidad de toparse a alguien infectado asintomático es mayor en un conglomerado, aunque eso no implique necesariamente un contagio, que en grupos pequeños como festejos de amigos, donde los contactos físicos duran más, son frecuentes e intensos, por lo tanto el riesgo de infección sí es alto.

Se ha hecho hincapié en medidas sanitarias ridículas como la limpieza de las suelas de los zapatos, básicamente porque cuando los virus aterrizan ya han perdido su capacidad de infectar y tampoco es práctica común besar el suelo. El contagio por tocar objetos virulentos para luego llevar las manos a la boca, es altamente improbable.

Esta variante del coronavirus -a diferencia de las otras- se mantiene por más tiempo en el tracto respiratorio superior, es decir, en nariz, boca, garganta y laringe (“Coronavirus biology and replication: implications for SARS-CoV-2”), motivo por el cual resulta más sencillo ser expulsado por un infectado cuando habla, respira y con mucha más fuerza cuando grita o canta.

En espacios abiertos los virus tienden a dispersarse con mayor facilidad que en lugares cerrados con pésimos sistemas de ventilación. Sigue siendo recomendable el uso de cubrebocas, guardar distancia, evitar lugares cerrados, minimizar el tiempo de presencia en sitios encerrados, reducir el círculo de amistades (crear burbujas sociales de 3 amigos).

La buena noticia es que es posible hacer una vida como si nada ocurriera, aun teniendo los virus y mucha gente irresponsable rondándonos.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

El coronavirus no brota por generación espontánea cuando se reúnen muchas personas. Tampoco aparece cuando la gente se abraza o se besa. Si todos están libres de virus, pueden hacer su vida normal.

Los deportistas profesionales juegan sin ninguna protección sanitaria porque se supone que ellos viven aislados o se les controla para orillarlos a tener una vida social prácticamente nula y de esa forma reducir el riesgo de infección. A eso se le suma la realización constante de pruebas para la detección.

La Liga Mexicana del Pacífico -donde juegan los Águilas de Mexicali- decidió suspender temporalmente su torneo ante el contagio de varios jugadores de diversos equipos. Cuando existe una vigilancia de esa naturaleza, el problema es reducido a la mínima expresión. Esto es lo que se supone debería hacer la autoridad de salud con todos nosotros, pero no puede, por eso nos echa la bolita.

El titular de Salud ha advertido que a fines de año incrementarán los riesgos de enfermedad e incluso se dio el lujo de citar los días de mayor peligro, en los cuales ocurren actividades donde participa mucha gente, como acudir a un mercado a causa de las ofertas, a una peregrinación o a una posada. Es obvio que la probabilidad de toparse a alguien infectado asintomático es mayor en un conglomerado, aunque eso no implique necesariamente un contagio, que en grupos pequeños como festejos de amigos, donde los contactos físicos duran más, son frecuentes e intensos, por lo tanto el riesgo de infección sí es alto.

Se ha hecho hincapié en medidas sanitarias ridículas como la limpieza de las suelas de los zapatos, básicamente porque cuando los virus aterrizan ya han perdido su capacidad de infectar y tampoco es práctica común besar el suelo. El contagio por tocar objetos virulentos para luego llevar las manos a la boca, es altamente improbable.

Esta variante del coronavirus -a diferencia de las otras- se mantiene por más tiempo en el tracto respiratorio superior, es decir, en nariz, boca, garganta y laringe (“Coronavirus biology and replication: implications for SARS-CoV-2”), motivo por el cual resulta más sencillo ser expulsado por un infectado cuando habla, respira y con mucha más fuerza cuando grita o canta.

En espacios abiertos los virus tienden a dispersarse con mayor facilidad que en lugares cerrados con pésimos sistemas de ventilación. Sigue siendo recomendable el uso de cubrebocas, guardar distancia, evitar lugares cerrados, minimizar el tiempo de presencia en sitios encerrados, reducir el círculo de amistades (crear burbujas sociales de 3 amigos).

La buena noticia es que es posible hacer una vida como si nada ocurriera, aun teniendo los virus y mucha gente irresponsable rondándonos.

vicmarcen09@gmail.com