/ martes 11 de diciembre de 2018

¿Y cuál será el final?

Vientos


Interesante el “encontronazo” jurídico entre el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo nacionales como rebote del acuerdo del Poder Legislativo (Cámara de Diputados) para hacer cumplir el ordenamiento de suspender los salarios de los funcionarios públicos y de los de elección popular superiores al salario del presidente de la República.

Salvo los recovecos legaloides que siempre esconde nuestro inventario legislativo vigente, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que el Poder Soberano reside en el pueblo y se constituye en su beneficio y que éste en todo tiempo tiene el inalienable derecho de darse el gobierno que desee alterándolo o modificando el vigente. Es decir, sobre el Poder Soberano, ¡nada ni nadie! Y cosa curiosa y oportuno recordar es que corresponde a los señores magistrados del Poder Judicial hacer que sea cumplida esa resolución constitucional.

Bien, para que esa representación social y política sea cumplida están los diputados. Para ello los elegimos, para que sean nuestra voz en la Cámara de Diputados y se haga presente nuestra soberanía. Añadiría este escribidor, que consulten al pueblo si están de acuerdo en que se cumpla el ordenamiento constitucional y sus millonarios salarios y prestaciones fabulosas se reubiquen y dejen de enriquecerse con los dineros del pueblo; o si es correcto que ganen lo casi increíble cuando el pueblo muere de hambre.

Queremos orden en el manejo de los dineros del pueblo. Queremos evitar la corrupción y tales salarios huelen a eso aunque legalmente sean aprobados por otras representaciones que por eso ya no están dominando el escenario político nacional.

Me parece que llegó el momento de aclarar muchas incógnitas dentro de nuestro discurrir político nacional. De aclarar que era necesario un líder que moviera el “avispero” enfangado y corrupto de esta política que nació de una Revolución bien intencionada y devino burla y corrupción, violencia y con ello la impunidad que nos asfixia. Acabemos con tan funesta enfermedad y vayamos al progreso sin lacras. Aunque la Suprema Corte patalee y los diputados y senadores de otros partidos hinchen sus ojos de tanto lagrimeo.

Y aunque no lo haya dicho Vicente Guerrero, nunca olvidar que “La Patria es primero”.

Vientos


Interesante el “encontronazo” jurídico entre el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo nacionales como rebote del acuerdo del Poder Legislativo (Cámara de Diputados) para hacer cumplir el ordenamiento de suspender los salarios de los funcionarios públicos y de los de elección popular superiores al salario del presidente de la República.

Salvo los recovecos legaloides que siempre esconde nuestro inventario legislativo vigente, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que el Poder Soberano reside en el pueblo y se constituye en su beneficio y que éste en todo tiempo tiene el inalienable derecho de darse el gobierno que desee alterándolo o modificando el vigente. Es decir, sobre el Poder Soberano, ¡nada ni nadie! Y cosa curiosa y oportuno recordar es que corresponde a los señores magistrados del Poder Judicial hacer que sea cumplida esa resolución constitucional.

Bien, para que esa representación social y política sea cumplida están los diputados. Para ello los elegimos, para que sean nuestra voz en la Cámara de Diputados y se haga presente nuestra soberanía. Añadiría este escribidor, que consulten al pueblo si están de acuerdo en que se cumpla el ordenamiento constitucional y sus millonarios salarios y prestaciones fabulosas se reubiquen y dejen de enriquecerse con los dineros del pueblo; o si es correcto que ganen lo casi increíble cuando el pueblo muere de hambre.

Queremos orden en el manejo de los dineros del pueblo. Queremos evitar la corrupción y tales salarios huelen a eso aunque legalmente sean aprobados por otras representaciones que por eso ya no están dominando el escenario político nacional.

Me parece que llegó el momento de aclarar muchas incógnitas dentro de nuestro discurrir político nacional. De aclarar que era necesario un líder que moviera el “avispero” enfangado y corrupto de esta política que nació de una Revolución bien intencionada y devino burla y corrupción, violencia y con ello la impunidad que nos asfixia. Acabemos con tan funesta enfermedad y vayamos al progreso sin lacras. Aunque la Suprema Corte patalee y los diputados y senadores de otros partidos hinchen sus ojos de tanto lagrimeo.

Y aunque no lo haya dicho Vicente Guerrero, nunca olvidar que “La Patria es primero”.