/ sábado 23 de octubre de 2021

¿Y usted, qué opina?

Vientos


El inobjetable mérito del Barón de Montesquieu es haber afirmado – algunos autores dicen “proclamado” - desde 1748 que las sociedades humanas están sometidas a “...leyes naturales, distintas a las que los legisladores o monarcas dicten”.

El mérito es su pronunciamiento con antelación de todos, con lo que se creó, luego de largos argumentos en favor o en contra (que obvio), la Sociología. A ésta que tuvo su bautizo en el siglo XVIII, me aferro con rigor científico para afirmar que las sociedades modernas, como las antiguas, responden a “misteriosas” relaciones Intersociales producto de las dinámicas culturales que pueden inducirse con las acciones educativas cotidianas, bien o mal encaminadas, fundidas entre condicionantes involuntarias del costumbrismo familiar y los entornos sociales ajenas a lo anterior.

Todo este “rollo” es para justificar que las respuestas a las políticas del ámbito electoral no se avienen como resultado de éstas, pero sí de su causalidad real social y colectiva, pero sin soslayo del dinamismo cultural en procesamiento. De hecho nunca ha existido una posición ideológica política práctica, tan sólo teórica como atractivo para la suma de adeptos que arriban a los partidos políticos por interés personal inconfesable; pero eso sí, autonombrándose defensores a ultranza de la democracia y hasta pronunciándose admiradores de Platón que se han aprendido de memoria como los nombres de Montesquieu y de Rousseau sin tener idea de quiénes fueron estos personajes históricos.

Por supuesto que esto “justifica” el vomitivo ese de PAN - PRI – PRD, aun cuando no se les aplauda por su rumbo oscuro que va sin cabeza y con muletas rodando, hasta su extinción, que parece ser tu destino. Supongo que en sus féretros han dado múltiples brincos los espíritus de don Manuel Gómez Morín, Plutarco Elías Calles y del que sea el ideólogo del PRD, porque de momento está a salvo el infumable “Chucho” Zambrano, el zángano político que va a todas como sanguijuela…



Y no crea usted que en el resto del mundo la cosa es diferente. A la “democracia” estadounidense le bajó los calzones, prácticamente “a nalgadas”, el “Pato” Donald Trump y sigue empujando con un disfraz que se antoja de izquierda... pero imperial (?). Y sígale el paso a la Francia revolucionaria que deshace Macron; o la salida de la señora Merkel en Alemania o la España del retobado cuyo nombre olvido, pero no a su partido Vox, con alas en México desplegadas por el panismo de la extrema derecha. ¿Y qué tal la Rusia del tal Putín? ¡O la arrogante Gran Bretaña!... y usted asume lo que sea un inobjetable pudrimiento de los valores democráticos que siguen siendo una ilusión.

Todo esto me atrajo el final del poema de Juan de Dios Peza dedicado al gran payaso Garrick, que hacía “reír hasta los grandes lores” y que transcribo: “El carnaval del mundo engaña tanto//, que las vidas son breves mascaradas;// aquí aprendemos a reír con llanto// y también a llorar con carcajadas”.

Y aquí las acciones involuntarias de la sociología práctica convierten en carnestolendas lo que debiera ser serio, pero... Lea a Alan Reading (“Vecinos distantes, un retrato de los mexicanos”) … y luego llore. Ahí está su retrato increíblemente perfilado por un investigador brasileño de origen sajón. Es la tragedia de usted y mía... nuestra.

Vientos


El inobjetable mérito del Barón de Montesquieu es haber afirmado – algunos autores dicen “proclamado” - desde 1748 que las sociedades humanas están sometidas a “...leyes naturales, distintas a las que los legisladores o monarcas dicten”.

El mérito es su pronunciamiento con antelación de todos, con lo que se creó, luego de largos argumentos en favor o en contra (que obvio), la Sociología. A ésta que tuvo su bautizo en el siglo XVIII, me aferro con rigor científico para afirmar que las sociedades modernas, como las antiguas, responden a “misteriosas” relaciones Intersociales producto de las dinámicas culturales que pueden inducirse con las acciones educativas cotidianas, bien o mal encaminadas, fundidas entre condicionantes involuntarias del costumbrismo familiar y los entornos sociales ajenas a lo anterior.

Todo este “rollo” es para justificar que las respuestas a las políticas del ámbito electoral no se avienen como resultado de éstas, pero sí de su causalidad real social y colectiva, pero sin soslayo del dinamismo cultural en procesamiento. De hecho nunca ha existido una posición ideológica política práctica, tan sólo teórica como atractivo para la suma de adeptos que arriban a los partidos políticos por interés personal inconfesable; pero eso sí, autonombrándose defensores a ultranza de la democracia y hasta pronunciándose admiradores de Platón que se han aprendido de memoria como los nombres de Montesquieu y de Rousseau sin tener idea de quiénes fueron estos personajes históricos.

Por supuesto que esto “justifica” el vomitivo ese de PAN - PRI – PRD, aun cuando no se les aplauda por su rumbo oscuro que va sin cabeza y con muletas rodando, hasta su extinción, que parece ser tu destino. Supongo que en sus féretros han dado múltiples brincos los espíritus de don Manuel Gómez Morín, Plutarco Elías Calles y del que sea el ideólogo del PRD, porque de momento está a salvo el infumable “Chucho” Zambrano, el zángano político que va a todas como sanguijuela…



Y no crea usted que en el resto del mundo la cosa es diferente. A la “democracia” estadounidense le bajó los calzones, prácticamente “a nalgadas”, el “Pato” Donald Trump y sigue empujando con un disfraz que se antoja de izquierda... pero imperial (?). Y sígale el paso a la Francia revolucionaria que deshace Macron; o la salida de la señora Merkel en Alemania o la España del retobado cuyo nombre olvido, pero no a su partido Vox, con alas en México desplegadas por el panismo de la extrema derecha. ¿Y qué tal la Rusia del tal Putín? ¡O la arrogante Gran Bretaña!... y usted asume lo que sea un inobjetable pudrimiento de los valores democráticos que siguen siendo una ilusión.

Todo esto me atrajo el final del poema de Juan de Dios Peza dedicado al gran payaso Garrick, que hacía “reír hasta los grandes lores” y que transcribo: “El carnaval del mundo engaña tanto//, que las vidas son breves mascaradas;// aquí aprendemos a reír con llanto// y también a llorar con carcajadas”.

Y aquí las acciones involuntarias de la sociología práctica convierten en carnestolendas lo que debiera ser serio, pero... Lea a Alan Reading (“Vecinos distantes, un retrato de los mexicanos”) … y luego llore. Ahí está su retrato increíblemente perfilado por un investigador brasileño de origen sajón. Es la tragedia de usted y mía... nuestra.