/ domingo 8 de abril de 2018

#YoSíSoyPeriodista

EL MURO

Existen pocas profesiones que despierten tanto estéril debate interno sobre la legitimidad de quienes la practican, como el periodismo.

Aunque charlatanes los hay en la medicina, en la abogacía, en general en cualquier profesión (en cambio, en los oficios es más complicado engañar o más sencillo detectar al tramposo porque la calidad del producto es analizada con suma facilidad por el cliente, piense en un herrero). Al parecer en el periodismo ocurre con más frecuencia o es más dañoso.

Para ser justos, las profesiones son solo oficios sometidos a reglas estrictas, pero que no las exime de incurrir en actos irresponsables.

Los curanderos voluntarios de la tribu se convirtieron en los doctores de hoy -que por cierto cobran muy caro por sus servicios- los defensores de los desvalidos son nuestros abogados.

El periodismo implica reportar acontecimientos novedosos, una actividad que ha ocurrido desde siempre, que cumple con una función primordial: Saber qué ocurre en mi entorno, sobre todo en el caso de hechos perjudiciales, me permite estar alerta, lo cual facilita la supervivencia.

La parte medular del debate entre periodistas para definir quién sí lo es está relacionada primordialmente con los siguientes atributos (porque el periodismo es propenso a corromperse con suma facilidad): Calidad humana, honestidad, compromiso, rectitud, algo que no necesariamente lo miden en el resto de los profesionistas, ya que nosotros somos capaces de admirar a un doctor soberbio, lleno de conflictos familiares, porque lo importante es que nos cure.

Pero existen otras vertientes que se discutían en los 80’s en las tertulias entre los primeros reporteros egresados de una carrera universitaria, como por ejemplo: Haber estudiado en la Universidad, ¿te convertía en un reportero de “verdad”? ¿Qué define a un periodista?

Por si fuera poco, en la actualidad el asunto vino a entramparse más con la presencia de “reporteros” de redes sociales cibernéticas, personas con otras actividades profesionales -o desempleados-, que dada la facilidad otorgada por la tecnología dan a conocer acontecimientos, sin el mínimo respeto de las normas periodísticas.

No hubiera abordado este asunto de no ser porque existe un desorden creciente (que incluye el asesinato de periodistas), en el que entre más diluido esté el concepto de periodismo-periodistas, más probabilidades existen de que los conflictos sociales sean aún más severos.

Es complicado encontrar una forma de regular la participación de advenedizos, de personas en busca solo de hacer dinero fácil, de la aparente gloria, de la pomposidad que brinda ser un reportero -o de políticos a quienes les convienen-, pero debería comenzar a llevarse a cabo.

Lamentablemente la mayoría de los esfuerzos realizados por los periodistas comprometidos con su labor no han producido frutos porque el periodismo ramplón va en aumento y eso es malo para los buenos y bueno para los malos…

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Existen pocas profesiones que despierten tanto estéril debate interno sobre la legitimidad de quienes la practican, como el periodismo.

Aunque charlatanes los hay en la medicina, en la abogacía, en general en cualquier profesión (en cambio, en los oficios es más complicado engañar o más sencillo detectar al tramposo porque la calidad del producto es analizada con suma facilidad por el cliente, piense en un herrero). Al parecer en el periodismo ocurre con más frecuencia o es más dañoso.

Para ser justos, las profesiones son solo oficios sometidos a reglas estrictas, pero que no las exime de incurrir en actos irresponsables.

Los curanderos voluntarios de la tribu se convirtieron en los doctores de hoy -que por cierto cobran muy caro por sus servicios- los defensores de los desvalidos son nuestros abogados.

El periodismo implica reportar acontecimientos novedosos, una actividad que ha ocurrido desde siempre, que cumple con una función primordial: Saber qué ocurre en mi entorno, sobre todo en el caso de hechos perjudiciales, me permite estar alerta, lo cual facilita la supervivencia.

La parte medular del debate entre periodistas para definir quién sí lo es está relacionada primordialmente con los siguientes atributos (porque el periodismo es propenso a corromperse con suma facilidad): Calidad humana, honestidad, compromiso, rectitud, algo que no necesariamente lo miden en el resto de los profesionistas, ya que nosotros somos capaces de admirar a un doctor soberbio, lleno de conflictos familiares, porque lo importante es que nos cure.

Pero existen otras vertientes que se discutían en los 80’s en las tertulias entre los primeros reporteros egresados de una carrera universitaria, como por ejemplo: Haber estudiado en la Universidad, ¿te convertía en un reportero de “verdad”? ¿Qué define a un periodista?

Por si fuera poco, en la actualidad el asunto vino a entramparse más con la presencia de “reporteros” de redes sociales cibernéticas, personas con otras actividades profesionales -o desempleados-, que dada la facilidad otorgada por la tecnología dan a conocer acontecimientos, sin el mínimo respeto de las normas periodísticas.

No hubiera abordado este asunto de no ser porque existe un desorden creciente (que incluye el asesinato de periodistas), en el que entre más diluido esté el concepto de periodismo-periodistas, más probabilidades existen de que los conflictos sociales sean aún más severos.

Es complicado encontrar una forma de regular la participación de advenedizos, de personas en busca solo de hacer dinero fácil, de la aparente gloria, de la pomposidad que brinda ser un reportero -o de políticos a quienes les convienen-, pero debería comenzar a llevarse a cabo.

Lamentablemente la mayoría de los esfuerzos realizados por los periodistas comprometidos con su labor no han producido frutos porque el periodismo ramplón va en aumento y eso es malo para los buenos y bueno para los malos…

vicmarcen09@gmail.com