En una solemne ceremonia, Alan Aguayo Becerra, después de colaborar en las oficinas del obispado, residiendo en el Santuario de San Judas Tadeo de esta ciudad, confirmó mediante el sacramento del orden diaconal su vocación como heraldo de Cristo, paz y esperanza, ofreciendo completamente su existencia a la caridad y trabajar en conjunto con los líderes de la comunidad religiosa, sirviendo al pueblo de Dios.
Alan fue parte de un grupo de jóvenes que reunidos en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe recibió del obispo José Isidro Guerrero Macías la imposición de manos.
Entre los asistentes se encontraron Jesús Aguayo y Sandra Isabel Becerra, padres de Alan, así como sus hermanos Christian e Ilzeth Becerra, cuñados Eduardo Romero y Priscila Gerardo y sobrinos Tadeo, Luciana y Diego, quienes lo felicitaron admirando su labor y la preparación requerida para desempeñarla.