/ domingo 17 de noviembre de 2019

La banda del "Nido": Los vendedores de los Águilas de Mexicali

Los vendedores en el estadio de los Águilas son tan icónicos como el equipo mismo. Más que ofrecer un servicio a los aficionados, son parte de la esencia del mismo beisbol

“Sale la quiniela para la primera carrera, sale la quiniela para la primera carrera”, con la mano derecha en alto y la izquierda en su chaleco para sacar dinero, Filiberto Castro, mejor conocido como el “Fili Boy”, hace eso hace más de 40 años.

Es posible que los aficionados al beisbol, además de disfrutar del deporte rey, también en la mayoría de los casos sean consumidores de todo lo que hay a su alrededor.

El “Fili Boy”, un ex boxeador originario de Sinaloa, pero mexicalense por adopción, es de los pocos vendedores en el estadio de los Águilas de Mexicali que están ahí desde 1976.

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Después de ser campeón nacional como amateur, entró al boxeo de paga en peso Gallo durante la década de setenta. Tras su retiro, vender quinielas en los juegos de beisbol se convirtió en su sustento.

“Yo jugaba quinielas en el parque de la Baja, estar en esto se trata de confianza, la gente ya me conocía por mis peleas y así fue como inició esto”.

Junto al “Fili” trabajan otras cinco personas. La quiniela se trata de elegir un papel al azar que contiene alguna de las nueve posiciones. Si la primera carrera del juego la anota el jugador que tienes en el papelito, ¡felicidades!, has ganado 350 pesos por una inversión de 50.

“Aquí hubo una persona, un apostador, nunca jugaba quinielas, a él le gustaba apostar, pero una vez agarró la quiniela y le di 23 centrales y luego agarró 13 centrales, fue un juego que se fue a extra innings, el jardinero pegó el jonrón y le pagamos 30 y tantas quinielas de 140 pesos, todo para él”, recuerda.

La historia de los Águilas de Mexicali en la Liga Mexicana del Pacífico debe incluir a este hombre que con su inconfundible vestimenta recorre los pasillos del estadio para ofrecer un boleto de la quiniela. Un juego que ha perdido fervor entre los aficionados jóvenes.

“Mucha gente me felicita y me abraza cuando les pago la quiniela”, añade, “pero ya la gente no lo conoce tanto, se dan cuenta cuando ven que les pago a otros y ya es cuando se animan a jugar”.

Nunca secos

Aún las gradas de los laterales y general eran de madera en el estadio, cuando un día Ángel López, “El Lobito”, entró de emergente para vender cervezas. No tenía idea que eso se convertiría en su lugar de trabajo por más de dos décadas.

“Yo nunca había andado de vendedor, la verdad me daba vergüenza, un día la familia Peralta me pidieron el favor de vender porque les había faltado un ´baldero´, en aquel tiempo nos dejaban dejar los baldes al cliente, lo pagaban y yo iba por otro, eran otros tiempos”.

Valeria Llamas | La Voz de la Frontera

Era 1994 y “El Lobito” pasó de entrar a los juegos como aficionado a convertirse en parte de la industria del beisbol y de los personajes más queridos del estadio.

“Aquí haga frío o haga calor, los que vienen son pisteadores, no sé si sea bueno decirlo, pero dicen que el estadio es la cantina más grande de Mexicali”.

Un trabajo que apasiona

“Meño” Soto llega de 2 a 3 horas antes de cada juego, en su caja empieza a colocar los vasos con papas, los botes de chile, servilletas e inicia la jornada entre las butacas atrás de “home”.

“Empecé vendiendo duros de harina, esos grandes, solo se les ponía chile y limón, también raspados y ahora ya desde hace varios años con las papas, somos un equipo grande y somos como otra familia”.

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Con la camisa amarilla, sus particulares lentes y una sonrisa, “Meño” lleva también más de 20 años como vendedor dentro del estadio. Alimentar desde los más pequeños hasta los más grandes aficionados es su satisfacción.

“Atender a las personas con amabilidad, ser educado con las personas y agradecerles que te compren el producto. Este trabajo te tiene que apasionar y a mí todos mis trabajos me apasionan”.

Juan Barak | La Voz de la Frontera


Tradición de familia

Una de las botanas más particulares que se venden en el estadio de los Águilas, son las populares colitas. Antes se vendían en una servilleta y actualmente en vaso.

Son de los productos más demandados cuando se acude a los juegos de los Águilas de Mexicali.

“Mi papá empezó vendiendo colas en las cantinas, él ya murió, pero fue quien empezó y ya todos los hijos le seguimos con el negocio”, dijo Enrique Torres, quien tiene la concesión para vender el famoso producto.

Valeria Llamas | La Voz de la Frontera

“A mí siempre me ha gustado el beisbol, jugué Segunda Fuerza, me gusta el trabajo, andamos en todos los eventos y también aquí en los Águilas, andar aquí es lo máximo para todos los que vendemos”.

Sean de cerveza, quinielas, papas, salchichas o colitas, los vendedores de los diferentes productos dentro del estadio de beisbol han estado ahí por más tiempo de lo que uno pudiera imaginar.

Es en Mexicali en donde se encuentran algunos de los vendedores más excéntricos del beisbol en nuestro país y son parte de la esencia del juego.

“Sale la quiniela para la primera carrera, sale la quiniela para la primera carrera”, con la mano derecha en alto y la izquierda en su chaleco para sacar dinero, Filiberto Castro, mejor conocido como el “Fili Boy”, hace eso hace más de 40 años.

Es posible que los aficionados al beisbol, además de disfrutar del deporte rey, también en la mayoría de los casos sean consumidores de todo lo que hay a su alrededor.

El “Fili Boy”, un ex boxeador originario de Sinaloa, pero mexicalense por adopción, es de los pocos vendedores en el estadio de los Águilas de Mexicali que están ahí desde 1976.

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Después de ser campeón nacional como amateur, entró al boxeo de paga en peso Gallo durante la década de setenta. Tras su retiro, vender quinielas en los juegos de beisbol se convirtió en su sustento.

“Yo jugaba quinielas en el parque de la Baja, estar en esto se trata de confianza, la gente ya me conocía por mis peleas y así fue como inició esto”.

Junto al “Fili” trabajan otras cinco personas. La quiniela se trata de elegir un papel al azar que contiene alguna de las nueve posiciones. Si la primera carrera del juego la anota el jugador que tienes en el papelito, ¡felicidades!, has ganado 350 pesos por una inversión de 50.

“Aquí hubo una persona, un apostador, nunca jugaba quinielas, a él le gustaba apostar, pero una vez agarró la quiniela y le di 23 centrales y luego agarró 13 centrales, fue un juego que se fue a extra innings, el jardinero pegó el jonrón y le pagamos 30 y tantas quinielas de 140 pesos, todo para él”, recuerda.

La historia de los Águilas de Mexicali en la Liga Mexicana del Pacífico debe incluir a este hombre que con su inconfundible vestimenta recorre los pasillos del estadio para ofrecer un boleto de la quiniela. Un juego que ha perdido fervor entre los aficionados jóvenes.

“Mucha gente me felicita y me abraza cuando les pago la quiniela”, añade, “pero ya la gente no lo conoce tanto, se dan cuenta cuando ven que les pago a otros y ya es cuando se animan a jugar”.

Nunca secos

Aún las gradas de los laterales y general eran de madera en el estadio, cuando un día Ángel López, “El Lobito”, entró de emergente para vender cervezas. No tenía idea que eso se convertiría en su lugar de trabajo por más de dos décadas.

“Yo nunca había andado de vendedor, la verdad me daba vergüenza, un día la familia Peralta me pidieron el favor de vender porque les había faltado un ´baldero´, en aquel tiempo nos dejaban dejar los baldes al cliente, lo pagaban y yo iba por otro, eran otros tiempos”.

Valeria Llamas | La Voz de la Frontera

Era 1994 y “El Lobito” pasó de entrar a los juegos como aficionado a convertirse en parte de la industria del beisbol y de los personajes más queridos del estadio.

“Aquí haga frío o haga calor, los que vienen son pisteadores, no sé si sea bueno decirlo, pero dicen que el estadio es la cantina más grande de Mexicali”.

Un trabajo que apasiona

“Meño” Soto llega de 2 a 3 horas antes de cada juego, en su caja empieza a colocar los vasos con papas, los botes de chile, servilletas e inicia la jornada entre las butacas atrás de “home”.

“Empecé vendiendo duros de harina, esos grandes, solo se les ponía chile y limón, también raspados y ahora ya desde hace varios años con las papas, somos un equipo grande y somos como otra familia”.

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Con la camisa amarilla, sus particulares lentes y una sonrisa, “Meño” lleva también más de 20 años como vendedor dentro del estadio. Alimentar desde los más pequeños hasta los más grandes aficionados es su satisfacción.

“Atender a las personas con amabilidad, ser educado con las personas y agradecerles que te compren el producto. Este trabajo te tiene que apasionar y a mí todos mis trabajos me apasionan”.

Juan Barak | La Voz de la Frontera


Tradición de familia

Una de las botanas más particulares que se venden en el estadio de los Águilas, son las populares colitas. Antes se vendían en una servilleta y actualmente en vaso.

Son de los productos más demandados cuando se acude a los juegos de los Águilas de Mexicali.

“Mi papá empezó vendiendo colas en las cantinas, él ya murió, pero fue quien empezó y ya todos los hijos le seguimos con el negocio”, dijo Enrique Torres, quien tiene la concesión para vender el famoso producto.

Valeria Llamas | La Voz de la Frontera

“A mí siempre me ha gustado el beisbol, jugué Segunda Fuerza, me gusta el trabajo, andamos en todos los eventos y también aquí en los Águilas, andar aquí es lo máximo para todos los que vendemos”.

Sean de cerveza, quinielas, papas, salchichas o colitas, los vendedores de los diferentes productos dentro del estadio de beisbol han estado ahí por más tiempo de lo que uno pudiera imaginar.

Es en Mexicali en donde se encuentran algunos de los vendedores más excéntricos del beisbol en nuestro país y son parte de la esencia del juego.

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