Desde muy temprano -hora nueva incluida- decenas de corredores empezaron a llegar al área de salida del 38 Medio Maratón. Algunos dejaron sus autos a unos pocos metros de la salida, otros llegaron de aventón con madrugadores pilotos y otros tantos, en camiones que abordaron en Playas de Rosarito, Ensenada y Tijuana. Todos con diversas ilusiones, correr y terminar su primer medio maratón, mejorar su tiempo, participar junto a sus amigos y los menos, alcanzar el pódium.
La hora marcaba las 7:00 horas, varios cientos empezaban sus ejercicios de preparación, estiramientos y trotes suaves, en grupo y con algún compañero ocasional para cobijarse y sentir menos el frío de 9° centígrados. La emoción y adrenalina iba subiendo, tenis listos y el ánimo desbordando en cada poro.
Por fin llegó el momento de la salida, el disparo de arranque se escuchó precedido de un silencio y luego un murmullo de alegría. Las piernas se soltaban y los primeros metros eran consumidos frente a un colorido arco inflable, los fotógrafos profesionales y familiares tomaban cada movimiento del grupo multicolor, la mayoría con una sonrisa de optimismo, pero otros serios, como la mañana seminublada.
El reto es mayúsculo, 21 kilómetros “no cualquiera”, se alcanza a escuchar entre los observadores, ahora convertidos en porristas. Pasa el tiempo y llegan los primeros atletas “élite”, más tarde empiezan a arribar por decenas, algunos agotados y otros se tiran en la meta por haber cumplido su objetivo, terminar el Medio Maratón, una carrera larga y complicada.
Llegan los abrazos, las felicitaciones, algunos parecen náufragos después de la tormenta, irreconocibles, pero contentos, cumplieron su cometido de terminar un Medio Maratón. “No cualquiera”.