/ lunes 25 de junio de 2018

La economía también juega el Mundial; en algunas selecciones con ventaja

Datos históricos muestran que las selecciones de las economías más grandes tienen ventaja cuando están en la cancha

“Yo no soy más que un mendigo de buen futbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen futbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece”, declaró el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro de 1995 El futbol a sol y sombra.

Más allá de la providencia a la que invocaba el finado autor y confeso apasionado del deporte, datos históricos revelan que las selecciones nacionales de países con economías más grandes tienen una ventaja cuando de futbol se trata.

Al comparar los datos económicos y futbolísticos desde 1950, destaca que países como Alemania, Brasil, Holanda, Italia, Inglaterra y Francia al mismo tiempo que ocupan los primeros lugares en los ranking mundialistas, el Producto Interno Bruto (PIB) de sus economías está entre los más importantes del planeta.

Al contrario, naciones pobres y con economías pequeñas, tal es el caso de Togo, Haití, Bosnia, El Salvador y Angola, suelen tener desempeños mediocres en las justas mundialistas.

El Sol de México llegó a esta conclusión luego de identificar cuál es el ranking mundialista promedio que cada equipo ha logrado en cada edición durante los últimos 50 años desde Chile 1962, y al mismo tiempo identificar de mayor a menor el tamaño de su PIB entre todos los países participantes al momento de cada edición del Mundial.

Por ejemplo, durante los últimos 15 mundiales Alemania, en el ranking mundialista se ha ubicado, en promedio, en el tercer lugar, la mejor marca entre 77 países analizados, incluso superando a Brasil, que en promedio ha terminado en el cuarto. Al mismo tiempo, los teutones no han dejado de estar entre las cinco economías más grandes del mundo.

“Si tú tienes una economía más grande obviamente desarrollas más el deporte. Un país con menos ingresos va a ser más difícil que invierta en una infraestructura deportiva adecuada, lo mismo sucede en los Juegos Olímpicos”, comparte Luis Ramón Carazo, catedrático en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

El también estudioso de las relaciones entre dinero y deporte explica que en estas naciones existe una economía que permite la existencia de mercados deportivos que promueven y acompañan a jóvenes desde la infancia mediante clubes y cazatalentos. Además, los Estados, y el mismo mercado, tienen la capacidad financiera para establecer, por ejemplo, programas de fomento e infraestructura.

“En estos países que continuamente son exitosos en el Mundial, dada la actividad económica que tienen, es más factible que se desarrolle el talento. No es una correlación perfecta, pero sí influye. Los países que tienen más ingresos y mejores economías tienden a ser ganadores en lo que practiquen”, dice.

LOS RATONES RICOS


México es un caso extraño. Con una economía entre las 20 más importantes del planeta, una afición muy enraizada en la cultura y un gran mercado respaldándola, la Selección mexicana promedia un rankeo dentro de los encuentros mundiales en la doceava posición, con desempeños medios y sólo en dos ocasiones ubicado en cuartos de final.

El caso de México es similar a lo que le ocurre a economías como Rusia, Suecia, Suiza, Bélgica y España.

Según los entrevistados, en el país la industria del futbol ha priorizado la importación de talento desde Sudamérica en lugar de arriesgarse a invertir en el fomento de talento local.

Esto no sólo ha reducido las posibilidades de que jóvenes mexicanos desarrollen sus habilidades y alcancen a formar parte de la Selección mayor, sino que también ha limitado el número de jugadores mexicanos con experiencia internacional.

“En México se tenía en prácticamente todos los deportes un sentimiento de inferioridad que no les permitía crecer (a los atletas). Los países exitosos exportan jugadores a los grandes mercados del futbol mundial y están sometidos a una exigencia impresionante. Cuando se integran a su selección traen un nivel que se nota en la cancha”, dice Jorge Guzmán Torres, periodista deportivo con más de 30 años observando el desempeño de las selecciones nacionales en mundiales.

Con esta problemática a cuestas, la exposición de mexicanos en el extranjero ha ido progresivamente en aumento, lo que abre la posibilidad a mejores resultados a mediano plazo. De los 23 seleccionados nacionales que juegan en Rusia 2018, 15 lo hacen actualmente en clubes extranjeros, como Andrés Guardado, Guillermo Ochoa o Hirving Lozano.



NO TODO ES DINERO


A pesar de la importancia que posee la disponibilidad de recursos financiero y mercados internos que promuevan el desarrollo de los atletas existen otros factores a considerar.

Jorge Guzmán Torres explica que casos como los de Estados Unidos, Japón, Canadá o China destacan por ser economías potentes pero que al mismo tiempo no han logrado cosechar frutos en el futbol.

A pesar de contar con un PIB 10 veces más grande que el de Brasil, Estados Unidos sólo ha logrado calificar al mundial 10 veces, cuando los cariocas lo han logrado en 21 ocasiones, mientras que China, “la fábrica del mundo”, sólo ha podido jugar tres partidos mundialistas para perderlos todos.

Las carencias en estas selecciones -explica- puede deberse a que se ubican en culturas donde el futbol es superado por otros deportes en términos de afición, gusto o remuneraciones.

“En Estados Unidos, un muchacho con talento para el futbol puede decir 'no, mejor me voy a la NFL para ser un excelente pateador'”, dice Jorge Guzmán. “En términos generales -añade-, el éxito de las grandes potencias hablando de futbol es que trabajan sus fuerzas básicas, independientemente si tienen o no dinero, forman a sus selecciones y les dan un proceso de seguimiento en la sub 17, la sub 23 y llegan a la mayor y los empiezan a llevar a las eliminatorias, las copas y les dan un fogueo internacional”.

Un claro ejemplo de esto son Argentina y Uruguay, que a pesar de no encontrarse entre las principales potencias económicas son un semillero constante de talento en el futbol.

También hay casos únicos como el de Senegal, un país pobre que ha logrado colocarse entre los siete mejores equipos mundialistas durante Corea-Japón 2002, o Ucrania, que en Alemania 2006 se coló al octavo lugar.

“En el futbol todavía pesa mucho el virtuosismo y cómo se practica, si no el campeón siempre sería Estados Unidos o China y no lo son, pero quieren llegar a serlo y tienen el dinero para invertir. Lo más importante, sí, es cuánto tienes de PIB, pero también cómo lo repartes”, comenta Luis Ramón Carazo.

“Yo no soy más que un mendigo de buen futbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen futbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece”, declaró el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro de 1995 El futbol a sol y sombra.

Más allá de la providencia a la que invocaba el finado autor y confeso apasionado del deporte, datos históricos revelan que las selecciones nacionales de países con economías más grandes tienen una ventaja cuando de futbol se trata.

Al comparar los datos económicos y futbolísticos desde 1950, destaca que países como Alemania, Brasil, Holanda, Italia, Inglaterra y Francia al mismo tiempo que ocupan los primeros lugares en los ranking mundialistas, el Producto Interno Bruto (PIB) de sus economías está entre los más importantes del planeta.

Al contrario, naciones pobres y con economías pequeñas, tal es el caso de Togo, Haití, Bosnia, El Salvador y Angola, suelen tener desempeños mediocres en las justas mundialistas.

El Sol de México llegó a esta conclusión luego de identificar cuál es el ranking mundialista promedio que cada equipo ha logrado en cada edición durante los últimos 50 años desde Chile 1962, y al mismo tiempo identificar de mayor a menor el tamaño de su PIB entre todos los países participantes al momento de cada edición del Mundial.

Por ejemplo, durante los últimos 15 mundiales Alemania, en el ranking mundialista se ha ubicado, en promedio, en el tercer lugar, la mejor marca entre 77 países analizados, incluso superando a Brasil, que en promedio ha terminado en el cuarto. Al mismo tiempo, los teutones no han dejado de estar entre las cinco economías más grandes del mundo.

“Si tú tienes una economía más grande obviamente desarrollas más el deporte. Un país con menos ingresos va a ser más difícil que invierta en una infraestructura deportiva adecuada, lo mismo sucede en los Juegos Olímpicos”, comparte Luis Ramón Carazo, catedrático en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

El también estudioso de las relaciones entre dinero y deporte explica que en estas naciones existe una economía que permite la existencia de mercados deportivos que promueven y acompañan a jóvenes desde la infancia mediante clubes y cazatalentos. Además, los Estados, y el mismo mercado, tienen la capacidad financiera para establecer, por ejemplo, programas de fomento e infraestructura.

“En estos países que continuamente son exitosos en el Mundial, dada la actividad económica que tienen, es más factible que se desarrolle el talento. No es una correlación perfecta, pero sí influye. Los países que tienen más ingresos y mejores economías tienden a ser ganadores en lo que practiquen”, dice.

LOS RATONES RICOS


México es un caso extraño. Con una economía entre las 20 más importantes del planeta, una afición muy enraizada en la cultura y un gran mercado respaldándola, la Selección mexicana promedia un rankeo dentro de los encuentros mundiales en la doceava posición, con desempeños medios y sólo en dos ocasiones ubicado en cuartos de final.

El caso de México es similar a lo que le ocurre a economías como Rusia, Suecia, Suiza, Bélgica y España.

Según los entrevistados, en el país la industria del futbol ha priorizado la importación de talento desde Sudamérica en lugar de arriesgarse a invertir en el fomento de talento local.

Esto no sólo ha reducido las posibilidades de que jóvenes mexicanos desarrollen sus habilidades y alcancen a formar parte de la Selección mayor, sino que también ha limitado el número de jugadores mexicanos con experiencia internacional.

“En México se tenía en prácticamente todos los deportes un sentimiento de inferioridad que no les permitía crecer (a los atletas). Los países exitosos exportan jugadores a los grandes mercados del futbol mundial y están sometidos a una exigencia impresionante. Cuando se integran a su selección traen un nivel que se nota en la cancha”, dice Jorge Guzmán Torres, periodista deportivo con más de 30 años observando el desempeño de las selecciones nacionales en mundiales.

Con esta problemática a cuestas, la exposición de mexicanos en el extranjero ha ido progresivamente en aumento, lo que abre la posibilidad a mejores resultados a mediano plazo. De los 23 seleccionados nacionales que juegan en Rusia 2018, 15 lo hacen actualmente en clubes extranjeros, como Andrés Guardado, Guillermo Ochoa o Hirving Lozano.



NO TODO ES DINERO


A pesar de la importancia que posee la disponibilidad de recursos financiero y mercados internos que promuevan el desarrollo de los atletas existen otros factores a considerar.

Jorge Guzmán Torres explica que casos como los de Estados Unidos, Japón, Canadá o China destacan por ser economías potentes pero que al mismo tiempo no han logrado cosechar frutos en el futbol.

A pesar de contar con un PIB 10 veces más grande que el de Brasil, Estados Unidos sólo ha logrado calificar al mundial 10 veces, cuando los cariocas lo han logrado en 21 ocasiones, mientras que China, “la fábrica del mundo”, sólo ha podido jugar tres partidos mundialistas para perderlos todos.

Las carencias en estas selecciones -explica- puede deberse a que se ubican en culturas donde el futbol es superado por otros deportes en términos de afición, gusto o remuneraciones.

“En Estados Unidos, un muchacho con talento para el futbol puede decir 'no, mejor me voy a la NFL para ser un excelente pateador'”, dice Jorge Guzmán. “En términos generales -añade-, el éxito de las grandes potencias hablando de futbol es que trabajan sus fuerzas básicas, independientemente si tienen o no dinero, forman a sus selecciones y les dan un proceso de seguimiento en la sub 17, la sub 23 y llegan a la mayor y los empiezan a llevar a las eliminatorias, las copas y les dan un fogueo internacional”.

Un claro ejemplo de esto son Argentina y Uruguay, que a pesar de no encontrarse entre las principales potencias económicas son un semillero constante de talento en el futbol.

También hay casos únicos como el de Senegal, un país pobre que ha logrado colocarse entre los siete mejores equipos mundialistas durante Corea-Japón 2002, o Ucrania, que en Alemania 2006 se coló al octavo lugar.

“En el futbol todavía pesa mucho el virtuosismo y cómo se practica, si no el campeón siempre sería Estados Unidos o China y no lo son, pero quieren llegar a serlo y tienen el dinero para invertir. Lo más importante, sí, es cuánto tienes de PIB, pero también cómo lo repartes”, comenta Luis Ramón Carazo.

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