/ sábado 23 de marzo de 2019

Amor con amor y comer buen karma

La primera impresión de cuando escuchamos cambios en alimentación es asumir que sólo se comerá lechuga y el sabor se alejará, pero no, no va por ahí .

No sé si ya se dieron cuenta, pero casi tenemos 3 años desentrañando a la ciudad, sus historias, las calles, las herencias, lo nuevo, lo de siempre y la emoción de la sobrevivencia en el lugar donde supuestamente nunca pasa nada.

Desde que empezamos a comer juntos hemos compartido muchas cosas. Algunos de ustedes se han aventurado a probar sabores antes impensables, otros me han culpado de subir algunas tallas, muchos cachanillas me han preparado y servido alimentos y créanme, si yo respetaba antes la comida, ahora le respeto mucho más.

En cuanto a lo que ha pasado conmigo ha sido un camino interesante, ya que partí de querer probar todo, a eliminar muchas cosas que fui descubriendo no se llevaban bien con mi organismo. Comer y elegir lo que lleva mi plato ha sido el mejor de los viajes, porque ahora busco nutrir mi cuerpo de maneras deliciosas, pero sin hacerlo sufrir.

Sé que son muchos los que han iniciado la búsqueda de sentirse más a gusto y claro, eso no implica una vida aburrida, simplemente una disciplina y creatividad que una vez que arranca abre un buen de posibilidades.

Hay quienes quieren ingredientes orgánicos, otros que buscan animales de crianza libre para comer carne menos estresada y cargada de hormonas, otros ya no quieren comer ningún tipo de carne ni productos derivados de animales. Las razones pueden ser muchas, pero todas implican estar más tranquilos y contentos con nuestra forma de vivir.

Claro que la primera impresión de cuando escuchamos cambios en alimentación es asumir que sólo se comerá lechuga y el sabor se alejará de ésta que debe ser una sabrosa vida, pero no, no va por ahí y a veces nos topamos justamente con lo contrario.

Desde hace un par de años ha ido afianzándose y creciendo el Tianguis Orgánico y Artesanal de Mexicali, que se monta cada 15 días en sábado en el parque Crí-Crí. De quienes dan el tour siempre recibo comentarios sobre cosas para probar y así ya les he hablado de proyectos que ahí se han dado a conocer.

Una de las referencias constantes ha sido: Tienes que probar los antojitos mexicanos de los morros de Food Karma. Y casi siempre le acompañaba de cierre la frase: Te juro que si no te dicen que no es carne ni siquiera lo notas.

Así que esperé un poco y fue justo hace dos semanas cuando me llegó el momento de conocerlos.

Arrancaré por contarles lo que se ve y es que este proyecto empieza con los ojos y los oídos y así nos topamos en su pedacito de parque con manteles de plástico floreados, que recuerdan las fondas o la casa de la abuela en el valle, flores coloridas también de plástico, veladoras con santos, luchadores y música que va desde la cumbia hasta el rock en español.

No exagero cuando les digo que siendo las 9:30 horas aquello era un verdadero arrabal había que hacerse campo para poder ordenar y entre los comensales me topé con conocidos que no son veganos, pero que cada 2 semanas no se privan de estos platillos. El menú del día (va cambiando) incluía pozole rojo y verde, tacos y agua de mazapán (si, real, existe… mazapán).

Y como me acompañaba una de mis recurrentes asociadas en esto de comer, Denahi y yo ordenamos todo, sí señor.

Mientras llegaban nuestros sendos platos, como la humedad y aprovechando que siempre hay conocidos, nos acomodamos en mesa, a la cual primero arribaron los dos pozoles: Plato blanco rebosante, un pozole que hasta algo que se ve como carne incluía y lo coronamos con verduras y hierbas fresquísimas recién picadas.

Como no me iba a privar de limitarme a rojo o verde, pues le llegué a ambos. El rojo, es el clásico sabor que conocemos, con un sazón bien preciso y donde se siente la variedad de chiles secos en la base del caldo. En cuanto al verde, por cuestiones de preferencia personal fue el que más me gustó, a mí eso del tomatillo siempre me roba el corazón.

Les cuento, este pozole el consistente, llenador y de sabor profundo. En las cucharadas puedes probar varias texturas, que van desde el maíz, las verduras, pero te topas con algo que se ve y sabe como carne y que si no supieras que es vegano jamás lo pensarías. Así que la sorpresa es este preparado es que se hace con yaca y setas ostra. Cabe mencionar que los ingredientes son orgánicos y el aceite para el pozole es de semilla de uva.

No le dimos mate total a estos dos platos (siempre se puede pedir para llevar), porque había que abrirle espacio a los tacos más chulos que han visto en mucho tiempo. Y así llegaron a la mesa dos platos de cartón con tacos de birria decorados con banderita mexicana: ¡Hermosos!

Las tortillas verdes están hechas al momento por Laura Elena, mientras su esposo Fernando atiende las órdenes. Estas bellezas son tortillas de maíz orgánico con cilantro, epazote y espinaca, por eso son verdes, el guisado de birria es de yaca y es simplemente espectacular, es birria y punto, nomás que como la tortilla es gruesa si se llena uno con dos tacos, máximo tres.

La nota es que aquí el aceite que se usa para este platillo es de coco orgánico refinado, hay un compromiso en el proyecto de cocinar con grasas de las buenas.

Ahora, ¿se acuerdan que les mencioné un agua de mazapán? Bueno, creo que nunca había probado algo así, es exactamente como un mazapán de la rosa, pero líquido, ligero y refrescante.

Puedo asegurarles que me sorprendió muchísimo, porque además fue un viaje directo a la infancia, cuando en mis años de kínder descubrí ese sabor y se convirtió en uno de mis favoritos para siempre. Otra anotación: Ellos hacen el mazapán.

Tras esta idea y concepto redondo hay una pareja que en el ir y venir de la vida estuvieron un tiempo alejados de México y en profundo contacto con la naturaleza.

Por lo que empezaron a buscar maneras alternativas de sentirse cerca de casa y sin hacerle daño a la tierra. Su experimento era algo privado, empezaron a invitar a amigos y claro, todos se sorprendían al saber que nada contenía carne.

El proyecto de cocinar comida mexicana, sin carne, sin sangre y sin sufrimiento le ha dado un mayor sentido a sus vidas, ahora alejados de trabajos de oficina no solo hacen algo que aman, sino que por medio de su food truck andan repartiendo un buen karma.

Lo más bonito que me contaron es que en realidad Food Karma les ha exigido tanta creatividad y esfuerzo que ya no saben si ellos hacen a Food Karma o Food Karma los está haciendo a ellos.

Celebro con aplausos y seguro vuelvo pronto, nada más emocionante que probar comida guiada por el amor y las ganas de hacer algo bueno por el mundo.

A Food Karma lo encuentras cada 15 días en el Tianguis Orgánico del parque Cri-Crí de 9 am a 3 pm. Este sábado 23 toca y servirán tortitas de yaca en chile colorado, pozole rojo y verde, agua de mazapán, limonada ginger y mexican mocha, lleguen temprano, todo se les acaba.


Karina Villalobos*

chicalitragon@gmail.com

www.karinavillalobos.com

Instagram: @chicalitragon



*Mexicalense, comunicóloga e historiadora por la UABC, voz de radio en Los 40 Mexicali y directora de Punto 56 Centro de Estudios Fotográficos.



No sé si ya se dieron cuenta, pero casi tenemos 3 años desentrañando a la ciudad, sus historias, las calles, las herencias, lo nuevo, lo de siempre y la emoción de la sobrevivencia en el lugar donde supuestamente nunca pasa nada.

Desde que empezamos a comer juntos hemos compartido muchas cosas. Algunos de ustedes se han aventurado a probar sabores antes impensables, otros me han culpado de subir algunas tallas, muchos cachanillas me han preparado y servido alimentos y créanme, si yo respetaba antes la comida, ahora le respeto mucho más.

En cuanto a lo que ha pasado conmigo ha sido un camino interesante, ya que partí de querer probar todo, a eliminar muchas cosas que fui descubriendo no se llevaban bien con mi organismo. Comer y elegir lo que lleva mi plato ha sido el mejor de los viajes, porque ahora busco nutrir mi cuerpo de maneras deliciosas, pero sin hacerlo sufrir.

Sé que son muchos los que han iniciado la búsqueda de sentirse más a gusto y claro, eso no implica una vida aburrida, simplemente una disciplina y creatividad que una vez que arranca abre un buen de posibilidades.

Hay quienes quieren ingredientes orgánicos, otros que buscan animales de crianza libre para comer carne menos estresada y cargada de hormonas, otros ya no quieren comer ningún tipo de carne ni productos derivados de animales. Las razones pueden ser muchas, pero todas implican estar más tranquilos y contentos con nuestra forma de vivir.

Claro que la primera impresión de cuando escuchamos cambios en alimentación es asumir que sólo se comerá lechuga y el sabor se alejará de ésta que debe ser una sabrosa vida, pero no, no va por ahí y a veces nos topamos justamente con lo contrario.

Desde hace un par de años ha ido afianzándose y creciendo el Tianguis Orgánico y Artesanal de Mexicali, que se monta cada 15 días en sábado en el parque Crí-Crí. De quienes dan el tour siempre recibo comentarios sobre cosas para probar y así ya les he hablado de proyectos que ahí se han dado a conocer.

Una de las referencias constantes ha sido: Tienes que probar los antojitos mexicanos de los morros de Food Karma. Y casi siempre le acompañaba de cierre la frase: Te juro que si no te dicen que no es carne ni siquiera lo notas.

Así que esperé un poco y fue justo hace dos semanas cuando me llegó el momento de conocerlos.

Arrancaré por contarles lo que se ve y es que este proyecto empieza con los ojos y los oídos y así nos topamos en su pedacito de parque con manteles de plástico floreados, que recuerdan las fondas o la casa de la abuela en el valle, flores coloridas también de plástico, veladoras con santos, luchadores y música que va desde la cumbia hasta el rock en español.

No exagero cuando les digo que siendo las 9:30 horas aquello era un verdadero arrabal había que hacerse campo para poder ordenar y entre los comensales me topé con conocidos que no son veganos, pero que cada 2 semanas no se privan de estos platillos. El menú del día (va cambiando) incluía pozole rojo y verde, tacos y agua de mazapán (si, real, existe… mazapán).

Y como me acompañaba una de mis recurrentes asociadas en esto de comer, Denahi y yo ordenamos todo, sí señor.

Mientras llegaban nuestros sendos platos, como la humedad y aprovechando que siempre hay conocidos, nos acomodamos en mesa, a la cual primero arribaron los dos pozoles: Plato blanco rebosante, un pozole que hasta algo que se ve como carne incluía y lo coronamos con verduras y hierbas fresquísimas recién picadas.

Como no me iba a privar de limitarme a rojo o verde, pues le llegué a ambos. El rojo, es el clásico sabor que conocemos, con un sazón bien preciso y donde se siente la variedad de chiles secos en la base del caldo. En cuanto al verde, por cuestiones de preferencia personal fue el que más me gustó, a mí eso del tomatillo siempre me roba el corazón.

Les cuento, este pozole el consistente, llenador y de sabor profundo. En las cucharadas puedes probar varias texturas, que van desde el maíz, las verduras, pero te topas con algo que se ve y sabe como carne y que si no supieras que es vegano jamás lo pensarías. Así que la sorpresa es este preparado es que se hace con yaca y setas ostra. Cabe mencionar que los ingredientes son orgánicos y el aceite para el pozole es de semilla de uva.

No le dimos mate total a estos dos platos (siempre se puede pedir para llevar), porque había que abrirle espacio a los tacos más chulos que han visto en mucho tiempo. Y así llegaron a la mesa dos platos de cartón con tacos de birria decorados con banderita mexicana: ¡Hermosos!

Las tortillas verdes están hechas al momento por Laura Elena, mientras su esposo Fernando atiende las órdenes. Estas bellezas son tortillas de maíz orgánico con cilantro, epazote y espinaca, por eso son verdes, el guisado de birria es de yaca y es simplemente espectacular, es birria y punto, nomás que como la tortilla es gruesa si se llena uno con dos tacos, máximo tres.

La nota es que aquí el aceite que se usa para este platillo es de coco orgánico refinado, hay un compromiso en el proyecto de cocinar con grasas de las buenas.

Ahora, ¿se acuerdan que les mencioné un agua de mazapán? Bueno, creo que nunca había probado algo así, es exactamente como un mazapán de la rosa, pero líquido, ligero y refrescante.

Puedo asegurarles que me sorprendió muchísimo, porque además fue un viaje directo a la infancia, cuando en mis años de kínder descubrí ese sabor y se convirtió en uno de mis favoritos para siempre. Otra anotación: Ellos hacen el mazapán.

Tras esta idea y concepto redondo hay una pareja que en el ir y venir de la vida estuvieron un tiempo alejados de México y en profundo contacto con la naturaleza.

Por lo que empezaron a buscar maneras alternativas de sentirse cerca de casa y sin hacerle daño a la tierra. Su experimento era algo privado, empezaron a invitar a amigos y claro, todos se sorprendían al saber que nada contenía carne.

El proyecto de cocinar comida mexicana, sin carne, sin sangre y sin sufrimiento le ha dado un mayor sentido a sus vidas, ahora alejados de trabajos de oficina no solo hacen algo que aman, sino que por medio de su food truck andan repartiendo un buen karma.

Lo más bonito que me contaron es que en realidad Food Karma les ha exigido tanta creatividad y esfuerzo que ya no saben si ellos hacen a Food Karma o Food Karma los está haciendo a ellos.

Celebro con aplausos y seguro vuelvo pronto, nada más emocionante que probar comida guiada por el amor y las ganas de hacer algo bueno por el mundo.

A Food Karma lo encuentras cada 15 días en el Tianguis Orgánico del parque Cri-Crí de 9 am a 3 pm. Este sábado 23 toca y servirán tortitas de yaca en chile colorado, pozole rojo y verde, agua de mazapán, limonada ginger y mexican mocha, lleguen temprano, todo se les acaba.


Karina Villalobos*

chicalitragon@gmail.com

www.karinavillalobos.com

Instagram: @chicalitragon



*Mexicalense, comunicóloga e historiadora por la UABC, voz de radio en Los 40 Mexicali y directora de Punto 56 Centro de Estudios Fotográficos.



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