En días pasados una persona cercana refería con cierto dejo de enfado: emprendedurismo… ¡esa palabra ni existe! – ¡claro que existe!, le dije con firmeza. Las palabras nacen cada vez que uno las nombra y se les da significado permanente a través del uso y abuso en la práctica cotidiana.
Emprendedurismo es todo aquello que nos lleva a aventurarnos, con afán y locura, a forjar nuevas empresas de vida, a crear nuevas oportunidades y realidades; entre la razón y el corazón. Existe un potencial emprendedor en cada uno de nosotros, en los nacidos en este afortunado país de majestuosas raíces prehispánicas, incluso precolombinas. Somos mucho más que triunfos de ocasión o fenómenos mediáticos originados en garbanzos de a libra que ocasionalmente triunfan en tierras propias y extrañas
Hurgar en el panorama que a cada uno antecede, encontrar razones y motivos para mostrar y demostrar el propio talento, las veladas virtudes, las ansiadas fortalezas.
Volver a Creer, a creer en serio y en serie; recuperar la fe en nosotros mismos; creer en México como país de emprendedores, de exitosos empresarios de su propia vida, de seres autogestivos que miran y observan el panorama mundial arropados por esa dignidad y gallardía que nos corresponde por ser herederos de una civilización histórica, no necesariamente histérica. Potenciar habilidades, neutralizar debilidades.
Pero no sólo creer y dejar los sueños en manos de otros, de terceros sin caras ni nombres, no sólo creer y dejar el vuelo para otro tiempo, para los archivos del hubiera; ese síndrome tan nacional de planear y no aterrizar. Después de creer es imperativo Crear… materializar las ideas, darle pauta y armonía a los sueños; saber caer, aprender a levantarse, administrar la realidad.
Una vez que se crea, que se tienen hechos y datos, evidencias y argumentos, es justo y necesario Croar… dar a conocer lo creado, dignificar el esfuerzo propio, para ser y parecer, para estar y perdurar. Abundan ejemplos de personas físicas y morales, que ocupan la mayor parte de su tiempo en croar sin crear, entes multicolores que vociferan lo no hecho, lo no alcanzado, lo no creado. Triste es ver a jóvenes estudiantes en carreras universitarias a quienes no les motiva el más mínimo sentido de identidad profesional; compatriotas que trabajan porque no hay de otra; amantes de nostalgias y melancolías que no cierran ciclos, personas que sólo se mecen y se dejan caer… individuos que crean sin creer…