Como muchas familias migrantes que han forjado esta gran ciudad y con su trabajo han logrado sentar las bases de sus generaciones, Santiago Martell Vázquez, “Don Piri”, de 82 años, originario de Torreón, Coahuila, llegó hace más de 65 años a crear su historia en esta cálida tierra.
Junto a sus padres y nueve hermanos, siete hombres y dos mujeres, “Don Piri” arribó a Mexicali para formar parte de los primeros ladrilleros, trabajo en el que él ayudó a su padre por mucho tiempo y gracias a su labor fue parte de la creación de muchas de las viviendas de la ciudad.
“Yo tenía un troque porque movía, mi papá tenía ladrillera por un contacto de él que tenía en Torreón y yo me dedicaba a venderlo; gracias a Dios la pasé muy bien y pegó mucho porque hasta la fecha miramos casas hechas con los ladrillos”.
Al paso del tiempo, Santiago formó una familia con María Luisa Paredes, con quien procreó dos hijos, un varón y una mujer, quienes lo impulsaron a buscar un mejor porvenir, lo que lo llevó a migrar a Estados Unidos donde trabajó en el campo.
“Nos fuimos todos juntos a Estados Unidos, tenía un trabajo bueno y me apreciaban mucho los gabachos, ellos me bautizaron como “Piri”, yo trabajaba en el ‘fil’”.
Después de la pérdida de su esposa, no pudo establecerse en un lugar y regresó a Mexicali y a pesar de que sus hijos querían llevárselo de nuevo a EU, él decidió vivir su vida como dice la canción “a su manera”, integrándose a los residentes de la Posada del Migrante Cobina, donde ha vivido por más de un año y ha conocido gente que le ha brindado la mano gracias a su labor como auxiliar vial, mejor conocido como “viene-viene” en la zona centro de la ciudad.
“Trabajo ahí donde venden los dulces, todos me aprecian mucho, hasta los policías; salgo a las 5:00 de la mañana y llego aquí hasta las 4:00”.
Debido a su inquieto espíritu aventurero que no ha cesado a pesar del tiempo, pero que se ve mermado por las lagunas que ocasionalmente se presentan en su memoria, don Santiago desvió recientemente su camino a casa, lo que lo llevó a no saber dónde se encontraba, por lo que ayer fue su último día en esta posada, pues aún con su resistencia fue llevado a casa de su hijo José Luis, quien al vivir en Estados Unidos le ofrecerá lo necesario para que su vida sea mejor.
“Se me borró el tape, no supe dónde andaba y fui a parar a la orilla de Mexicali, se me fue el rollo, no sabía ni quién era, yo pensaba que andaba en el otro lado, porque allá están mis hijos, pero ya van a venir por mí”.
“Don Piri” diariamente conversa con “el viejito de arriba”, como le dice él, a quien le da las gracias por dejarle vivir cada una de sus experiencias y porque en esta etapa a lado de su familia le permitirá estrechar más esos lazos de amor.