Con una plática agradable y una personalidad que emana tranquilidad, don Ángel Rosas Ortiz es el responsable del establecimiento Masajes Terapéuticos, uno de los más reconocidos del fraccionamiento Reforma. Recuerda que arribó a dicha demarcación en 1966, justo cuando solo había 150 casas.
Todas eran iguales, dijo, como muchas cajas de zapatos acomodadas unas al lado de otro. “Antes no había Universidad, parque, ni escuela”. El destino lo orilló a dedicarse a la terapia física. De joven se dedicaba a vender motocicletas. Un día, por estar tan ensimismado en el negocio, le empezó a doler la espalda, lo cual no lo dejaba vivir.
Terminó en el hospital para que lo operaran de la hernia de disco, pero después de la cirugía no sintió recuperación alguna. Ni podía dormir. Luego conoció a alguien que lo llevó con un masajista, quien lo pudo curar. Al poco tiempo, esa persona falleció, por lo que don Ángel decidió especializarse en la materia. Cada vez tenía más interesados en recibir su terapia, por lo que dejó las motocicletas. Desde entonces, sigue capacitándose en el tema, tanto en México como en Estados Unidos ha recibido cursos al respecto, entre éstos de ortopedia, medicina deportiva y terapia de reacción.
El gran problema de las personas que les causa dolores en su cuerpo, dice, es que dejan de hacer lo que les gusta, lo cual el cerebro lo percibe.