/ lunes 10 de febrero de 2020

El camino del envejecimiento

Un adulto mayor saludable muestre interés en una segunda carrera o incluso, realizar una si no tuvo la oportunidad de hacerlo en su juventud

Cumplir más de 60 años lleva a las personas a enfrentarse a una nueva realidad de vida. Físicamente la mayoría se encuentran en una buena condición y si existen enfermedades crónicas es muy posible que ya estén siendo atendidas. La jubilación para aquellos que tuvieron una trayectoria laboral se vuelve un tema para prestar atención, así como el resolver la convivencia con las personas cercanas.

La intención es que la persona pueda seguir adelante en su vida con la mejor calidad posible o incluso realizar nuevos proyectos si así se lo propone. El psicólogo Erik Erikson plantea que en esa etapa de vida se pasa por una situación de crisis en la cual la persona busca la integridad del yo, versus la desesperación. Es decir, el adulto mayor debe de tener la capacidad de mirar su pasado a la luz del presente y resolver si esas experiencias de vida le permiten sentirse pleno.

Esta plenitud o integridad del yo es la que le facilitará en esos años de vida seguir motivado, o bien, si su caso es el de encontrarse en la desesperación, experimentar un malestar significativo respecto a su vida y sus relaciones con los demás. Quizá parezca sencillo de explicar, pero este proceso tendrá mucho que ver en cómo una persona transita estos años que como sabemos, es muy posible se prolonguen.

Es altamente probable que un adulto mayor saludable muestre interés en una segunda carrera o incluso, realizar una si no tuvo la oportunidad de hacerlo en su juventud, así como que muestre aspiración o interés en nuevos pasatiempos y el deseo de compartir la sabiduría de la experiencia de la vida con otros. Buscará cómo disfrutar una cantidad razonable de comodidad física y emocional, y en general se mantendrá motivado para participar de los cambios que existan en su ambiente.

Existe la posibilidad de que surjan ciertas situaciones que generen dificultades, y éstas llevan a que la calidad de vida de los adultos mayores pueda verse impactada. Estas pueden ser, por ejemplo, dificultades en las relaciones que se tienen con los hijos u otros familiares, el enfrentar enfermedades incapacitantes, y/o experimentar la muerte de personas muy cercanas.

De manera ideal, la transición entre la madurez y la vejez no tendría por qué ser tan compleja y se sucedería sin contratiempos: aceptar la edad, los cambios físicos y los roles que vienen con la nueva etapa. La realidad sin embargo, es otra, pues a la crisis que de manera individual cada persona pudiera vivir, se suman aquellas generadas por el poco entendimiento que existe de la realidad del adulto mayor.

Una de las situaciones que viven día a día muchos adultos mayores es el rechazo que llegan a experimentar por parte de las generaciones más jóvenes que consideran que ellos ya no tienen más para dar y son vistos a través de una serie de prejuicios que hacen más grande la brecha generacional.

Se conoce como “Viejismo” a la discriminación que sufre alguien por tener muchos años. En esta palabra se engloban una serie de estereotipos, actitudes e implicaciones sociales que relacionan el proceso de envejecimiento con algo patológico.

De esta manera, al relacionarse con un adulto mayor a partir del viejismo se da por hecho que la persona está enferma, que es incapaz de valerse por sí misma y seguramente tendrá una visión anticuada o rígida de las situaciones modernas. Tener esta percepción de la población en la etapa de la vejez disminuye sus oportunidades de calidad de vida, pues no permite que los ancianos tengan una participación activa en la sociedad.

Es importante entender que la población de adultos mayores tiene la capacidad de vivir un envejecimiento activo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el envejecimiento activo “es el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen”.

El envejecimiento activo implica que los adultos mayores participan de manera continua, ya sea como individuos o en grupo, en los aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos dentro de las comunidades a las que pertenecen.

Es posible que al pensar en envejecimiento activo vengan a nuestra mente actividades como realizar ejercicio físico o mantener un trabajo remunerado; pero en realidad es importante considerar que son necesarios varios escenarios para contemplar que un anciano está viviendo este tipo de envejecimiento.

Hablamos de envejecimiento activo cuando los adultos mayores pueden contribuir a su bienestar individual, familiar comunitario y social, y al mismo tiempo cuando el medio en que se desenvuelven les brinde las facilidades para prevenir enfermedades, discapacidad, situaciones de dependencia y apoyo en la pérdida de habilidades.

Se contempla también su participación para mantener y fortalecer la solidaridad intergeneracional, y que cuenten con el derecho a la protección social, educación y capacitación a lo largo de la vida. También es importante llevar a la persona a adquirir consciencia de que esto implica la obligación de aprovechar estos recursos para ejercer de manera más eficiente un envejecimiento activo.

Considerar pues la participación en todos los niveles por parte de la población de adultos mayores, nos hace ver que, para que ellos puedan asumir su responsabilidad en los nuevos roles en los que son partícipes, es necesario revisar actitudes como el viejismo, ya que esto impide se pueda aprovechar al máximo el empoderamiento de este sector de la población.

Nuestros adultos mayores son personas capaces de seguir aportando de manera constante a su entorno, proponer soluciones a las problemáticas que enfrentamos y sumarse a la vida productiva, social y cultural.

Es necesario que sean reconocidos por sus aportaciones pasadas, presentes y futuras, y dejar de considerarlos solo como ‘abuelos”, así como entender que se desarrollan en múltiples roles. Saber que la curiosidad, el amor, la sexualidad, el emprendimiento son parte de sus intereses, entre muchos otros temas.

El camino al envejecimiento es, sin duda, una senda que se puede recorrer mejor, cuando como sociedad nos preocupamos por generar un camino donde revaloremos la experiencia y sabiduría del adulto mayor y le procuremos los espacios para ejercer con total plenitud un envejecimiento activo.

Cumplir más de 60 años lleva a las personas a enfrentarse a una nueva realidad de vida. Físicamente la mayoría se encuentran en una buena condición y si existen enfermedades crónicas es muy posible que ya estén siendo atendidas. La jubilación para aquellos que tuvieron una trayectoria laboral se vuelve un tema para prestar atención, así como el resolver la convivencia con las personas cercanas.

La intención es que la persona pueda seguir adelante en su vida con la mejor calidad posible o incluso realizar nuevos proyectos si así se lo propone. El psicólogo Erik Erikson plantea que en esa etapa de vida se pasa por una situación de crisis en la cual la persona busca la integridad del yo, versus la desesperación. Es decir, el adulto mayor debe de tener la capacidad de mirar su pasado a la luz del presente y resolver si esas experiencias de vida le permiten sentirse pleno.

Esta plenitud o integridad del yo es la que le facilitará en esos años de vida seguir motivado, o bien, si su caso es el de encontrarse en la desesperación, experimentar un malestar significativo respecto a su vida y sus relaciones con los demás. Quizá parezca sencillo de explicar, pero este proceso tendrá mucho que ver en cómo una persona transita estos años que como sabemos, es muy posible se prolonguen.

Es altamente probable que un adulto mayor saludable muestre interés en una segunda carrera o incluso, realizar una si no tuvo la oportunidad de hacerlo en su juventud, así como que muestre aspiración o interés en nuevos pasatiempos y el deseo de compartir la sabiduría de la experiencia de la vida con otros. Buscará cómo disfrutar una cantidad razonable de comodidad física y emocional, y en general se mantendrá motivado para participar de los cambios que existan en su ambiente.

Existe la posibilidad de que surjan ciertas situaciones que generen dificultades, y éstas llevan a que la calidad de vida de los adultos mayores pueda verse impactada. Estas pueden ser, por ejemplo, dificultades en las relaciones que se tienen con los hijos u otros familiares, el enfrentar enfermedades incapacitantes, y/o experimentar la muerte de personas muy cercanas.

De manera ideal, la transición entre la madurez y la vejez no tendría por qué ser tan compleja y se sucedería sin contratiempos: aceptar la edad, los cambios físicos y los roles que vienen con la nueva etapa. La realidad sin embargo, es otra, pues a la crisis que de manera individual cada persona pudiera vivir, se suman aquellas generadas por el poco entendimiento que existe de la realidad del adulto mayor.

Una de las situaciones que viven día a día muchos adultos mayores es el rechazo que llegan a experimentar por parte de las generaciones más jóvenes que consideran que ellos ya no tienen más para dar y son vistos a través de una serie de prejuicios que hacen más grande la brecha generacional.

Se conoce como “Viejismo” a la discriminación que sufre alguien por tener muchos años. En esta palabra se engloban una serie de estereotipos, actitudes e implicaciones sociales que relacionan el proceso de envejecimiento con algo patológico.

De esta manera, al relacionarse con un adulto mayor a partir del viejismo se da por hecho que la persona está enferma, que es incapaz de valerse por sí misma y seguramente tendrá una visión anticuada o rígida de las situaciones modernas. Tener esta percepción de la población en la etapa de la vejez disminuye sus oportunidades de calidad de vida, pues no permite que los ancianos tengan una participación activa en la sociedad.

Es importante entender que la población de adultos mayores tiene la capacidad de vivir un envejecimiento activo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el envejecimiento activo “es el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen”.

El envejecimiento activo implica que los adultos mayores participan de manera continua, ya sea como individuos o en grupo, en los aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos dentro de las comunidades a las que pertenecen.

Es posible que al pensar en envejecimiento activo vengan a nuestra mente actividades como realizar ejercicio físico o mantener un trabajo remunerado; pero en realidad es importante considerar que son necesarios varios escenarios para contemplar que un anciano está viviendo este tipo de envejecimiento.

Hablamos de envejecimiento activo cuando los adultos mayores pueden contribuir a su bienestar individual, familiar comunitario y social, y al mismo tiempo cuando el medio en que se desenvuelven les brinde las facilidades para prevenir enfermedades, discapacidad, situaciones de dependencia y apoyo en la pérdida de habilidades.

Se contempla también su participación para mantener y fortalecer la solidaridad intergeneracional, y que cuenten con el derecho a la protección social, educación y capacitación a lo largo de la vida. También es importante llevar a la persona a adquirir consciencia de que esto implica la obligación de aprovechar estos recursos para ejercer de manera más eficiente un envejecimiento activo.

Considerar pues la participación en todos los niveles por parte de la población de adultos mayores, nos hace ver que, para que ellos puedan asumir su responsabilidad en los nuevos roles en los que son partícipes, es necesario revisar actitudes como el viejismo, ya que esto impide se pueda aprovechar al máximo el empoderamiento de este sector de la población.

Nuestros adultos mayores son personas capaces de seguir aportando de manera constante a su entorno, proponer soluciones a las problemáticas que enfrentamos y sumarse a la vida productiva, social y cultural.

Es necesario que sean reconocidos por sus aportaciones pasadas, presentes y futuras, y dejar de considerarlos solo como ‘abuelos”, así como entender que se desarrollan en múltiples roles. Saber que la curiosidad, el amor, la sexualidad, el emprendimiento son parte de sus intereses, entre muchos otros temas.

El camino al envejecimiento es, sin duda, una senda que se puede recorrer mejor, cuando como sociedad nos preocupamos por generar un camino donde revaloremos la experiencia y sabiduría del adulto mayor y le procuremos los espacios para ejercer con total plenitud un envejecimiento activo.

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