Vestidas de blanco de pies a cabeza, dos mujeres destacan en medio de los más de 1 mil migrantes que han llegado a Mexicali persiguiendo el sueño americano y son ellas las encargadas de brindarles esperanza y bienestar espiritual.
Se trata de las religiosas mexicanas que fungen como misioneras de la Congregación de Cristo Resucitado, siempre listas para hacer presencia en situaciones de desastres naturales o provocados por el hombre.
Sor Beatriz Solís Medina viajó de Guadalajara a Chiapas en octubre pasado junto a otros cuatro misioneros para apoyar en lo que fuera necesario a los migrantes cuando apenas emprendían el viaje a través del territorio nacional.
“Hemos estado con ellos desde que empezó, a lo largo de los primeros Estados traíamos una camionetita y de la Ciudad de México para acá dejó de funcionar así que hemos venido como ellos, en raites, camiones o en lo que se pueda”.
Los misioneros se dividieron entre las caravanas y sor Beatriz fue la primera en llegar a la frontera norte, la meta que asumieron junto a los centroamericanos.
“Vienen sensibles y si necesitan el apoyo espiritual, nosotros representamos de alguna forma a ese Dios que los ha venido cuidando”.