La mañana de ayer murió Jorge Antonio Castañeda de Luna, un verdadero militante de izquierda. Subrayo lo de verdadero porque, en estos nuevos tiempos de gatopardismo impudoroso, han proliferado como hongos los izquierdistas e izquierdosos.
Toño, fue realmente lo que parecía y decía: Una persona congruente con su militancia de izquierdas.
Nunca dejó de soñar con la igualdad de las clases sociales, ni con el ideal de un sistema económico a favor de los excluidos por el capitalismo.
En todos los foros se declaró enemigo del Neoliberalismo, de la sociedad de consumo, del Fondo Monetario Internacional y del Imperialismo Norteamericano, llegando al extremo de prohibir a su familia comprar productos “al otro lado”.
Llegó a Mexicali en 1962, cuando tenía 21 años, como vendedor de Colgate Palmolive, vendió utensilios de cocina de puerta en puerta, el otrora famoso cambaceo y al paso de los años, llegó a ser consejero de un Banco, uno de los tantos que quebraron el siglo pasado, por lo que solía comentar con sorna que, “para combatir al monstruo del capitalismo, había que conocerlo desde dentro”.
En 1965, se casó con la polifacética periodista Norma Bustamante, con quien procreó tres hijos. Norma cuenta divertida que “El Toño”, vivía como pensaba y que para no hacerlo enojar, vaciaba en un recipiente de marca mexicana el galón de leche que, a escondidas, compraba en FedMart de Calexico.
Era muy dado a repetir una idea del ex secretario de Estado norteamericano, Robert Lansing, sobre nuestro país: “… para dominar a México basta con controlar a su Presidente… el camino más seguro, aunque un poco más lento, es abrir a los jóvenes mexicanos las puertas de nuestras universidades y educarlos en el modo de vida americano, en sus valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos…”.
Antonio Castañeda fue una persona multifacética, conocida por su divertido saludo vacilante, un promotor de la cultura, comentarista de radio y televisión, sociólogo y un muy buen actor, pero sus pasiones eran dar clases en la Universidad y vender libros. “Es más cara la ignorancia que el costo de los libros”, respondía cuando se le cuestionaba sobre el precio de un ejemplar.
Nunca perdió de vista sus valores. Encabezó cientos de causas sociales, siempre en defensa de los derechos de los más pobres, sin importar su nacionalidad, raza, orientación sexual o género.
Apoyó financieramente a innumerables movimientos de izquierda, como el Frente Sandinista de Liberación Nacional y a las editoriales cubanas que vendían sus libros en “La Universitaria” o la Feria del Libro de la UABC.
Fue militante y candidato a distintos cargos de elección popular por el Partido Comunista Mexicano y el Partido Popular Socialista.
De manera apasionada, desde mediados del 2000, fue un promotor y defensor de la candidatura a la Presidencia de la República del licenciado Andrés Manuel López Obrador.
Toño nunca abandonó su militancia, fue izquierdista en todo momento incluso durante el período de la Guerra Fría, cuando los comunistas eran calificados en México como locos, extravagantes, delincuentes y hasta de “comer niños”.
Con personajes como Chuy López Toledo y Sergio Quiroz Miranda, Toño compartió sus sueños reivindicadores del proletariado; irónicamente, los tres se nos adelantaron, sin ver los resultados de la izquierda que hoy gobierna al país y que gobernará Baja California.
Toño fue un verdadero comunista, siempre congruente con su manera de pensar y actuar. Hace unos meses lo noté preocupado por los oportunistas que, hoy, se dicen de izquierda pero que en los hechos, actúan como lo peor de la derecha.
