Caer bajo las garras de la droga siempre es un fenómeno que no sólo afecta a quien la consume, sino a la familia, que sufre un daño colateral y la cual es muy importante para su rehabilitación, misma que en muchas ocasiones es basada en la fe, en los valores universales y la que inicia con la voluntad de quien padece esta enfermedad para terminar con este calvario.
Arturo de la Paz Vega, director general del Centro de Rehabilitación Desafío Juvenil, señaló que en sus más de 30 años de experiencia trabajando en la rehabilitación de personas con adicciones, ha visto que no hay nada más importante que la voluntad de un cambio real para poder iniciar, concluir y permanecer salvos de la drogadicción, voluntad que en conjunto con la fe en Dios y los valores han logrado sacar de las tinieblas a decenas de personas.
“Nosotros les decimos aquí, nosotros no te podemos cambiar, el único que te puede cambiar es Dios, siempre y cuando tú quieras”.
Muchos de quienes en este tiempo le ha tocado apoyar en su recuperación son personas de la calle, que andan delinquiendo, en donde muchas veces la familia es la que se acerca a nosotros con el fin de ayudarlos, pero ni los hijos, ni la pareja, ni los padres serán quienes los saquen de la adicción, sino solo sus ganas de hacerlo".
“Ellos tienen que querer cambiar, desear romper con ese hábito, le decimos que tienen que aborrecer ese vicio que los tiene atrapados y que los está destruyendo y a sus familias, unos no quieren otros sí, la mayoría”.
De la Paz Vega indicó que todo adicto tiene las ganas de cambiar, pero al ver día a día que su adicción muchas veces es más fuerte que su decisión de cambiar y caer en repetidas ocasiones se desaniman, pero cuando finalmente “tocan su fondo” y se deciden a reformar su vida, con su fe en Dios siempre es posible.
“Dios puede cambiar, siempre y cuando la persona diga hasta aquí y de verdad tenga la voluntad, la determinación de acabar con su adicción, podrán lograr esa recuperación tan anhelada”.
Desafío Juvenil es un Centro de Rehabilitación que no solo atiende al adicto, sino que da una atención integral a la familia que junto con la persona en recuperación van reformando su vida individualmente, restaurando la relación que se creía perdida, pero con la ayuda divina es posible recuperar.
''En este tiempo hemos visto matrimonios restaurados, hijos que perdonan a sus padres de corazón y personas sumergidas en la adicción, salir victoriosas, sin medicamento, solamente con la voluntad de cambiar y sus ojos puestos en Dios, quien al ver un corazón dispuesto a cambiar su vieja manera de vivir, trabaja en ellos permanentemente, alejándolos del vicio y acercándolos a sus familias”.
