/ jueves 11 de julio de 2024

“Para Alito, primero es él, después es él y al final es él”: Francisco Labastida

El ex candidato presidencial del PRI señaló que su partido no tiene ideas ni programas y no tiene objetivos, además criticó la labor de Alejandro Moreno en la dirigencia nacional del tricolor

El exaspirante presidencial Francisco Labastida Ochoa reveló que el presidente Ernesto Zedillo se abstuvo deliberadamente de presumir los logros económicos de su gobierno con tal de opacar la candidatura del PRI; también lo acusó de ordenar a los gobernadores boicotear sus eventos de campaña.

A 24 años de distancia y en medio de una revuelta al interior del partido por las maniobras de Alejandro Alito Moreno para perpetuarse en la dirigencia nacional del tricolor, Labastida dijo que la hipótesis más creíble sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio es que fue una ejecución ordenada por el crimen organizado, aunque no cree que el PRI esté totalmente libre de culpa.

En entrevista con El Sol de México, el también exgobernador de Sinaloa admitió que un error histórico de los gobiernos del PRI y del PAN fue no haber subido los salarios por encima de la inflación durante 30 o 40 años.

Francisco Labastida Ochoa excandidato presidencial / Foto: Laura Lovera / El Sol de México

Sobre las intenciones de Alito Moreno de apropiarse del Partido Revolucionario Institucional, Labastida señaló que el dirigente nacional busca enquistarse para obtener impunidad de los negocios sucios que realiza y para beneficiarse de las prerrogativas que aún recibe el instituto político.

¿Cómo fue que dejaron crecer a una criatura como Alito sin que se tomaran medidas para evitarlo?

Yo creo que fueron las tácticas que él utilizó para tomar el control del partido. Él le quitó facultades al Consejo Político Nacional, por ejemplo, de designación de candidatos, que era un proceso que se hacía de forma colectiva y democrática, y él absorber esas facultades. Eso le dio un poder de decidir quién iba a ser candidato, y hay señales muy claras de que puso a sus amigos, a sus incondicionales, y a algunas otras gentes les apoyó económicamente para captar sus simpatías y apoyo. A mí me preguntaron cuando él ganó la dirigencia nacional qué opinaba de su llegada, y yo dije que me recordaba la novela de García Márquez Crónica de una Muerte Anunciada, que él iba a enterrar al partido y que iba a ser su sepulturero.


Hubo desbandada de muchos militantes, pero hubo pocas acciones para contenerlo, ¿no le parece?

Yo creo que el partido vivió un proceso en donde muchas personas se fueron, muchos se fueron a Morena, se perdió gente que valía la pena, no todos, obviamente, pero fue un proceso muy desgastante. Se acabaron las ideas, se acabaron los objetivos, la gente empezó a pensar en sí misma en lugar de pensar en el país; porque primero va el país y los mexicanos, luego van los partidos, luego van los grupos y al final van los intereses individuales. Yo creo que para este hombre, primero es él, después es él, y al final es él.

¿Pierde fuerza la oposición para dar la batalla contra la sobrerrepresentación de Morena y los partidos aliados?

Así es, el partido perdió agenda, el PRI es un partido que no tiene ideas, que no tiene programas, que no tiene objetivos. Yo, por ejemplo, cuando fui gobernador en Sinaloa en 1991, quité el premio del ocho por ciento que se le da al partido que saca más votos. ¿Por qué? Porque creo que eso no es democrático.

Foto: Laura Lovera / El Sol de México

¿Cuáles considera que son los errores históricos del PRI para llegar a la situación que vive en la actualidad?

En el largo plazo, yo creo que los gobiernos emanados del PRI y del PAN, no sólo del PRI, cometieron el error de no subir los salarios por arriba de la inflación en los últimos 35 o 40 años y eso obviamente nos separó de la gente. Yo fui de los que discutió que esa política estaba mal y la gente del partido decía “no, es que provoca inflación”. La corrupción también, sin lugar a dudas. Los abusos del poder. Yo era secretario de Agricultura (1995-1998) cuando conocí a Alito, en Campeche. Yo iba en una camioneta normal y de repente él llegó en un coche lujoso y con un coche de guaruras atrás y yo dije “¿quién es este señor?”. “Trabaja en el ayuntamiento”, me dijeron. ¿Y de dónde saca para traer lo que trae? “Es que se encarga de conseguirle contratos a las compañías con Pemex”, me dijeron. Más tarde lo traté en el Senado y seguía haciendo lo mismo.

Y tratando de leer un poco en la mente de Alito, ¿qué gana con quedarse con un partido tan desfondado?

Yo creo que gana dos cosas. Primero, impunidad, porque al imponerse como senador, tiene fuero. Y segundo, el partido tiene prerrogativas y subsidios que le sirven para seguir pagando favores.

Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro.com


Confidente de Colosio

Francisco Labastida Ochoa carga con el estigma de ser el primer candidato presidencial del PRI derrotado en las urnas en el año 2000 y de haber entregado el poder al PAN.

A cuatro sexenios de aquel episodio, el sinaloense afirma que no sólo compitió contra Fox, sino contra la bancarrota del partido y contra un Ernesto Zedillo que nunca lo quiso como candidato, porque sus afectos estaban con Guillermo Ortiz o Pedro Aspe Armella.

¿Qué le parecen los señalamientos de Alito sobre la presunta implicación de Manlio Fabio Beltrones en el asesinato de Luis Donaldo Colosio?

Voy a utilizar las palabras del hijo de Luis Donaldo. Él dijo “ya basta de lucrar con el homicidio de mi padre”. Yo creo que lo que dijo es tomar un camino indecente, por ponerlo en términos suaves.

¿Nos puede dar más detalles sobre la charla que tuvo con Colosio y la advertencia que usted le hizo de ser precavido en el tema del combate al crimen organizado?

Yo fui muy amigo de Luis Donaldo. Muy amigo. Él me ayudó en la campaña a la gubernatura. Yo le decía que nos viéramos casi en secreto. “A ti no te conviene que yo te conozca, que tú y yo seamos amigos. A mí sí, pero a ti no”. Entonces, nos veíamos con mucha frecuencia, y nos veíamos de manera confidencial, por decirlo de alguna manera. Yo estaba de embajador en Portugal y un día me dijo “Quédate, que quiero mandar un mensaje contigo”. Le dije “no te conviene, Luis Donaldo”. En dos ocasiones me dijo, y se lo dijo también a otras gentes, que él iba a acabar con el narcotráfico y le iba a poner todas las ganas. Le dije “Luis Donaldo, tú eres sólo un candidato. No tienes ningún poder. No eres ni presidente electo ni mucho menos presidente en funciones. No hagas este tipo de comentarios porque estás poniendo en riesgo tu vida”. Obviamente no me hizo caso. Pero él estaba decidido determinantemente a hacer todo lo posible y hasta lo imposible por parar el crecimiento del crimen organizado en el país.

¿Y esta es, desde su punto de vista, la hipótesis más fuerte sobre el crimen?

Creo que sí. Sobre todo en función de lo que me dijo y de los hechos. Es decir, se hicieron dos investigaciones cuando el homicidio de Luis Donaldo se dio. Yo vi las escenas del doloroso homicidio varias veces. Leí los dos libros de análisis que se hicieron del homicidio. No hay duda del trabajo de análisis diagnóstico que hicieron. Cierto, fue un homicidio de un asesino solitario. La pregunta es ¿quién le pagó?

¿Usted diría que el PRI está fuera de responsabilidad de todo esto?

No lo sé, pero no lo creo. Porque, ¿cómo se lo diré?, yo más bien creo que fueron los del crimen organizado los que le pagaron a esta gente.

Y hablando de la campaña del año 2000, ¿Qué fue lo que pasó en ese entonces? ¿Qué parte de esa película aún no ha sido contada?

Mire, voy a sacar, ya está en imprenta, un libro en donde hablo de muchas cosas. Tiene varios apartados y uno de los apartados es la campaña del 2000. Yo le renuncié al presidente Zedillo en tres ocasiones. ¿Por qué? Por diferencias de cómo decían las cosas o cómo las hacían. La última vez fue por escrito. Dos fue verbal y la última fue por escrito. Yo le llegué a decir a Zedillo que al día siguiente presentaría mi renuncia ante los medios de comunicación, a las once de la mañana. Obviamente a él no le gustó, me pidió que no fuera así, que tratáramos el asunto. Lo tratamos. Me pidió que le hiciera sugerencias de quién podía quedar en la Secretaría de Gobernación. Le di algunos nombres.

Una de las cosas que no me gustaron fue que él ordenó que se hicieran unas elecciones y una campaña del nuevo PRI. Las elecciones implicaron que hubiera la instalación de 68 mil casillas. En cada casilla había un presidente, un secretario y un escrutador. Quiere decir que tuvieron que contratar a más de doscientas mil gentes. Y eso dejó al partido con una deuda enorme. ¿Qué significa una deuda enorme? Yo me acuerdo muy bien que en algunas ciudades no teníamos dinero para que todos estuviéramos en el hotel. Entonces, estábamos en hotel ocho o diez gentes y el equipo de apoyo se quedaba a dormir en las camionetas. Bueno, cuando se llega a esos extremos pues obviamente no sobraba el dinero. Yo me acuerdo que bajé como ocho kilos. El equipo de trabajo estaba tenso, obviamente. No tuvimos dinero para un solo spot ni en tele, ni en radio, ni en periódicos, ni diciembre, ni enero, ni febrero, hasta los últimos días de marzo. Bueno, pues eso tiene una repercusión.

Entonces, ¿sí hubo zancadillas, sí hubo juego sucio dentro del PRI?

Más que dentro del PRI, de Zedillo hacia el partido, hacia la candidatura. Yo no era el candidato de Zedillo. No hubo colaboración ni nada. A ver. Yo le llegué a pedir a Zedillo cosas tan elementales como: “oiga, Presidente, ¿por qué no difunde usted que la economía está creciendo al seis por ciento anual y que se están generando cientos de miles de empleos?”, y me dijo “no lo puedo hacer porque van a decir que te estoy ayudando”, pero sí pudo pedirle a los gobernadores que le dieran en la torre a las giras que yo iba a hacer por los estados.

¿Por qué le renunció tres veces a Ernesto Zedillo?

Por diferencias con él por la forma de hacer las cosas. La última fue por la elección interna. A ver, ¿qué está haciendo Morena en este momento para elegir a candidatos? Encuestas. Con las encuestas no se van a elecciones directas de votos, porque eso cuesta muchísimo dinero. Quiebra el partido.

¿A quién quería Zedillo, entonces?

Yo creo que básicamente en su mente, en su intención estaban gentes como Pedro Aspe o Guillermo Ortiz. Más de una posición de política económica parecida a la que él seguía.

Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro.com

Las herencias del PRI

A punto de cumplir 82 años, Francisco Labastida Ochoa aún tiene la energía para pronunciarse en contra de los cambios estatutarios para que Alejandro Moreno, el responsable de la peor votación del tricolor en décadas, permanezca en el cargo hasta el año 2032.

Sostiene que el partido cometió errores como tolerar prácticas de corrupción y abusos de poder, pero destaca que también le dio al país instituciones que garantizan servicios básicos como educación, salud y vivienda, así como gobernabilidad.

Seguramente en Morena están felices por lo que está pasando en el PRI, ¿no?

Me imagino que sí, aunque de hecho, ya se llevaron una buena parte de las gentes del PRI. Y algunos de ellos, no muy recomendables. Alejandro Murat, por ejemplo.

¿Y qué significado tendría que desaparezca el PRI cuando se comienza a gestar un régimen de partido hegemónico?

Bueno, tenemos que buscar la forma de que haya una oposición constructiva que dé ideas, que dé salidas, que establezca metas, que fije cambios. Algunos de ellos van a tardar tiempo en hacerse, pero uno tiene que pelear por lo que quiere, lo consiga rápido o no lo consiga rápido. Le voy a tratar de poner un ejemplo. Yo desde hace muchos años, quizás 35 o 40 años, platiqué con Porfirio Muñoz Ledo y le dije, “oye, el presidente Luis Echeverría está cometiendo muchos errores y eso es por el gran poder que tiene el presidente de la República”. Me dice, “sí, tienes toda la razón. Debíamos de buscar hacer un gobierno diferente, tipo el que existe en países de Europa, un gobierno parlamentario”. Yo le respondí, “me parece que la solución de un gobierno parlamentario no va con la forma de ser de los mexicanos. Yo lo veo difícil. Pero en lo que sí estoy de acuerdo es que es necesario en el país construir un gobierno con mayor equilibrio de los poderes”. El Presidente de la República tiene un poder excesivo y eso no puede pasar.

Y si hacemos un balance de estos casi 100 años, ¿qué será lo mejor y lo peor que nos ha dejado el PRI?

El PRI nos dejó en primer lugar una evolución pacífica del país, es decir, no ocurrió, como ha ocurrido en la mayor parte de los países de Latinoamérica, un golpe de Estado por la lucha por el poder. A mí me parece que eso es fundamental. Segundo, nos dejó una conquista, poco a poco, de democracia que yo creo que arrancó con López Mateos, cuando estableció los diputados de partido. Quizás el que hizo las reformas más fuertes fue Reyes Heroles, pero fuimos avanzando poco a poco en ello (...) Me parece que nos dejó un avance en servicios básicos como es educación, salud, vivienda. Echeverría logró que se extendiera el mar territorial a 200 millas antes eran sólo 12. Si no tuviéramos eso, el petróleo del mar no sería nuestro. Y nos dejó también que creamos instituciones, Seguro Social e Infonavit.


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¿Y lo peor?

Del otro lado está lo malo. Los eventos de corrupción y los abusos del poder.

El exaspirante presidencial Francisco Labastida Ochoa reveló que el presidente Ernesto Zedillo se abstuvo deliberadamente de presumir los logros económicos de su gobierno con tal de opacar la candidatura del PRI; también lo acusó de ordenar a los gobernadores boicotear sus eventos de campaña.

A 24 años de distancia y en medio de una revuelta al interior del partido por las maniobras de Alejandro Alito Moreno para perpetuarse en la dirigencia nacional del tricolor, Labastida dijo que la hipótesis más creíble sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio es que fue una ejecución ordenada por el crimen organizado, aunque no cree que el PRI esté totalmente libre de culpa.

En entrevista con El Sol de México, el también exgobernador de Sinaloa admitió que un error histórico de los gobiernos del PRI y del PAN fue no haber subido los salarios por encima de la inflación durante 30 o 40 años.

Francisco Labastida Ochoa excandidato presidencial / Foto: Laura Lovera / El Sol de México

Sobre las intenciones de Alito Moreno de apropiarse del Partido Revolucionario Institucional, Labastida señaló que el dirigente nacional busca enquistarse para obtener impunidad de los negocios sucios que realiza y para beneficiarse de las prerrogativas que aún recibe el instituto político.

¿Cómo fue que dejaron crecer a una criatura como Alito sin que se tomaran medidas para evitarlo?

Yo creo que fueron las tácticas que él utilizó para tomar el control del partido. Él le quitó facultades al Consejo Político Nacional, por ejemplo, de designación de candidatos, que era un proceso que se hacía de forma colectiva y democrática, y él absorber esas facultades. Eso le dio un poder de decidir quién iba a ser candidato, y hay señales muy claras de que puso a sus amigos, a sus incondicionales, y a algunas otras gentes les apoyó económicamente para captar sus simpatías y apoyo. A mí me preguntaron cuando él ganó la dirigencia nacional qué opinaba de su llegada, y yo dije que me recordaba la novela de García Márquez Crónica de una Muerte Anunciada, que él iba a enterrar al partido y que iba a ser su sepulturero.


Hubo desbandada de muchos militantes, pero hubo pocas acciones para contenerlo, ¿no le parece?

Yo creo que el partido vivió un proceso en donde muchas personas se fueron, muchos se fueron a Morena, se perdió gente que valía la pena, no todos, obviamente, pero fue un proceso muy desgastante. Se acabaron las ideas, se acabaron los objetivos, la gente empezó a pensar en sí misma en lugar de pensar en el país; porque primero va el país y los mexicanos, luego van los partidos, luego van los grupos y al final van los intereses individuales. Yo creo que para este hombre, primero es él, después es él, y al final es él.

¿Pierde fuerza la oposición para dar la batalla contra la sobrerrepresentación de Morena y los partidos aliados?

Así es, el partido perdió agenda, el PRI es un partido que no tiene ideas, que no tiene programas, que no tiene objetivos. Yo, por ejemplo, cuando fui gobernador en Sinaloa en 1991, quité el premio del ocho por ciento que se le da al partido que saca más votos. ¿Por qué? Porque creo que eso no es democrático.

Foto: Laura Lovera / El Sol de México

¿Cuáles considera que son los errores históricos del PRI para llegar a la situación que vive en la actualidad?

En el largo plazo, yo creo que los gobiernos emanados del PRI y del PAN, no sólo del PRI, cometieron el error de no subir los salarios por arriba de la inflación en los últimos 35 o 40 años y eso obviamente nos separó de la gente. Yo fui de los que discutió que esa política estaba mal y la gente del partido decía “no, es que provoca inflación”. La corrupción también, sin lugar a dudas. Los abusos del poder. Yo era secretario de Agricultura (1995-1998) cuando conocí a Alito, en Campeche. Yo iba en una camioneta normal y de repente él llegó en un coche lujoso y con un coche de guaruras atrás y yo dije “¿quién es este señor?”. “Trabaja en el ayuntamiento”, me dijeron. ¿Y de dónde saca para traer lo que trae? “Es que se encarga de conseguirle contratos a las compañías con Pemex”, me dijeron. Más tarde lo traté en el Senado y seguía haciendo lo mismo.

Y tratando de leer un poco en la mente de Alito, ¿qué gana con quedarse con un partido tan desfondado?

Yo creo que gana dos cosas. Primero, impunidad, porque al imponerse como senador, tiene fuero. Y segundo, el partido tiene prerrogativas y subsidios que le sirven para seguir pagando favores.

Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro.com


Confidente de Colosio

Francisco Labastida Ochoa carga con el estigma de ser el primer candidato presidencial del PRI derrotado en las urnas en el año 2000 y de haber entregado el poder al PAN.

A cuatro sexenios de aquel episodio, el sinaloense afirma que no sólo compitió contra Fox, sino contra la bancarrota del partido y contra un Ernesto Zedillo que nunca lo quiso como candidato, porque sus afectos estaban con Guillermo Ortiz o Pedro Aspe Armella.

¿Qué le parecen los señalamientos de Alito sobre la presunta implicación de Manlio Fabio Beltrones en el asesinato de Luis Donaldo Colosio?

Voy a utilizar las palabras del hijo de Luis Donaldo. Él dijo “ya basta de lucrar con el homicidio de mi padre”. Yo creo que lo que dijo es tomar un camino indecente, por ponerlo en términos suaves.

¿Nos puede dar más detalles sobre la charla que tuvo con Colosio y la advertencia que usted le hizo de ser precavido en el tema del combate al crimen organizado?

Yo fui muy amigo de Luis Donaldo. Muy amigo. Él me ayudó en la campaña a la gubernatura. Yo le decía que nos viéramos casi en secreto. “A ti no te conviene que yo te conozca, que tú y yo seamos amigos. A mí sí, pero a ti no”. Entonces, nos veíamos con mucha frecuencia, y nos veíamos de manera confidencial, por decirlo de alguna manera. Yo estaba de embajador en Portugal y un día me dijo “Quédate, que quiero mandar un mensaje contigo”. Le dije “no te conviene, Luis Donaldo”. En dos ocasiones me dijo, y se lo dijo también a otras gentes, que él iba a acabar con el narcotráfico y le iba a poner todas las ganas. Le dije “Luis Donaldo, tú eres sólo un candidato. No tienes ningún poder. No eres ni presidente electo ni mucho menos presidente en funciones. No hagas este tipo de comentarios porque estás poniendo en riesgo tu vida”. Obviamente no me hizo caso. Pero él estaba decidido determinantemente a hacer todo lo posible y hasta lo imposible por parar el crecimiento del crimen organizado en el país.

¿Y esta es, desde su punto de vista, la hipótesis más fuerte sobre el crimen?

Creo que sí. Sobre todo en función de lo que me dijo y de los hechos. Es decir, se hicieron dos investigaciones cuando el homicidio de Luis Donaldo se dio. Yo vi las escenas del doloroso homicidio varias veces. Leí los dos libros de análisis que se hicieron del homicidio. No hay duda del trabajo de análisis diagnóstico que hicieron. Cierto, fue un homicidio de un asesino solitario. La pregunta es ¿quién le pagó?

¿Usted diría que el PRI está fuera de responsabilidad de todo esto?

No lo sé, pero no lo creo. Porque, ¿cómo se lo diré?, yo más bien creo que fueron los del crimen organizado los que le pagaron a esta gente.

Y hablando de la campaña del año 2000, ¿Qué fue lo que pasó en ese entonces? ¿Qué parte de esa película aún no ha sido contada?

Mire, voy a sacar, ya está en imprenta, un libro en donde hablo de muchas cosas. Tiene varios apartados y uno de los apartados es la campaña del 2000. Yo le renuncié al presidente Zedillo en tres ocasiones. ¿Por qué? Por diferencias de cómo decían las cosas o cómo las hacían. La última vez fue por escrito. Dos fue verbal y la última fue por escrito. Yo le llegué a decir a Zedillo que al día siguiente presentaría mi renuncia ante los medios de comunicación, a las once de la mañana. Obviamente a él no le gustó, me pidió que no fuera así, que tratáramos el asunto. Lo tratamos. Me pidió que le hiciera sugerencias de quién podía quedar en la Secretaría de Gobernación. Le di algunos nombres.

Una de las cosas que no me gustaron fue que él ordenó que se hicieran unas elecciones y una campaña del nuevo PRI. Las elecciones implicaron que hubiera la instalación de 68 mil casillas. En cada casilla había un presidente, un secretario y un escrutador. Quiere decir que tuvieron que contratar a más de doscientas mil gentes. Y eso dejó al partido con una deuda enorme. ¿Qué significa una deuda enorme? Yo me acuerdo muy bien que en algunas ciudades no teníamos dinero para que todos estuviéramos en el hotel. Entonces, estábamos en hotel ocho o diez gentes y el equipo de apoyo se quedaba a dormir en las camionetas. Bueno, cuando se llega a esos extremos pues obviamente no sobraba el dinero. Yo me acuerdo que bajé como ocho kilos. El equipo de trabajo estaba tenso, obviamente. No tuvimos dinero para un solo spot ni en tele, ni en radio, ni en periódicos, ni diciembre, ni enero, ni febrero, hasta los últimos días de marzo. Bueno, pues eso tiene una repercusión.

Entonces, ¿sí hubo zancadillas, sí hubo juego sucio dentro del PRI?

Más que dentro del PRI, de Zedillo hacia el partido, hacia la candidatura. Yo no era el candidato de Zedillo. No hubo colaboración ni nada. A ver. Yo le llegué a pedir a Zedillo cosas tan elementales como: “oiga, Presidente, ¿por qué no difunde usted que la economía está creciendo al seis por ciento anual y que se están generando cientos de miles de empleos?”, y me dijo “no lo puedo hacer porque van a decir que te estoy ayudando”, pero sí pudo pedirle a los gobernadores que le dieran en la torre a las giras que yo iba a hacer por los estados.

¿Por qué le renunció tres veces a Ernesto Zedillo?

Por diferencias con él por la forma de hacer las cosas. La última fue por la elección interna. A ver, ¿qué está haciendo Morena en este momento para elegir a candidatos? Encuestas. Con las encuestas no se van a elecciones directas de votos, porque eso cuesta muchísimo dinero. Quiebra el partido.

¿A quién quería Zedillo, entonces?

Yo creo que básicamente en su mente, en su intención estaban gentes como Pedro Aspe o Guillermo Ortiz. Más de una posición de política económica parecida a la que él seguía.

Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro.com

Las herencias del PRI

A punto de cumplir 82 años, Francisco Labastida Ochoa aún tiene la energía para pronunciarse en contra de los cambios estatutarios para que Alejandro Moreno, el responsable de la peor votación del tricolor en décadas, permanezca en el cargo hasta el año 2032.

Sostiene que el partido cometió errores como tolerar prácticas de corrupción y abusos de poder, pero destaca que también le dio al país instituciones que garantizan servicios básicos como educación, salud y vivienda, así como gobernabilidad.

Seguramente en Morena están felices por lo que está pasando en el PRI, ¿no?

Me imagino que sí, aunque de hecho, ya se llevaron una buena parte de las gentes del PRI. Y algunos de ellos, no muy recomendables. Alejandro Murat, por ejemplo.

¿Y qué significado tendría que desaparezca el PRI cuando se comienza a gestar un régimen de partido hegemónico?

Bueno, tenemos que buscar la forma de que haya una oposición constructiva que dé ideas, que dé salidas, que establezca metas, que fije cambios. Algunos de ellos van a tardar tiempo en hacerse, pero uno tiene que pelear por lo que quiere, lo consiga rápido o no lo consiga rápido. Le voy a tratar de poner un ejemplo. Yo desde hace muchos años, quizás 35 o 40 años, platiqué con Porfirio Muñoz Ledo y le dije, “oye, el presidente Luis Echeverría está cometiendo muchos errores y eso es por el gran poder que tiene el presidente de la República”. Me dice, “sí, tienes toda la razón. Debíamos de buscar hacer un gobierno diferente, tipo el que existe en países de Europa, un gobierno parlamentario”. Yo le respondí, “me parece que la solución de un gobierno parlamentario no va con la forma de ser de los mexicanos. Yo lo veo difícil. Pero en lo que sí estoy de acuerdo es que es necesario en el país construir un gobierno con mayor equilibrio de los poderes”. El Presidente de la República tiene un poder excesivo y eso no puede pasar.

Y si hacemos un balance de estos casi 100 años, ¿qué será lo mejor y lo peor que nos ha dejado el PRI?

El PRI nos dejó en primer lugar una evolución pacífica del país, es decir, no ocurrió, como ha ocurrido en la mayor parte de los países de Latinoamérica, un golpe de Estado por la lucha por el poder. A mí me parece que eso es fundamental. Segundo, nos dejó una conquista, poco a poco, de democracia que yo creo que arrancó con López Mateos, cuando estableció los diputados de partido. Quizás el que hizo las reformas más fuertes fue Reyes Heroles, pero fuimos avanzando poco a poco en ello (...) Me parece que nos dejó un avance en servicios básicos como es educación, salud, vivienda. Echeverría logró que se extendiera el mar territorial a 200 millas antes eran sólo 12. Si no tuviéramos eso, el petróleo del mar no sería nuestro. Y nos dejó también que creamos instituciones, Seguro Social e Infonavit.


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