El astronauta mexicano, José Hernández, supo que quería llegar a las estrellas cuando fuera grande, a pesar de las desventajas de provenir de una familia de campesinos, su perseverancia y decisión lo hizo salir adelante y cumplir con sus sueños. Con el fin de presentar ejemplos de vida que sirvan de inspiración al alumnado, CETYS Universidad presentó la conferencia “El cosechador de estrellas”, impartida por Hernández, quien tripuló el transbordador espacial Discovery en el 2009 como ingeniero de vuelo y duró catorce días trabajando en la Estación Espacial Internacional. Hernández es el menor de cuatro hijos de un trabajador agrícola, inmigrante de Michoacán, por lo que desde pequeño viajaba como gitano siguiendo la llamada ruta de California, en la que iban siguiendo las temporadas de cosechas.
Debido a que 9 meses se la pasaba en Estados Unidos y 3 meses en La Piedad, Michoacán, no tenían arraigo en ningún lugar, lo que no era propicio para sus estudios. Sin embargo, fue cuando una maestra en Estados Unidos habló con sus padres y les hizo entender que sus hijos pudieran desarrollarse, tenían que echar raíces.
Fue entonces cuando su familia se estableció en un lugar y junto con sus hermanos comenzó a ir regularmente a la escuela, donde tomó gran cariño al estudio. Sus padres no llegaron ni a tercer grado de primaria, conocían la gran importancia de la educación para sus hijos, por lo que los alentaban a ir a la escuela.
Sin embargo, fue en 1972, durante la misión Apollo 17, la última en la que el hombre pisó la Luna, cuando en su viejo televisor blanco y negro, acompañado de toda su familia, vio al astronauta Eugene Andrew Cernan y supo que él quería ser astronauta. Recordó que le compartió su sueño a su padre y éste le respondió que le iba a dar la receta para alcanzar su objetivo, que fue: Define tu meta; reconoce qué tan lejos estás; establecer la ruta o mapa; estudiar; mucho esfuerzo y a la que añadió la perseverancia. El no darse por vencido lo que lo llevó al espacio, ya que la NASA lo rechazó once veces, sin embargo, tomó estas negativas como una lección para mejorar, es por ello que se hizo piloto aviador certificado, así como buzo, además, aceptó un trabajo en Rusia donde aprendió el idioma, ya que el comandante de la estación espacial era ruso.
El seguir estos pasos no es garantía de que se llegará a la meta, sin embargo, el no seguirlos es garantía de que nunca llegarás a dónde quieres. Finalmente en su intento 12, fue aceptado como integrante de la 19 generación de astronautas de la Nasa, donde tuvo que capacitarse por dos años para ser elegible para una misión espacial, donde les enseñan a pilotar un jet y a realizar caminatas a 16 metros bajo el agua.
Una vez que se le es asignada una misión, deben pasar 2 años más de entrenamiento para realizar la misión, la cual llegó en el 2009 y en la que fue el tercero en la línea para pilotear el transbordador, en la cual llevaron víveres a la estación espacial, así como la instalación de equipos. Una vez terminada la misión, el transbordador espacial llegó a California, aterrizando en un lugar que tan solo se encontraba a 20 kilómetros de donde en su juventud pizcaba fresa.