/ sábado 10 de noviembre de 2018

Las víctimas alegres

Entre Teclas


Los dirigentes sindicales presumen que, tras nueve días de intensa lucha y gestión se resolvió el pago de la nómina del mes de octubre a los maestros jubilados y pensionados. Sin rubor alguno, la dirigente de la Sección 37 del SNTE, la maestra María Luisa Gutiérrez Santoyo, ensalza, como si esto fuera una gran proeza, que 14 mil profesores en activo apoyaron el movimiento y para ello, dejaron a sus alumnos sin clases.

Desde su mundo de poder sindical, la dirigente magisterial asume que los padres de familia de estos niños que perdieron una semana de clases, se solidarizaron con este movimiento que tuvo como objetivo, darle certeza salarial a 7 mil profesores jubilados. El 9 de noviembre pasado, el paro terminó y los colegiales regresaron a sus escuelas.

¿Qué pasará ahora? ¿Se recuperará el tiempo perdido? ¿Los maestros trabajarán jornadas extras para nivelar las enseñanzas de los alumnos? Claro que no, pues no será necesario, ya que ahora con los nuevos criterios de evaluación aprobados por la Secretaría de Educación Pública no es necesario dar una calificación numérica al educando, sino que el criterio del maestro es determinante para promover al grado siguiente al estudiante.

Luego entonces, los niños resultan ser las víctimas colaterales de estos pleitos entre maestros y Gobierno por el dinero, pues mientras los estatales acusan a los federales y éstos regresan la bolita respecto de la responsabilidad de los pagos omisos, los alumnos de educación básica se quedan sin una semana de actividad escolar, pero la conclusión de todos: Gobierno, maestros y padres de familia es que, no pasa nada.

El tema es que en este “valemadrismo”, las historias de los pleitos magisteriales y los paros, van a continuar, porque ya se dieron cuenta los profes que, sin ir a trabajar, sin cumplir con su tarea de atender a los niños, de todas maneras les pagan y logran beneficios, como en este caso solidarios para la causa magisterial.

Lo peor de todo es que los maestros sindicalizados argumentan que con las manifestaciones no están dejando de educar, por el contrario los están enseñando a luchar y defender sus derechos. Algunas frases alusivas se observaron esta semana en escuelas de la ciudad de Mexicali: “Querido alumno: Extraño tu risa y tu afecto, siento mucho no estar contigo, pero tengo que salir a pelear mis derechos. Ojalá lo entiendas, pero no tengo otro camino más que la manifestación. Tu Profe”.

Así las cosas no nos asombremos que en un futuro no muy lejano, los alumnos le “tomen” el aula a la profe para exigirle mayor tiempo de recreo o le pongan candados a la puerta de la dirección de la escuela para exigir que regresen las frituras grasosas, la comida chatarra y las bebidas con alto contenido de azúcar, a las cooperativas y tienditas de la escuela.

Estudié la carrera de profesor de educación primaria en la entonces Escuela Normal Urbana Federal Fronteriza, generación 1978-1982 y los grandes maestros que tuve en aquella época, nos enseñaban que “… nada está por encima de la educación de los educandos”… Al tiempo.




Entre Teclas


Los dirigentes sindicales presumen que, tras nueve días de intensa lucha y gestión se resolvió el pago de la nómina del mes de octubre a los maestros jubilados y pensionados. Sin rubor alguno, la dirigente de la Sección 37 del SNTE, la maestra María Luisa Gutiérrez Santoyo, ensalza, como si esto fuera una gran proeza, que 14 mil profesores en activo apoyaron el movimiento y para ello, dejaron a sus alumnos sin clases.

Desde su mundo de poder sindical, la dirigente magisterial asume que los padres de familia de estos niños que perdieron una semana de clases, se solidarizaron con este movimiento que tuvo como objetivo, darle certeza salarial a 7 mil profesores jubilados. El 9 de noviembre pasado, el paro terminó y los colegiales regresaron a sus escuelas.

¿Qué pasará ahora? ¿Se recuperará el tiempo perdido? ¿Los maestros trabajarán jornadas extras para nivelar las enseñanzas de los alumnos? Claro que no, pues no será necesario, ya que ahora con los nuevos criterios de evaluación aprobados por la Secretaría de Educación Pública no es necesario dar una calificación numérica al educando, sino que el criterio del maestro es determinante para promover al grado siguiente al estudiante.

Luego entonces, los niños resultan ser las víctimas colaterales de estos pleitos entre maestros y Gobierno por el dinero, pues mientras los estatales acusan a los federales y éstos regresan la bolita respecto de la responsabilidad de los pagos omisos, los alumnos de educación básica se quedan sin una semana de actividad escolar, pero la conclusión de todos: Gobierno, maestros y padres de familia es que, no pasa nada.

El tema es que en este “valemadrismo”, las historias de los pleitos magisteriales y los paros, van a continuar, porque ya se dieron cuenta los profes que, sin ir a trabajar, sin cumplir con su tarea de atender a los niños, de todas maneras les pagan y logran beneficios, como en este caso solidarios para la causa magisterial.

Lo peor de todo es que los maestros sindicalizados argumentan que con las manifestaciones no están dejando de educar, por el contrario los están enseñando a luchar y defender sus derechos. Algunas frases alusivas se observaron esta semana en escuelas de la ciudad de Mexicali: “Querido alumno: Extraño tu risa y tu afecto, siento mucho no estar contigo, pero tengo que salir a pelear mis derechos. Ojalá lo entiendas, pero no tengo otro camino más que la manifestación. Tu Profe”.

Así las cosas no nos asombremos que en un futuro no muy lejano, los alumnos le “tomen” el aula a la profe para exigirle mayor tiempo de recreo o le pongan candados a la puerta de la dirección de la escuela para exigir que regresen las frituras grasosas, la comida chatarra y las bebidas con alto contenido de azúcar, a las cooperativas y tienditas de la escuela.

Estudié la carrera de profesor de educación primaria en la entonces Escuela Normal Urbana Federal Fronteriza, generación 1978-1982 y los grandes maestros que tuve en aquella época, nos enseñaban que “… nada está por encima de la educación de los educandos”… Al tiempo.




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