El amor eterno de una madre se reflejó en el rostro de Edelmira Montoya, quien después de 35 años volvió a ver a su hija Isabel Huante, presa en el Cereso de Mexicali desde hace 15 años.
Madre e hija son originarias de Taretan, Michoacán.
A los 14 años, Isabel abandonó su hogar y a su familia, por amor a un hombre; después poco supieron de ella, menos volvieron a verla; hasta ayer, que ya con canas, de nuevo abrazó a su madre.
La historia
A sus 78 años, Edelmira Montoya, no ha parado de extrañar a la única hija mujer que le queda, las otras dos ya fallecieron; en total tuvo siete hijos.
Entre pláticas comentó a su vecina Esmeralda Guillen, allá en Taretan, “no me quiero morir sin verla”. Gracias a la iniciativa de su vecina y a las redes sociales, se logró ubicarla.
Esmeralda comentó el caso en tres comunidades de Facebook en Mexicali y Tijuana, a pocos minutos tuvo respuestas.
Una compañera del Cereso reconoció a Isabel por su nombre y le comentó que estaba presa; también trabajadoras del Centro de Readaptación se comunicaron.
Pero algo no coincidía, al ingresar al Centro, Isabel dijo que su mamá había muerto, pues era lo que ella pensaba.
Luego de verificar la información, Isabel supo que la buscaban y llamó a su madre; fue ahí donde Edelmira volvió a escuchar de sus labios las palabras “mamá, mamá”.
La inquietud de Esmeralda no se detuvo, por lo que buscando en Internet información sobre el Cereso, encontró a una persona que repetidamente lo visita, Omar Landa, el artífice del personaje “La Maruja”; a quien le pidió le ayudara a hacer tan solo una videollamada.
Omar Landa hizo algo mejor, a través de redes sociales y de su fundación “Etapas de Amor” recaudó el recurso económico para pagarles el avión; además consiguió el apoyo logístico de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal y el Sistema DIF.
El reencuentro
Por su edad y su problema de diabetes, durante el recorrido hasta el comedor, la programaban para tomar la emoción con cautela; “no voy a llorar, no voy a llorar”, repetía ya con los ojos llorosos.
Mientras, en el área del comedor de visitas para mujeres el equipo de Omar Landa les preparó una mesa especial, les llevó alimentos y bebidas; además de amenizarles con música el rato.
“Amor eterno e inolvidable, tarde o temprano estaré contigo para seguir ¡amándonos!”, fue la canción de Juan Gabriel, en voz de Rocío Dúrcal, la que se escuchó mientras Edelmira caminaba a abrazar a su hija Isabel.
“Tú eres la tristeza de mis ojos, que lloran en silencio por tu amor, me miro en el espejo y veo en mi rostro, el tiempo que he sufrido por tu adiós”.
Isabel, vestida con su tradicional uniforme: pantalón y camisa gris, tenis de color blanco; su cabello canoso, se reencontró con Edelmira, la beso y abrazó.
Mientras tanto en el comedor, cerca de 70 reclusas con sus familias, aplaudían ante emotivo momento.
“Estoy muy emocionada de ver a mi hija después de 35 años, pensé que no volvería a verla”, dijo Edelmira con los ojos llorosos.
Durante la comida platicaron por largo rato, Edelmira le entregó una canasta de dulces típicos de Michoacán; Isabel leyó las cartas de sus hermanos y recordaron un poco del pasado.