El reloj marcaba las 18:00 horas y en el malecón de San Felipe, las bandas y la gente bailando ya empezaban la fiesta de Semana Santa.
Algunos de Tijuana, otros desde San Diego, California, e incluso unos de Veracruz llegaban al puerto con sus hieleras y al interior, los botes de su bebida refrescante etílica.
Los más de 70 puestos de ambulantaje ya ofrecían sus gorditas de nata, los elotes con queso, la fruta picada con chile y chamoy, y por supuesto las piñas coladas que no pueden faltar en una playa.
El tiempo transcurrió y ya eran las 21:00 horas, cuando se formaron círculos de baile en la plancha de concreto, danzaban alrededor de las bandas que hacían resonar “el toro mambo”, “el sinaloense” y demás cumbias.
Ya eran las 22:00 horas y los padres cargaban en hombros a sus hijos, una botarga de Buz Lightyear “perreaba” entre la gente, jóvenes con pelucas cargaban las hieleras y otros ya mostraban dificultad para andar.
Los lomitos también llegaron con sus correas y con sus familias humanas a disfrutar de las vacaciones, algunos Pugs fueron la sensación.
Para bailar en cualquier parte, para comer había opciones con solo voltear a ver, pero para los sanitarios, solo unos pocos en los lados extremos del malecón, eso sí, pagando 10 pesos por una orinada.
Así se disfrutó la primera noche del fin mayor, entre 54 mil personas que se distribuyeron entre el malecón, los hoteles, las dunas y los campos turísticos.
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