/ viernes 2 de diciembre de 2016

Baja 100 Concluye una larga trayectoria

Refugio entre cerros Desde las 8:00 horas y con experiencia porel cansancio de algunas personas, la estrategia cambió, es decirmenos peso en las mochilas de hidratación, paso firme y constante,así como mayor protección solar pues el día pintaba para ser elmás cálido.

Con algunas subidas y bajadas constantes en el camino, era unreto para algunas personas seguir en pie, sin embargo de parte deuna servidora fue un gusto el subir trotando cada relieve que dabavida en el aliento por el aire puro, libre de contaminación ysobre todo por la belleza del desierto que poco a poco dejaba vermás vegetación entre sus caminos de tierra arcillosa y dearena.

Con puntos de hidratación cada 5 kilómetros, los oasis de aguay alimento alentaban a todos a seguir, pues la amabilidad de losmiembros de Club dejaba la seguridad de continuar sin temor anada.

Un recorrido solitario por horas, desde las 7:00 horas parecíainterminable, pero a partir de las 13:00 ó 14:00 horas, a laentrada de un caño se contaba con el campamento que solamentesignificaba descanso, alimento y curación de los pies dañadosentre tantos kilómetros.

Tocando el Océano Pacífico Con menos de 30 kilómetros porterminar la travesía, el tercer día llegó y tan solo unas horasmás cada uno de los participantes recibieron su medalla en laplaya de Bahía de Los Ángeles.

Pero un elemento ajeno al desierto cambió la estrategia,kilómetros de carretera a la Bahía, ya no era solo arena ycerros, se trataba de una carretera que calentaba los pies, dejandoque el calor hiciera lo suyo, algunas personas optaron por subir alos automóviles del Club para llegar al punto de arribo, perootros aún y con ampollas soportadas por kilómetros decidieron queno habían viajado desde la otra costa para dejarse ayudar, no eraorgullo, fue una fuerza más grande que sacó lo mejor de lossenderistas quienes cansados y felices llegaron a la playa dondecon porras, tacos de pescado, agua, refrescos y cerveza tomaban eltriunfo en sus manos, sin antes entrar al mar como una tradiciónde bajarse en los dos mares.

Recuento de un logro Mónica Portugal, quien viajó con el ClubVámonos de Camping, comprobó que este reto se puede compartir conamigos y familia, logrando hacer de este viaje algo más que unatravesía, un tiempo para valorar su paz y sobre todo el amor desus seres queridos.

“Es la segunda ocasión que hacemos la Travesía Baja 100 miesposo Alberto Arriola con nuestro gran amigo Tomás González,pero en la primera vez nos acompañó nuestra sobrina Alexa Mayen ala cual extrañamos. Pero sin dudarlo ésta es una gran experienciaal lograr caminar 110 kilómetros en tres días que disfrutamos,pero también lo sufrimos un poco por el esfuerzo físico queexige”.

“Lograr esta travesía fue para mi un reto, pues tienes unobjetivo que es terminar para llegar a tu meta; son días en losque estás lejos del bullicio de la ciudad, alejada de la rutina yen lo personal algo muy difícil fue no estar comunicada con mishijos, no tienes idea que pasa por acá. Pero estás en contactodirecto con la naturaleza, disfrutando del silencio del sendero deuna luna que te ilumina, el camino de un cielo lleno deestrellas”.

“Lograr este recorrido con mi esposo es todavía másespecial, es seguir caminando juntos con un objetivo común ydisfrutarlo. Nuestros amigos y familiares nos preguntan si estamoslocos, yo les contesto que es como un retiro espiritual, escargarte de energía, aclarar ideas, es platicar, reír, conocernuevas personas que comparten esto que llaman locura”.

Refugio entre cerros Desde las 8:00 horas y con experiencia porel cansancio de algunas personas, la estrategia cambió, es decirmenos peso en las mochilas de hidratación, paso firme y constante,así como mayor protección solar pues el día pintaba para ser elmás cálido.

Con algunas subidas y bajadas constantes en el camino, era unreto para algunas personas seguir en pie, sin embargo de parte deuna servidora fue un gusto el subir trotando cada relieve que dabavida en el aliento por el aire puro, libre de contaminación ysobre todo por la belleza del desierto que poco a poco dejaba vermás vegetación entre sus caminos de tierra arcillosa y dearena.

Con puntos de hidratación cada 5 kilómetros, los oasis de aguay alimento alentaban a todos a seguir, pues la amabilidad de losmiembros de Club dejaba la seguridad de continuar sin temor anada.

Un recorrido solitario por horas, desde las 7:00 horas parecíainterminable, pero a partir de las 13:00 ó 14:00 horas, a laentrada de un caño se contaba con el campamento que solamentesignificaba descanso, alimento y curación de los pies dañadosentre tantos kilómetros.

Tocando el Océano Pacífico Con menos de 30 kilómetros porterminar la travesía, el tercer día llegó y tan solo unas horasmás cada uno de los participantes recibieron su medalla en laplaya de Bahía de Los Ángeles.

Pero un elemento ajeno al desierto cambió la estrategia,kilómetros de carretera a la Bahía, ya no era solo arena ycerros, se trataba de una carretera que calentaba los pies, dejandoque el calor hiciera lo suyo, algunas personas optaron por subir alos automóviles del Club para llegar al punto de arribo, perootros aún y con ampollas soportadas por kilómetros decidieron queno habían viajado desde la otra costa para dejarse ayudar, no eraorgullo, fue una fuerza más grande que sacó lo mejor de lossenderistas quienes cansados y felices llegaron a la playa dondecon porras, tacos de pescado, agua, refrescos y cerveza tomaban eltriunfo en sus manos, sin antes entrar al mar como una tradiciónde bajarse en los dos mares.

Recuento de un logro Mónica Portugal, quien viajó con el ClubVámonos de Camping, comprobó que este reto se puede compartir conamigos y familia, logrando hacer de este viaje algo más que unatravesía, un tiempo para valorar su paz y sobre todo el amor desus seres queridos.

“Es la segunda ocasión que hacemos la Travesía Baja 100 miesposo Alberto Arriola con nuestro gran amigo Tomás González,pero en la primera vez nos acompañó nuestra sobrina Alexa Mayen ala cual extrañamos. Pero sin dudarlo ésta es una gran experienciaal lograr caminar 110 kilómetros en tres días que disfrutamos,pero también lo sufrimos un poco por el esfuerzo físico queexige”.

“Lograr esta travesía fue para mi un reto, pues tienes unobjetivo que es terminar para llegar a tu meta; son días en losque estás lejos del bullicio de la ciudad, alejada de la rutina yen lo personal algo muy difícil fue no estar comunicada con mishijos, no tienes idea que pasa por acá. Pero estás en contactodirecto con la naturaleza, disfrutando del silencio del sendero deuna luna que te ilumina, el camino de un cielo lleno deestrellas”.

“Lograr este recorrido con mi esposo es todavía másespecial, es seguir caminando juntos con un objetivo común ydisfrutarlo. Nuestros amigos y familiares nos preguntan si estamoslocos, yo les contesto que es como un retiro espiritual, escargarte de energía, aclarar ideas, es platicar, reír, conocernuevas personas que comparten esto que llaman locura”.

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