Tras haber hecho las cosas bien y con mucho esfuerzo, ahora Jesufrant Caliste, quien es originario de Haití, cuenta con un trabajo formal y vive de un trabajo que le gusta en Mexicali.
El hombre de 35 años trabaja en la tienda “La Grande”, en donde se dedica a ser abarrotero y a surtir ciertos pasillos de los cuales está a cargo. Por “practicidad”, sus compañeros le llaman “Francisco” o “Pancho”.
Recordó que hace tres años llegó a Mexicali esperando cruzar hacia Estados Unidos, sin embargo por miedo a ser recluido al intentar ingresar a aquel país, prefirió asentarse en esta tierra cálida, pese a las altas temperaturas que se manifiestan aquí.
Él se mudó de su país solo, dejando atrás a su hijo, su madre y su hermano, buscando una vida mejor.
Puntualizó que allá casi no hay trabajo y que como agricultor ganaba muy poco, por lo que buscó viajar a este continente para finalmente llegar a esta frontera.
Dado que cuenta con salud, Jesufrant expresó firmemente que él no quería andar mendigando en las calles.
Por azares del destino, llegó un día al estacionamiento de la mencionada tienda donde ahora trabaja, lugar en el que le permitieron ganarse un sustento de manera digna.
Aquí México me gusta, Dios me cuida mi vida, nadie me molesta a mí, me gusta, y yo no molesto a nadie tampoco.
Él reside actualmente en la colonia Solidaridad y se transporta desde aquella demarcación a su trabajo en transporte público, como muchos mexicalenses.
Con lo que gana, manda dinero a su hijo a Haití y si algún día se lo pide, piensa traer a su hijo a vivir a esta ciudad, aunque reconoció que es un trámite costoso, siendo que oscila alrededor de los 8 mil pesos por año.