/ martes 12 de marzo de 2024

Mario y José Luis ofrecen espectáculo en las calles por vocación

Mario Martínez Pereira es originario de Guanajuato que tiene un gran gusto por el arte en general, pero sobre todo, el circense.

Para algunos, realizar un espectáculo en las calles no tiene que ver con una situación de indigencia o pobreza, sino por el placer de hacer algo diferente y entretener a la gente.

Mario Martínez Pereira es originario de Guanajuato que tiene un gran gusto por el arte en general, pero sobre todo, el circense. Desde hace ocho años ha perfeccionado las diferentes técnicas para mantener el equilibrio.

Él ocasionalmente también ameniza los cruceros con tamboras, pero de manera constante, lleva seis años viviendo del arte que ofrece a los transeúntes y conductores, en las calles.

Para él, el arte urbano es una forma digna de trabajo, aunque existan muchos estigmas y formas de discriminación, de tal manera en que los espectantes creen que los artistas son personas que no tienen acceso a otra forma de trabajo.

“Sí se puede vivir de esto, nada más que no es bien visto, por estar en la calle, de hecho yo ando juntando un poco de dinero, gracias a esto he conocido casi toda la República”, expresó.

Muchas personas le han expresado que debería de buscarse una “chamba de a de veras”en lugar de eso, pero Mario asegura que disfruta hacerlo, aunque está consciente que no lo podrá hacer siempre.

“Yo intento dar un show a cambio de algo, no nomas estar levantando la mano (para que me den dinero)”, añadió.

Foto: Juan Salazar / La Voz de la Frontera

Por su parte, José Luis, quien se dedica a balancear antorchas con fuego, admitió que lleva poco aprendiendo cómo mantener vivo el fuego y a la par hacer malabares.

Apenas este año empezó a trabajar en las calles ofreciendo este espectáculo, el cual disfruta, toda vez que para él fue fascinante ver lo que hacen los que realmente se dedican a entretener en un circo, pero que se vuelve complejo al intentar replicarlo.

“Lo que estoy haciendo me gusta, no le hago caso a la gente de lo que me diga”.

Coincidió en que entretener a la gente en las calles es algo digno y que no por hacer esa actividad, significa que las personas que se dedican a esto tienen alguna adicción o incluso, que la gente crea que no tienen un hogar.

“Sí se puede vivir de esto, no me quejo”, finalizó.

Para algunos, realizar un espectáculo en las calles no tiene que ver con una situación de indigencia o pobreza, sino por el placer de hacer algo diferente y entretener a la gente.

Mario Martínez Pereira es originario de Guanajuato que tiene un gran gusto por el arte en general, pero sobre todo, el circense. Desde hace ocho años ha perfeccionado las diferentes técnicas para mantener el equilibrio.

Él ocasionalmente también ameniza los cruceros con tamboras, pero de manera constante, lleva seis años viviendo del arte que ofrece a los transeúntes y conductores, en las calles.

Para él, el arte urbano es una forma digna de trabajo, aunque existan muchos estigmas y formas de discriminación, de tal manera en que los espectantes creen que los artistas son personas que no tienen acceso a otra forma de trabajo.

“Sí se puede vivir de esto, nada más que no es bien visto, por estar en la calle, de hecho yo ando juntando un poco de dinero, gracias a esto he conocido casi toda la República”, expresó.

Muchas personas le han expresado que debería de buscarse una “chamba de a de veras”en lugar de eso, pero Mario asegura que disfruta hacerlo, aunque está consciente que no lo podrá hacer siempre.

“Yo intento dar un show a cambio de algo, no nomas estar levantando la mano (para que me den dinero)”, añadió.

Foto: Juan Salazar / La Voz de la Frontera

Por su parte, José Luis, quien se dedica a balancear antorchas con fuego, admitió que lleva poco aprendiendo cómo mantener vivo el fuego y a la par hacer malabares.

Apenas este año empezó a trabajar en las calles ofreciendo este espectáculo, el cual disfruta, toda vez que para él fue fascinante ver lo que hacen los que realmente se dedican a entretener en un circo, pero que se vuelve complejo al intentar replicarlo.

“Lo que estoy haciendo me gusta, no le hago caso a la gente de lo que me diga”.

Coincidió en que entretener a la gente en las calles es algo digno y que no por hacer esa actividad, significa que las personas que se dedican a esto tienen alguna adicción o incluso, que la gente crea que no tienen un hogar.

“Sí se puede vivir de esto, no me quejo”, finalizó.

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