René Arroyo de Anda es un exitoso médico cirujanogastroenterólogo. Ante el llamado de acudir ayudar a la Ciudad deMéxico, quien para apoyar en los rescates con sus sofisticadosequipos y luego en la atención de heridos con experienciaquirúrgica, sin pensarlo mucho hizo caso del llamado de Dios yagarró el instrumental que más le pudiera servir y ligero deequipaje se fue a Tijuana y montó en el primer avión que lollevara a la capital del país. Él mismo se cataloga como “ElMago” por ser un aficionado práctico a la prestidigitación ygran maestro en el manejo de las cartas. Pues así, a sus sesenta ytantos años acudió a los diferentes puntos en la Ciudad deMéxico donde se topó con que debía de ingresar a oscurostúneles recién cavados los escombros para buscar personasheridas, detalles de los que no quiso hablar el médico, quien deverdad siente el compromiso de cumplir con una de las misiones queun médico tiene ante la sociedad. Antes de partir le pidió afamiliares y amigos que lo contemplaran en sus oraciones y para loshermanos que están pasando momentos difíciles, “…no voy solo,voy con Jesucristo de compañero que conmigo estará ante cualquierriesgo…”.
Dos días sin dormir Luego narró cuando estuvo en el Colegio“Enrique Rébsamen” “… son las 12:10 horas del 22 deseptiembre casi dos días sin dormir, entramos y salimos de loshoyos de topos, pues algunos no tienen salida, apuntalados por losde la Marina que determinaron intentar penetrar por detrás, dondese creía que habría profesores y niños con vida…”. Elmédico se topó allá con varios colegas prestigiados que igualque él se salieron de consultorios y se dedicaron a donar sutiempo y habilidades para atender a los heridos que requirieran desus especialidades. Allá se encontró con su amigo sonorense de lainfancia y médico quiropráctico, Fernando E. Campillo Molina conquien le tocó acudir al llamado de una mujer que desde losescombros en la calle Chimalpopoca pedía auxilio mediante unteléfono, en la ya fría madrugada de inicio de otoño acudieron aayudar, desafortunadamente fue una falsa alarma.
Debo ir... Luego que comenzaron a demoler los edificioscolapsados, el médico mágico agarró su equipo especial paradesastres, como los aparatos especiales para detectar mínimasseñales bajo tierra, potentes lámparas, medicamentos especiales,mascarillas para oxigenar atrapados, con los que partió a acudir aPuebla o Morelos, solo que cerraron el aeropuerto y debió debuscar otra vía para acudir a ayudar en aquellas comunidades.Varias personas, entre ellas su esposa, le dicen que no vaya, quees muy peligroso, que ya hay muchas personas ayudando y que loasaltarán porque crecerá el bandolerismo y es sumamentearriesgado, “…pero yo siento que debo ir, estudié Medicina ypara ayudar a los demás es mi vocación y carrera, el salvar unavida habrá valido la pena, aunque muera en el intento a mis 66años, me iré a volar libremente por el universo bajo lavigilancia de mi padre DIOS…”.
