Tres años después del atentado yihadista contra el semanario satírico Charlie-Hebdo, la revista más iconoclasta de Francia conserva el apoyo de 61% de la opinión pública, pero aumentan las críticas y la empresa se encuentra en un callejón financiero sin salida: “La mitad de los 30 mil ejemplares que se venden cada semana están consagrados a pagar la seguridad del periódico”, reconoce su director, Riss. En concreto, el costo se acerca a 1.5 millones de euros por año.
Desde aquella fatídica mañana del 7 de enero de 2015 -en la cual los terroristas asesinaron a ocho periodistas, dibujantes y humoristas, y a otras cuatro personas-, la revista parece haber perdido su alma. El número publicado para evocar ese aniversario muestra en la portada la entrada de un búnker con un título: “Tres años en una lata de conserva”.
En un editorial titulado “¿Cuánto cuesta la libertad de expresión?”, Riss se refiere por primera vez a la asombrosa seguridad que se necesita para proteger al edificio y al plantel periodístico.
“Con la mitad del presupuesto dedicado a la seguridad, ningún periódico puede sobrevivir”, advierte.
“A ese precio, la libertad de prensa se está convirtiendo en un artículo de lujo”, sostiene por su parte el periodista Fabrice Nicolino.
Además de haber convertido a la nueva sede de Charlie-Hebdo en una auténtica fortaleza blindada, fue necesario contratar un servicio privado de seguridad para vigilar el edificio y controlar a los visitantes, mientras que cada uno de los miembros del personal de la revista es protegido día y noche por detectives de la policía.
A ese sentimiento de asedio permanente se agregan las decenas de amenazas de muerte e insulto que llegan cada día a la redacción por correo, por mail o por teléfono.
Pese a todo, el periódico más políticamente incorrecto de Europa no perdió su humor mordaz y sus posiciones críticas contra la sociedad de consumo, la estupidez humana y las religiones.
Si bien conserva la simpatía de 61% de los franceses, hay una franja importante (38%) que considera que, con sus caricaturas y su humor negro, “han seguido provocando”, “no aprendieron la lección” y “van demasiado lejos”.
“Cambiar la línea editorial que mantenemos desde hace casi medio siglo, sería traicionar nuestros principios vender el alma al diablo”, sentenció su jefe de redacción, Gérard Biard, durante un debate que reunió un centenar de personalidades. “Si es así, concluyó, mejor morir con el lápiz en la mano”.
YA NO FUE EL MISMO
Ese día marcó el inicio de un “mundo nuevo” para Charlie Hebdo, afirman sus periodistas en un número especial de aniversario en el que detallan su vida cotidiana, resumida en su portada que muestra a un hombre detrás de una puerta blindada, bajo el título “tres años en una lata de conserva”.
En la edición especial, los periodistas de Charlie hablan también sobre las amenazas que reciben regularmente, sobre todo en las redes sociales.
Antes de una conmemoración oficial, tres asociaciones organizan una jornada de homenaje bajo el lema “¡Toujours Charlie!” (seguimos siendo Charlie), en referencia al hashtag de solidaridad usado en todo el mundo tras el atentado.
Se espera la presencia de unas mil 500 personas, entre ellas políticos, escritores y filósofos. Charlie Hebdo estará representado por su jefe de redacción, Gérard Biard, pero otros miembros del equipo estarán ausentes “por motivos de seguridad”.