PRISMA
Dicen los abuelos con pleno conocimiento de causa que “una desgracia nunca viene sola”, dando a entender que siempre trae daños colaterales graves que empeoran las cosas de manera relevante.
Tal sería el caso de los impactos negativos ocasionados por el maldito coronavirus, que trae en jaque a la humanidad entera. Basta observar las noticias que difunden los medios electrónicos e impresos informando del número de personas afectadas y fallecidas que suman ya varios millones.
Pues bien, a la amenaza incesante de la pandemia que ha creado un clima de pánico e incertidumbre en diversos países del mundo, habría que agregar los efectos negativos de las medidas preventivas establecidas para proteger la salud de millones de seres humanos contra el temible mal. Entre éstas destacan el confinamiento personal y la suspensión de actividades de empresas consideradas como “no esenciales”. Ambas propiciaron el incremento del desempleo, condenando a miles de trabajadores a la miseria al dejar de percibir sus sueldos, pago de prestaciones sociales y en ciertos casos, perder su trabajo.
En lo que nuestro país concierne, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, mejor conocida como Coneval, reporta que la pandemia del Covid ha propiciado un alza de la pobreza laboral, que este año aumentó en 28 de los 32 Estados.
De acuerdo con el estudio Índice de Tendencia Laboral de Pobreza y Pobreza Laboral, entre el primer y tercer trimestre del 2020 en 28 entidades federativas la pobreza laboral aumentó de 35.7 a 44.5% y el ingreso laboral real registró una disminución de 12.3%. Otro elemento que contribuyó al aumento de los niveles de pobreza de los mexicanos, según Coneval, fueron el alza en precios de mercancías y productos que conforman la canasta básica, debido al alto costo de gasolinas, energía eléctrica y otros servicios públicos y privados que subieron de precio.
Inexplicablemente, el estudio no menciona otro factor que representa un fuerte golpe a la economía familiar. Nos referimos a la elevación de precios de los medicamentos que en esta época de pandemia son calificados de alto consumo, así como los requeridos para la cura de enfermedades crónicas degenerativas, como el cáncer y la diabetes.
PD.- Miles de cachanillas que calificaron de estúpida la petición de cambio de la capital de BC a Tijuana, planteada por un diputado expanista -hoy pseudo morenista-, aseguran se trata de un distractor que pudiera estar relacionado con el proceso electoral que culminará con la elección de gobernador, alcaldes y diputados locales en 2021. ¿Será?
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