/ jueves 14 de noviembre de 2019

El gran destructor

Cuchillito de Palo


Lo de ¡Al diablo las instituciones! se vuelve una cruda realidad. Si alguien creyó que era una más de las frases de campaña de AMLO, la destrucción de organismos autónomos, su intromisión en el Tribunal Federal Electoral, en la Suprema Corte de Justicia y en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, confirman su voluntad de destazar todo lo que huela al pasado.

Lo grave es que lo sustituye con bazofia. Empezó eliminando a los titulares de la Comisión Nacional de Hidrocarburos y de la Comisión Reguladora de Energía. Lo hizo calumniándolos con mentiras e insultos, a los que cualquier otro mortal hubiera respondido llevándolo ante un juez. Imposible enfrentarse al Poder absoluto en manos de una sola persona.

Se fue contra las Estancias Infantiles, a pesar de la indignación de miles de mujeres trabajadoras y de defensores de sus garantías, incluida la CNDH. Las borró del mapa azteca, ajeno al daño que les infligió a tantísimas familias. La brillante recomendación de la CNDH lo único que provocó es que le agarrara tirria a su Presidente (con mayúsculas), Luis Raúl González Pérez, a quien no se detuvo en ofender y vapulear, al igual que a la institución. Forzó a cambios en el Coneval, organismo de gran prestigio y auxilio en la medición de la pobreza y las verdaderas condiciones de vida de quienes la sufren.

En el Tribunal Federal Electoral presionó hasta que se dio una dimisión y en la Suprema Corte de Justicia impuso -no hay otro término- a la esposa de su gran amigo, Riobóo (con todo y que pudiera tener los méritos para acceder al nombramiento).

Su injerencia, lo que es más grave, se rige por simpatías o antipatías, parámetros violatorios de los perfiles y las características que deben tener los cargos y le salen sobrando los requisitos de ley. Su único objetivo es el control ilimitado de los tres Poderes, comanda que sigue al pie de la letra al Foro de Sao Paulo, gurú de los izquierdosos más radicales del planeta (además de forjar dictadores populistas y totalitaristas).

Con un Congreso morenaco mayoritario, instiga leyes fascistas hechas para poner entre las rejas a inocentes, mientras les da su mesiánico perdón a delincuentes de ligas mayores. La arremetida contra la CNDH es imperdonable. Rabioso contra González Pérez (uno de los mejores ombusperson que tuvimos), a su salida impuso a una de sus pupilas favoritas: Rosario Piedra Ibarra. Conozco, estimo y respeto a su madre (Rosario Ibarra de Piedra), gran luchadora social en pro de los desaparecidos y fundadora de Eureka (ONG a favor de esta causa).

A quien se “eligió” en el Senado mediante una jugarreta sucia y tramposa, jamás la he visto e ignoro si cuenta con alguna credencial para ocupar el cargo. Por lo pronto no es abogada y de acuerdo a la normatividad, no estaría facultada. Pero ya dijo el tabasqueño: “Basta de doctores, académicos y juristas” (¡¡gulp!!). A ese grado desconoce la materia, baluarte de cualquier sociedad civilizada.

De golpe barrió con el prestigio de la institución y con la poca o mucha credibilidad que podría haber tenido quien llegara a un desempeño por dedazo y con una elección amañada. Como busca que sean las futuras, a través de la iniciativa de sus legisladores para acortar el período de vigencia del consejero presidente del Instituto Nacional Federal, Lorenzo Córdova. Ahora van por él, a destruir la piedra fundamental de la democracia: Voto libre. Un futuro aterrador.

Cuchillito de Palo


Lo de ¡Al diablo las instituciones! se vuelve una cruda realidad. Si alguien creyó que era una más de las frases de campaña de AMLO, la destrucción de organismos autónomos, su intromisión en el Tribunal Federal Electoral, en la Suprema Corte de Justicia y en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, confirman su voluntad de destazar todo lo que huela al pasado.

Lo grave es que lo sustituye con bazofia. Empezó eliminando a los titulares de la Comisión Nacional de Hidrocarburos y de la Comisión Reguladora de Energía. Lo hizo calumniándolos con mentiras e insultos, a los que cualquier otro mortal hubiera respondido llevándolo ante un juez. Imposible enfrentarse al Poder absoluto en manos de una sola persona.

Se fue contra las Estancias Infantiles, a pesar de la indignación de miles de mujeres trabajadoras y de defensores de sus garantías, incluida la CNDH. Las borró del mapa azteca, ajeno al daño que les infligió a tantísimas familias. La brillante recomendación de la CNDH lo único que provocó es que le agarrara tirria a su Presidente (con mayúsculas), Luis Raúl González Pérez, a quien no se detuvo en ofender y vapulear, al igual que a la institución. Forzó a cambios en el Coneval, organismo de gran prestigio y auxilio en la medición de la pobreza y las verdaderas condiciones de vida de quienes la sufren.

En el Tribunal Federal Electoral presionó hasta que se dio una dimisión y en la Suprema Corte de Justicia impuso -no hay otro término- a la esposa de su gran amigo, Riobóo (con todo y que pudiera tener los méritos para acceder al nombramiento).

Su injerencia, lo que es más grave, se rige por simpatías o antipatías, parámetros violatorios de los perfiles y las características que deben tener los cargos y le salen sobrando los requisitos de ley. Su único objetivo es el control ilimitado de los tres Poderes, comanda que sigue al pie de la letra al Foro de Sao Paulo, gurú de los izquierdosos más radicales del planeta (además de forjar dictadores populistas y totalitaristas).

Con un Congreso morenaco mayoritario, instiga leyes fascistas hechas para poner entre las rejas a inocentes, mientras les da su mesiánico perdón a delincuentes de ligas mayores. La arremetida contra la CNDH es imperdonable. Rabioso contra González Pérez (uno de los mejores ombusperson que tuvimos), a su salida impuso a una de sus pupilas favoritas: Rosario Piedra Ibarra. Conozco, estimo y respeto a su madre (Rosario Ibarra de Piedra), gran luchadora social en pro de los desaparecidos y fundadora de Eureka (ONG a favor de esta causa).

A quien se “eligió” en el Senado mediante una jugarreta sucia y tramposa, jamás la he visto e ignoro si cuenta con alguna credencial para ocupar el cargo. Por lo pronto no es abogada y de acuerdo a la normatividad, no estaría facultada. Pero ya dijo el tabasqueño: “Basta de doctores, académicos y juristas” (¡¡gulp!!). A ese grado desconoce la materia, baluarte de cualquier sociedad civilizada.

De golpe barrió con el prestigio de la institución y con la poca o mucha credibilidad que podría haber tenido quien llegara a un desempeño por dedazo y con una elección amañada. Como busca que sean las futuras, a través de la iniciativa de sus legisladores para acortar el período de vigencia del consejero presidente del Instituto Nacional Federal, Lorenzo Córdova. Ahora van por él, a destruir la piedra fundamental de la democracia: Voto libre. Un futuro aterrador.

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