/ sábado 27 de noviembre de 2021

Giovanni Botero, pensador genial

V I E N T O S

Botero tocó un tema que pareciera de nuestro tiempo histórico en curso: “Las causas de la ruina de los Estados”. Planteaba que solo existen dos: las intrínsecas y las extrínsecas. pero analicémoslas.

Intrínsecas son aquellas - apuntaba - provocadas por los gobernantes por sus excesos y la corrupción de “las cualidades primarias” como expresaba los valores espirituales del hombre. Me agradaría que mis lectores no perdieran de vista la época de Botero (1544 –1584) por lo que sigue.

Giovanni Botero

“Las extrínsecas por el hierro, el fuego y otras violencias” y agregaba que “los Estados decaen por causas externas o internas”. Y claro, quitándole hojas al calendario, “por la incapacidad del príncipe (hoy sería el presidente) y, en abono de su concepción”, “la crueldad con los súbditos” y visualizada hoy, “la envidia, las controversias, discordias y ambiciones de los grandes”, que hoy serían los miembros de los gabinetes presidenciales.

Aprovecho un párrafo completo de sus opiniones: “Los príncipes (presidentes hoy) ambiciosos y de poca sensatez arruinan a menudo a sus propios Estados disgregando su fuerza por querer abarcar más de lo que entra en sus posibilidades, lo cual se vio en las empresas de los atenienses y lacedemonios y en modo particular en las de Demetrio, rey de los macedonios y de Pierro, rey de Epiro”.

Luego ataca las causas extrínsecas de los Estados y pontifica con acierto: “Los engaños y el poder de los enemigos: así los romanos destruyeron a los macedonios y los bárbaros la grandeza de Roma. Pero ¿qué causas son más perniciosas? Sin duda que las internas, porque raras veces que las fuerzas externas destruyen un Estado que antes no haya sido corrompido por las intrínsecas”. Se adelantó a la historia de México y nuestra tragedia de 1847...

Rica la historia de Botero y sus visiones geniales, como por ejemplo en la rama de la justicia que expresaba así: “La primera manera de hacer bien a los súbditos es conservar y asegurar a cada uno lo suyo, con la justicia, en lo que sin duda consiste el fundamento de la paz y el establecimiento de la concordia de los pueblos”.

Y, claro, escribió sobre el nombramiento de los Magistrados de Justicia que no signifiquen un valor de compra para evitar “paso a la avaricia”, porque entonces el príncipe es quien hace “su” justicia pervirtiéndola. El príncipe debe valorar la honestidad de los ministros de Justicia que nombra porque no faltan “muchos (que) de palomas se convierten en cuervos y de ovejas en lobos”.

Botero abarcó todos los temas del arcoíris social susceptibles de ser engullidos por despiertas seseras. Escudriñó el liberalismo (!) que para él sacaba de la pobreza a los súbditos y protegía los valores espirituales como acento de sus estudios religiosos, a los que hizo referencia indubitable. Y escribió sobre agricultura, industria y sobre la mecánica peligrosa de los empréstitos que por los intereses tan elevados que los ricos cobraban fue en ocasiones la ruina de los Estados.

En fin, mi personaje inolvidable de quien soñé en mi adolescencia escribir un libro abarcante en su memoria, se me redujo, dicho con pena y modestia, en tres de mis artículos menos atrapado en el mejor narrar de mis posibilidades escriturales. Pido perdón por ello, pero los apuros de una muerte anunciada, casi expedita, nublan ya mi capacidad narrativa. Gracias por leerme.

jaimepardo1928@gmail.com

V I E N T O S

Botero tocó un tema que pareciera de nuestro tiempo histórico en curso: “Las causas de la ruina de los Estados”. Planteaba que solo existen dos: las intrínsecas y las extrínsecas. pero analicémoslas.

Intrínsecas son aquellas - apuntaba - provocadas por los gobernantes por sus excesos y la corrupción de “las cualidades primarias” como expresaba los valores espirituales del hombre. Me agradaría que mis lectores no perdieran de vista la época de Botero (1544 –1584) por lo que sigue.

Giovanni Botero

“Las extrínsecas por el hierro, el fuego y otras violencias” y agregaba que “los Estados decaen por causas externas o internas”. Y claro, quitándole hojas al calendario, “por la incapacidad del príncipe (hoy sería el presidente) y, en abono de su concepción”, “la crueldad con los súbditos” y visualizada hoy, “la envidia, las controversias, discordias y ambiciones de los grandes”, que hoy serían los miembros de los gabinetes presidenciales.

Aprovecho un párrafo completo de sus opiniones: “Los príncipes (presidentes hoy) ambiciosos y de poca sensatez arruinan a menudo a sus propios Estados disgregando su fuerza por querer abarcar más de lo que entra en sus posibilidades, lo cual se vio en las empresas de los atenienses y lacedemonios y en modo particular en las de Demetrio, rey de los macedonios y de Pierro, rey de Epiro”.

Luego ataca las causas extrínsecas de los Estados y pontifica con acierto: “Los engaños y el poder de los enemigos: así los romanos destruyeron a los macedonios y los bárbaros la grandeza de Roma. Pero ¿qué causas son más perniciosas? Sin duda que las internas, porque raras veces que las fuerzas externas destruyen un Estado que antes no haya sido corrompido por las intrínsecas”. Se adelantó a la historia de México y nuestra tragedia de 1847...

Rica la historia de Botero y sus visiones geniales, como por ejemplo en la rama de la justicia que expresaba así: “La primera manera de hacer bien a los súbditos es conservar y asegurar a cada uno lo suyo, con la justicia, en lo que sin duda consiste el fundamento de la paz y el establecimiento de la concordia de los pueblos”.

Y, claro, escribió sobre el nombramiento de los Magistrados de Justicia que no signifiquen un valor de compra para evitar “paso a la avaricia”, porque entonces el príncipe es quien hace “su” justicia pervirtiéndola. El príncipe debe valorar la honestidad de los ministros de Justicia que nombra porque no faltan “muchos (que) de palomas se convierten en cuervos y de ovejas en lobos”.

Botero abarcó todos los temas del arcoíris social susceptibles de ser engullidos por despiertas seseras. Escudriñó el liberalismo (!) que para él sacaba de la pobreza a los súbditos y protegía los valores espirituales como acento de sus estudios religiosos, a los que hizo referencia indubitable. Y escribió sobre agricultura, industria y sobre la mecánica peligrosa de los empréstitos que por los intereses tan elevados que los ricos cobraban fue en ocasiones la ruina de los Estados.

En fin, mi personaje inolvidable de quien soñé en mi adolescencia escribir un libro abarcante en su memoria, se me redujo, dicho con pena y modestia, en tres de mis artículos menos atrapado en el mejor narrar de mis posibilidades escriturales. Pido perdón por ello, pero los apuros de una muerte anunciada, casi expedita, nublan ya mi capacidad narrativa. Gracias por leerme.

jaimepardo1928@gmail.com

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