/ miércoles 24 de abril de 2019

Lula, el ex Presidente brasileño puede salir de la cárcel

Luiz Inácio Lula da Silva, mejor conocido como Lula, quien fue presidente de Brasil por 8 años (2003-2010), se encuentra preso desde el 8 de abril de 2018.

El ex Presidente fue acusado de corrupción pasiva y condenado primero a 9 años y luego a 12 años de prisión por este hecho. El caso y juicio fue perseguido por Sergio Moro, formando parte de la operación “Lava Jato”, siendo sumamente controversial, ya que fue acusado de recibir un departamento de la empresa OAS a cambio de contratos con la empresa estatal petrolera “Petrobras”.

Aunque los hechos son poco claros, ya que el departamento no se pudo asociar directamente con el expresidente, los jueces de la Suprema Corte fallaron contra Lula.

Este juicio tuvo varias inconsistencias y controversias. Sin embargo, al ser la mayoría de los jueces de la Suprema Corte con simpatía con la derecha de Brasil, pues dieron por alto los sin sentidos del juicio. Tan fue una condena irregular que el pasado 23 de abril se modificó la sentencia del ex presidente a 8 años, 10 meses y 20 días. Con esta decisión, Lula podría lograr prisión domiciliaria desde septiembre de este 2019 debido a que ya habría cumplido un sexto de su pena en prisión.

Los jueces que modificaron la sentencia fueron unánimes en relación con que la pena dictada en segunda instancia, la cual aumentó la de la primera, había sido excesiva.

La condena fue un indicador de lo que ya se sabía: El encarcelamiento de Lula no es un acto de justicia ni rendición de cuentas: Fue una guerra política contra la izquierda en Brasil, disfrazada de institucionalismo, atentando contra los valores intrínsecos de la democracia: La libertad y la pluralidad.

Otra situación atenuante de la inconsistencia de la condena y que da más soporte a la postura de que fue un acto de guerra política contra Lula y su partido, el PT, es que Sergio Moro, el juez que lo acusó fue nombrado como el ministro de Justicia en este nuevo gobierno de Bolsonaro, el actual presidente de Brasil de ultraderecha.

Este hecho se hace aún más evidente, ya que Moro decidió no encarcelar a decenas de políticos de derecha que cometieron una serie de actos de corrupción y que eran perseguidos por la operación “Lava Jato”, incluyendo al ahora expresidente (interino) de Brasil, Michel Temer, quien fue llevado a las autoridades y soltado a los 2 días, aunque se le acusaba de varios cargos de corrupción.

Lo que suceda en estos meses anteriores a septiembre decidirá el futuro de Lula da Silva. Mientras tanto Bolsonaro continúa cometiendo error tras error en su gobierno y perdiendo aprobación y apoyo de los brasileiros cada día que pasa.

Curiosamente se ha demandado al actual presidente Bolsonaro de casos de corrupción y de desvío de fondos de millones de reales (moneda de Brasil). Sin embargo, Moro -así como los jueces de derecha- han bloqueado estas condenas.

Aunque el futuro de Lula sigue incierto, espero que se cumpla el dicho: “Las cosas caen por su propio peso”.

Luiz Inácio Lula da Silva, mejor conocido como Lula, quien fue presidente de Brasil por 8 años (2003-2010), se encuentra preso desde el 8 de abril de 2018.

El ex Presidente fue acusado de corrupción pasiva y condenado primero a 9 años y luego a 12 años de prisión por este hecho. El caso y juicio fue perseguido por Sergio Moro, formando parte de la operación “Lava Jato”, siendo sumamente controversial, ya que fue acusado de recibir un departamento de la empresa OAS a cambio de contratos con la empresa estatal petrolera “Petrobras”.

Aunque los hechos son poco claros, ya que el departamento no se pudo asociar directamente con el expresidente, los jueces de la Suprema Corte fallaron contra Lula.

Este juicio tuvo varias inconsistencias y controversias. Sin embargo, al ser la mayoría de los jueces de la Suprema Corte con simpatía con la derecha de Brasil, pues dieron por alto los sin sentidos del juicio. Tan fue una condena irregular que el pasado 23 de abril se modificó la sentencia del ex presidente a 8 años, 10 meses y 20 días. Con esta decisión, Lula podría lograr prisión domiciliaria desde septiembre de este 2019 debido a que ya habría cumplido un sexto de su pena en prisión.

Los jueces que modificaron la sentencia fueron unánimes en relación con que la pena dictada en segunda instancia, la cual aumentó la de la primera, había sido excesiva.

La condena fue un indicador de lo que ya se sabía: El encarcelamiento de Lula no es un acto de justicia ni rendición de cuentas: Fue una guerra política contra la izquierda en Brasil, disfrazada de institucionalismo, atentando contra los valores intrínsecos de la democracia: La libertad y la pluralidad.

Otra situación atenuante de la inconsistencia de la condena y que da más soporte a la postura de que fue un acto de guerra política contra Lula y su partido, el PT, es que Sergio Moro, el juez que lo acusó fue nombrado como el ministro de Justicia en este nuevo gobierno de Bolsonaro, el actual presidente de Brasil de ultraderecha.

Este hecho se hace aún más evidente, ya que Moro decidió no encarcelar a decenas de políticos de derecha que cometieron una serie de actos de corrupción y que eran perseguidos por la operación “Lava Jato”, incluyendo al ahora expresidente (interino) de Brasil, Michel Temer, quien fue llevado a las autoridades y soltado a los 2 días, aunque se le acusaba de varios cargos de corrupción.

Lo que suceda en estos meses anteriores a septiembre decidirá el futuro de Lula da Silva. Mientras tanto Bolsonaro continúa cometiendo error tras error en su gobierno y perdiendo aprobación y apoyo de los brasileiros cada día que pasa.

Curiosamente se ha demandado al actual presidente Bolsonaro de casos de corrupción y de desvío de fondos de millones de reales (moneda de Brasil). Sin embargo, Moro -así como los jueces de derecha- han bloqueado estas condenas.

Aunque el futuro de Lula sigue incierto, espero que se cumpla el dicho: “Las cosas caen por su propio peso”.

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