/ lunes 24 de agosto de 2020

Sobre la reactivación económica

PRISMA

Pese a ser tan necesaria - y urgente- la reactivación económica que supuestamente nos llevará a la normalidad que tanto se cacarea en el ámbito oficial mediante la reapertura de los negocios, es innegable que su realización tiene lo que se dice comúnmente “muchos bemoles” que no han sido considerados por los responsables de promoverla.

Dueños de varios micro pequeños negocios consultados aducen que la sola autorización para que reinicien sus actividades no resuelve los problemas que implican su operación, entre ellos la liquidación de préstamos que gestionaron para poder cubrir sueldos a sus empleados durante el período que dejaron de operar sin obtener ingreso alguno.

En el caso de empresas con deudas bancarias -recordando que las instituciones son implacables para cobrarlas-, urge un nuevo programa de reestructuración de los créditos, alargando los plazos y dando las facilidades que cada caso amerite. Según parece, la Banca privada y el Banxico analizan una nueva promoción. Veremos y comentaremos.

Habría que considerar también que al abrir los negocios con medidas establecidas por autoridades sanitarias y las limitantes para su operación para evitar la propagación del coronavirus, representa un gasto adicional que antes no tenían y que necesariamente encarecen sus actividades.

Es aquí en donde surge el imperativo que los gobiernos -tal como ha ocurrido en otros países del mundo- apliquen programas de apoyo efectivos y de fácil acceso para pago del servicio de energía eléctrica, cuotas del IMSS, Infonavit, suministro de agua y facilidades de tipo fiscal, en favor de los pequeños empresarios, para que puedan operar en la formalidad y evitar así el desempleo, convertido en lacra social que lacera a millones de seres humanos a nivel global, no solo en nuestro país.

En el último punto (pago de impuestos), es menester que los poderes Ejecutivo y Legislativo, en lugar de estar creando nuevas obligaciones fiscales y medidas recaudatorias drásticas, implementen programas de incentivos adecuados a las condiciones económicas que afectan a las micro y pequeñas empresas que -parece haberse olvidado- son las que generan el mayor número de puestos de trabajo, por lo que su funcionamiento es vital para la reactivación.

Así las cosas, el gobierno en sus tres niveles y la Banca privada tienen la palabra.

PD.- El presidente Donald Trump en su visita electoral a Yuma, Arizona, lanzó la amenaza: “Crearemos un cobro a cada vehículo que ingrese a nuestro territorio o gravaremos con un impuesto las remesas que hacen los trabajadores a sus familias en México”. ¿Estará consciente el belicoso republicano del alcance de dichas medidas en su propio país?

salgares4@gmail.com

PRISMA

Pese a ser tan necesaria - y urgente- la reactivación económica que supuestamente nos llevará a la normalidad que tanto se cacarea en el ámbito oficial mediante la reapertura de los negocios, es innegable que su realización tiene lo que se dice comúnmente “muchos bemoles” que no han sido considerados por los responsables de promoverla.

Dueños de varios micro pequeños negocios consultados aducen que la sola autorización para que reinicien sus actividades no resuelve los problemas que implican su operación, entre ellos la liquidación de préstamos que gestionaron para poder cubrir sueldos a sus empleados durante el período que dejaron de operar sin obtener ingreso alguno.

En el caso de empresas con deudas bancarias -recordando que las instituciones son implacables para cobrarlas-, urge un nuevo programa de reestructuración de los créditos, alargando los plazos y dando las facilidades que cada caso amerite. Según parece, la Banca privada y el Banxico analizan una nueva promoción. Veremos y comentaremos.

Habría que considerar también que al abrir los negocios con medidas establecidas por autoridades sanitarias y las limitantes para su operación para evitar la propagación del coronavirus, representa un gasto adicional que antes no tenían y que necesariamente encarecen sus actividades.

Es aquí en donde surge el imperativo que los gobiernos -tal como ha ocurrido en otros países del mundo- apliquen programas de apoyo efectivos y de fácil acceso para pago del servicio de energía eléctrica, cuotas del IMSS, Infonavit, suministro de agua y facilidades de tipo fiscal, en favor de los pequeños empresarios, para que puedan operar en la formalidad y evitar así el desempleo, convertido en lacra social que lacera a millones de seres humanos a nivel global, no solo en nuestro país.

En el último punto (pago de impuestos), es menester que los poderes Ejecutivo y Legislativo, en lugar de estar creando nuevas obligaciones fiscales y medidas recaudatorias drásticas, implementen programas de incentivos adecuados a las condiciones económicas que afectan a las micro y pequeñas empresas que -parece haberse olvidado- son las que generan el mayor número de puestos de trabajo, por lo que su funcionamiento es vital para la reactivación.

Así las cosas, el gobierno en sus tres niveles y la Banca privada tienen la palabra.

PD.- El presidente Donald Trump en su visita electoral a Yuma, Arizona, lanzó la amenaza: “Crearemos un cobro a cada vehículo que ingrese a nuestro territorio o gravaremos con un impuesto las remesas que hacen los trabajadores a sus familias en México”. ¿Estará consciente el belicoso republicano del alcance de dichas medidas en su propio país?

salgares4@gmail.com